Poniatowska: ¡°Una de las mayores deudas de M¨¦xico es con las mujeres¡±
La ganadora del premio Cervantes, repasa su trayectoria y la situaci¨®n de su pa¨ªs en esta entrevista in¨¦dita
Elena Poniatowska (Ciudad de M¨¦xico, 1932) no le gusta que le llamen ¡°Elenita¡±. Infantiliza, dice. Incluso cree que tiene un cierto tono machista. ¡°Creo que me dec¨ªan as¨ª porque me ve¨ªan peque?ita¡±. Peque?ita de tama?o, quiz¨¢, pero la periodista, ensayista y escritora mexicana es una de las principales testigos del siglo XX mexicano. Y, en su opini¨®n, ¡°una de las mayores deudas de M¨¦xico es con las mujeres¡±.
En una entrevista realizada hace cinco semanas, antes de que se supiese que se convertir¨ªa en el Premio Cervantes 2013, Poniatowska recuerda a Frida Kahlo, la m¨ªtica pintora mexicana y esposa de Diego Rivera. ¡°Una mujer magn¨¦tica. Ahora todos hablan maravillas de ella, pero entonces se refer¨ªan a ella como ¡®la coja¡¯. Dec¨ªan: ¡®Ah¨ª viene Diego Rivera y su esposa la coja¡¯. Amiga de Rosario Castellanos, de Paz, de Fuentes, de Carlos Fuentes, de Monsiv¨¢is, repasa con humor y a veces con nostalgia muchos de los momentos m¨¢s importantes que le ha tocado vivir.
Dice que se hizo periodista porque le gustaba preguntar cosas. ¡°En mi ¨¦poca las mujeres casi no ¨ªbamos a la universidad, y yo me dediqu¨¦ a ese oficio. De andar de preguntona¡±. Por ¡°andar de preguntona¡± conoci¨® a su marido, el investigador Guillermo Haro. ¡°Que me trat¨® muy mal al inicio¡±, r¨ªe. Y por preguntona coincidi¨® con Luis Bu?uel. Afirma que el director espa?ol fue una de las entrevistados que recuerda con m¨¢s cari?o. ¡°Era muy amable, me llamaba ¡®la ni?a de la le?a¡¯¡±.
Recuerda que el 3 de octubre de 1968, por ejemplo, fue a la plaza de Tlatelolco cuando su hijo ten¨ªa apenas unos meses de edad. ¡°Era la primera vez que sal¨ªa a la calle despu¨¦s de dar a luz¡±. El d¨ªa despu¨¦s de la masacre de estudiantes, cuenta, el escenario era propio de una guerra. ¡°Hab¨ªa tanques, las calles estaban solas. El panorama era desolador¡±. De sus observaciones naci¨® uno de los principales testimonios de aquel aciago d¨ªa: La noche de Tlatelolco, una memoria de una de las jornadas m¨¢s negras de M¨¦xico.
Tambi¨¦n relata la campa?a de Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas en 1988, la primera movilizaci¨®n de oposici¨®n masiva en las ¨¦pocas del todopoderoso PRI. Y, a?os m¨¢s tarde, las campa?as de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, al que ha apoyado sin rechistar. Incluso guarda un coj¨ªn con la imagen del dos veces candidato a la presidencia de M¨¦xico, bordado en punto de cruz. ¡°M¨¦xico est¨¢ peor que nunca. Han llegado momentos en que he pensado que hemos cruzado un l¨ªmite, pero no es as¨ª. A veces me pregunto hasta cu¨¢ndo vamos a seguir aguantando¡±.
Pero el momento hist¨®rico que, dice, m¨¢s le ha marcado en los ¨²ltimos 30 a?os fue el terremoto de 1985. ¡°Uno de los pocos instantes en que M¨¦xico fue capaz de verse a s¨ª mismo y sobreponerse¡±, cuenta. De los escombros sali¨® un sentimiento ciudadano in¨¦dito, solidario y que puso en pie a la capital del pa¨ªs, entonces diezmada por el se¨ªsmo. ¡°Monsiv¨¢is tiene una memoria fant¨¢stica de aquel momento, ¡®No sin nosotros¡±. Lo dice y suspira. ¡°A ¨¦l lo extra?o mucho, mucho¡±. Monsiv¨¢is muri¨® en junio de 2010.
Tiene 81 a?os, pero aun guarda la energ¨ªa de aquella jovencita que conoci¨® a varios de los grandes personajes de su ¨¦poca. Tan as¨ª que es dif¨ªcil sortear sus preguntas y evitar que el entrevistador acabe de entrevistado. En su casa, en el barrio de San Miguel Chimalistac, al sur de la Ciudad de M¨¦xico, est¨¢ haciendo reformas. Los libros est¨¢n cubiertos de pl¨¢stico y su perro, un enorme gran dan¨¦s, y sus dos gatos (¡°Monsi¡± y ¡°V¨¢is¡± en honor de su entra?able amigo) pasean entre los libros.
Tiene nostalgia (¡°antes la gente paseaba, viv¨ªa con tranquilidad, caminabas por la Ciudad de M¨¦xico como si fuera una ciudad de provincia¡±), pero tambi¨¦n esperanza. ¡°El mexicano tiene la fortaleza de sobreponerse a todo. No nos pueden destruir. Aunque a veces nos esforcemos en ello¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.