El amor insondable de Kafka y Felice
Las cartas del autor de ¡®El proceso¡¯ permiten reconstruir una enigm¨¢tica relaci¨®n llena de turbulencias Editorial N?rdica recupera 'Cartas a Felice' cuarenta a?os despu¨¦s de que apareciera en Espa?a
El 16 de junio de 1913, Franz Kafka le confes¨® a Felice Bauer que no era gran cosa. ¡°La verdad es que no soy nada, lo que se dice nada¡±, le escribi¨®. Inmediatamente despu¨¦s le explicaba que no conoc¨ªa a nadie tan desastroso en las relaciones humanas como ¨¦l, y que ten¨ªa la impresi¨®n de que ¡°no hubiera vivido nada¡±. Por si acaso a?ad¨ªa: a) que era incapaz de pensar y b) que tampoco sab¨ªa narrar, ¡°ni siquiera hablar¡±. Poco antes, tras informarle de que estaba enfermo, le hab¨ªa preguntado: ¡°?Querr¨¢s reflexionar (¡) y llegar a una conclusi¨®n respecto a si quieres ser mi mujer?¡±.
N¨®rdica vuelve a publicar estos d¨ªas Cartas a Felice casi cuarenta a?os despu¨¦s de que apareciera el libro en Espa?a, y lo ha hecho (marca de la casa) en una magn¨ªfica edici¨®n (la traducci¨®n es de Pablo Soroz¨¢bal) y en el momento oportuno: nunca est¨¢ de m¨¢s sumergirse en esa insondable y enigm¨¢tica relaci¨®n que tan a fondo explora los laberintos del amor. ¡°Yo perder¨ªa mi soledad, que en su mayor parte es horrible, y te ganar¨ªa a ti, a quien amo m¨¢s que ning¨²n otro ser¡±, le segu¨ªa contando Kafka en la misma carta. ¡°En cambio t¨² perder¨ªas tu vida tal como la has llevado hasta el momento, vida con la que te sientes satisfecha casi por completo¡±. As¨ª que remataba: ¡°En lugar de esta nada despreciable p¨¦rdida ganar¨ªas un hombre enfermo, d¨¦bil, insociable, taciturno, triste, r¨ªgido, casi desprovisto de toda esperanza, cuya tal vez ¨²nica virtud consiste en que te quiere¡±.
Kafka conoci¨® a Felice Bauer el 13 de agosto de 1912 en casa de la familia de Max Brod, seguramente su mejor amigo. El 20 de septiembre le escribi¨® por primera vez. Kafka ten¨ªa entonces 29 a?os; Felice, 25. ?l trabajaba en una empresa de seguros, viv¨ªa en Praga y estaba a punto de publicar su primer libro de relatos, Contemplaci¨®n. Ella era ejecutiva en Carl Lindstr?m S.A., una empresa dedicada a la fabricaci¨®n y distribuci¨®n de dict¨¢fonos y resid¨ªa en Berl¨ªn. ¡°Cuando llegu¨¦ a casa de los Brod¡±, apunt¨® unos d¨ªas despu¨¦s en su diario a prop¨®sito de Felice, ¡°estaba sentada a la mesa. No sent¨ª la menor curiosidad por saber qui¨¦n era, porque enseguida fue como si nos conoci¨¦ramos de toda la vida¡±.
¡°Yo perder¨ªa mi soledad, que en su mayor parte es horrible, y te ganar¨ªa a ti, a quien amo m¨¢s que ning¨²n otro ser¡±
No tardar¨ªan mucho en escribirse con inusitada frecuencia, casi diariamente y, de tanto en tanto, varias veces en el mismo d¨ªa. En su sexta carta, del 27 de octubre, Kafka reconstruy¨® milim¨¦tricamente el d¨ªa en que se conocieron. No volvieron a verse, sin embargo, hasta el 23 de marzo de 1913, casi nueve meses despu¨¦s de su primer encuentro. En mayo, Kafka fue recibido por la familia de Felice, y lo pas¨® francamente mal. Por fin, en junio, le pide que sea su esposa. El 1 de abril, sin embargo, le hab¨ªa confesado: ¡°Mi verdadero miedo ¨Cno se puede decir ni o¨ªr nada peor¨C consiste en que jam¨¢s podr¨¦ poseerte¡±.
El volumen de N¨®rdica que contiene las cartas a Felice tiene 827 p¨¢ginas. Casi el ochenta por ciento del espacio lo ocupan las que le escribi¨® hasta finales de 1914. La ¨²ltima es del 16 de octubre de 1917. Fueron cinco a?os de una relaci¨®n extra?a, casi siempre a distancia, llena de recovecos, de equ¨ªvocos, de turbulencias. Se amaban locamente, locamente tem¨ªan por lo que les fuera a deparar el futuro. Les toc¨® ser a ratos c¨®mplices y a ratos enemigos.
Todo cuanto se le pasaba a Kafka por la cabeza, todas man¨ªas, su d¨ªa a d¨ªa, sus gustos literarios y sus reflexiones sobre la escritura, sus complejos y miedos, todo est¨¢ ah¨ª. Aparecen sus celos por otros escritores, su obsesi¨®n por la delgadez de su cuerpo, sus batallas contra el insomnio y su adoraci¨®n por el sue?o, su enfermiza incapacidad de decidir, su compleja relaci¨®n con los ni?os, su temor a casarse, su habilidad para desentra?ar los mecanismos de poder. Kafka no le oculta a Felice la mala qu¨ªmica que tiene con su padre, deja ver cu¨¢nto le gusta metamorfosearse en lo peque?o, le habla de su inter¨¦s por los animales diminutos, los perros aparecen una y otra vez, y sus quejas por la insoportable vida de funcionario y por lo insoportable que le resulta Praga. En las cartas se revela su amor por los bosques y su predilecci¨®n por el silencio y el vac¨ªo.
¡°Mi verdadero miedo ¨Cno se puede decir ni o¨ªr nada peor¨C consiste en que jam¨¢s podr¨¦ poseerte¡±
En El otro proceso de Kafka, el ensayo que dedic¨® a las Cartas a Felice, Elias Canetti resume as¨ª el significado de esta fascinante obra: ¡°Estas cartas contienen una inconcebible dosis de intimidad; son m¨¢s ¨ªntimas a¨²n de lo que ser¨ªa la exposici¨®n detallada de una felicidad. No existe indecisi¨®n cuya descripci¨®n puede compar¨¢rsele, ni personalidad que se haya desnudado tan fielmente. Este intercambio epistolar resulta casi insoportable para una persona primitiva, a tal punto se tiene la impresi¨®n de estar ante el exhibicionismo de una impotencia espiritual; pues uno se encuentra constantemente con todo lo que lo caracteriza: indecisi¨®n, temerosidad, frialdad de sentimientos, minuciosidad en la descripci¨®n de una ausencia de amor, un desvalimiento de tales proporciones que solo resulta cre¨ªble por la hiperexactitud con que se lo narra. Pero todo est¨¢ formulado de tal forma que al instante se convierte en ley y conocimiento¡±.
Felice respondi¨® que ¡°s¨ª¡± a la carta de junio de 1913, que aceptaba casarse con ¨¦l, e inmediatamente despu¨¦s empezaron los tormento de Kafka. En septiembre huye del compromiso, ingresa en un sanatorio de Riva, quiere olvidarlo todo. All¨ª conoce a la ¡°chica suiza¡± de la que se enamora durante diez d¨ªas. Felice, por su parte, env¨ªa a finales de octubre a una amiga suya, Grete Bloch, para que haga de mediadora y consiga salvar lo que pueda salvarse.
Todav¨ªa surgen m¨¢s complicaciones: Kafka empieza a cortejar a Grete por correspondencia, pero al mismo tiempo va recuperando poco a poco a Felice. Vuelven a prometerse en junio de 1914, vuelven a romper un mes despu¨¦s tras un inc¨®modo episodio en un hotel que Kafka identifica con una suerte de proceso en el que lo condenan. De nuevo la distancia, tiras y aflojas, breves encuentros.
Entre el 3 y el 13 de julio de 1916, Kafka y Felice pasan diez d¨ªas en Marienbad. Al principio las cosas chirr¨ªan, pero luego ¡°siguieron cinco d¨ªas felices con ella, uno, se dir¨ªa, por cada uno de sus cinco a?os en com¨²n¡±, escribe Canetti en su ensayo. De nuevo piensan en casarse: cuando termine la guerra. Pero vuelven a discutir. Todav¨ªa su amor reverdece a ratos, pero en octubre de 1917, la relaci¨®n se ha extinguido ya. El 30 de septiembre Kafka le ha escrito la carta m¨¢s triste, la pen¨²ltima de todas aunque sea la del verdadero final. ¡°Mi barca es muy fr¨¢gil¡±, le confiesa. Se escuda en su enfermedad. Ha perdido. ¡°Jam¨¢s recuperar¨¦ la salud¡±. Todo ha terminado.
Se?ales de humo
En El otro proceso de Kafka, el libro donde escudri?a la compleja relaci¨®n entre el escritor y Felice Bauer, Elias Canetti va trazando puentes entre sus cartas y sus obras e intenta, de esa manera, comprender la envergadura de su literatura. "El comportamiento de Kafka durante los tres primeros meses de su intercambio epistolar con Felice fue exactamente lo que ¨¦l necesitaba", escribe. "?l sent¨ªa lo que le hac¨ªa falta: una seguridad lejana, una fuente de fuerza que no trastornara su sensibilidad mediante roces demasiado estrechos; una mujer que estuviera a su disposici¨®n sin esperar de ¨¦l m¨¢s que palabras, como una especie de transformador cuyos errores t¨¦cnicos conoc¨ªa y dominaba hasta el punto de que al instante pod¨ªa corregirlos con ayuda de una carta".
Para entender de qu¨¦ manera Kafka se serv¨ªa de la escritura para explorar cada vez m¨¢s dentro, cada vez m¨¢s al fondo de s¨ª mismo, y c¨®mo procuraba iluminar los rincones m¨¢s oscuros y las anomal¨ªas y los ruidos de su interior, valgan unos cuantos p¨¢rrafos de algunas de las Cartas a Felice (N¨®rdica, 2013; traducci¨®n de Pablo Soroz¨¢bal):
La mejor forma de vida
¡°Con frecuencia he pensado que la mejor forma de vida para m¨ª consistir¨ªa en encerrarme en lo m¨¢s hondo de una vasta cueva con una l¨¢mpara y todo lo necesario para escribir. Me traer¨ªan la comida y me la dejar¨ªan siempre lejos de donde yo estuviera instalado, detr¨¢s de la puerta m¨¢s exterior de la cueva. Ir a buscarla, en camis¨®n, a trav¨¦s de todas las b¨®vedas ser¨ªa mi ¨²nico paseo. Acto seguido regresar¨ªa a mi mesa, comer¨ªa lenta y concienzudamente, y enseguida me pondr¨ªa de nuevo a escribir. ?Lo que ser¨ªa capaz de escribir entonces! ?De qu¨¦ profundidades lo sacar¨ªa! ?Sin esfuerzo! Pues la concentraci¨®n extrema no sabe lo que es el esfuerzo. Lo ¨²nico es que quiz¨¢ no perseverase, y al primer fracaso, tal vez inevitable incluso en tales condiciones, no podr¨ªa por menos que hundirme en la m¨¢s grande de las locuras: ?qu¨¦ dices a esto, mi amor? ?No retrocedas ante el habitante de la cueva!¡±. (Carta del 14 al 15 de enero de 1913)
El estado de confusi¨®n
¡°...?has conocido alguna vez la incertidumbre? ?Has visto c¨®mo se abr¨ªan aqu¨ª y all¨¢ para ti solamente, descontando a los dem¨¢s, diversas posibilidades, y que con ellas surg¨ªa una verdadera prohibici¨®n de efectuar todo movimiento? ?Has desesperado alguna vez de ti misma, simplemente desesperado, sin que entrase en tu mente, ni del modo m¨¢s fugaz, pensar en el otro? ?Desesperado hasta el extremo de tirarse al suelo y permanecer as¨ª m¨¢s all¨¢ de todos los Juicios Universales? (...) ?Y qu¨¦ es lo que te sostiene, la idea del juda¨ªsmo o la de Dios? ?Sientes --y esto es lo principal-- v¨ªnculos ininterrumpidos entre ti y una altura o profundidad tranquilizadoramente lejana, posiblemente infinita? El que siente tal cosa no se ve en la necesidad de un lado a otro como un perro perdido que, mudo, lanza a su alrededor miradas implorantes (...)¡±. (Carta del 9 al 10 de febrero de 1913)
Cerca de m¨ª
¡°Por eso corro en todas direcciones --no deliberadamente, claro est¨¢--, como las ardillas locas dan vueltas y m¨¢s vueltas en la jaula, con el solo fin, mi amor, de retenerte ante mi jaula y saberte cerca de m¨ª, aunque yo no pueda verte. ?Cu¨¢ndo te dar¨¢s cuenta de ello, y una vez que te hayas dado cuenta, cu¨¢nto tiempo permanecer¨¢s ah¨ª?¡±. (Carta del 21 al 22 de febrero de 1913)
El futuro
¡°Por supuesto que no tengo ning¨²n plan, ninguna perspectiva, yo no puedo entrar en el futuro por mis propios pasos; precipitarme en el futuro, rodar en el futuro, tropezar y caer en el futuro, eso s¨ª puedo hacerlo, y lo que mejor soy capaz de hacer es quedarme tumbado¡±. (Carta del 28 de febrero al 1 de marzo de 1913)
El sacrificio
¡°No me preguntes sin parar si quiero hacerte m¨ªa. El leer estas preguntas es algo que me da una tristeza mortal. Esas son las preguntas que hay en tu carta, pero en cambio no hay una sola palabra, ni una palabrita sobre ti, ni una palabra que diga lo que esperas para ti, ni una palabra que hable de lo que significar¨ªa el matrimonio para ti. Todo concuerda, para ti se trata de un sacrificio, no hay nada m¨¢s que hablar sobre el particular¡±. (Carta del 21 de marzo de 1914)
Los dos combatientes
¡°Que en mi interior hay dos seres que combaten, es cosa que ya sabes. Que el mejor de ambos combatientes te pertenece, es algo que en estos ¨²ltimos d¨ªas he dudado menos que nunca. Sobre las vicisitudes de la lucha has sido informada a lo largo de cinco a?os mediante la palabra y el silencio y mediante sus entremezcladuras, por lo general para tu tormento. Caso de que me preguntes si ha habido siempre veracidad, solo te puedo decir que jam¨¢s hacia ninguna otra persona me he abstenido tan en¨¦rgicamnte de decir mentiras conscientes, o para ser a¨²n m??as exacto, m¨¢s en¨¦rgicamente, que hacia ti. Disimulos ha habido algunos, mentiras muy pocas, suponiendo que, de por s¨ª, sea posible eso de que haya ¡®muy pocas¡¯ mentiras. Soy un ser mentiroso, de otra manera no s¨¦ conservar el equilibrio, mi barca es muy fr¨¢gil¡±. (Carta del 30 de septiembre al 1 de octubre de 1917)
Babelia
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