Un dilema existencial
Ambos grupos compet¨ªan por las ventas, la influencia cultural y la credibilidad en ¡®underground¡¯
Sinceramente, pens¨¦ que el debate hab¨ªa desaparecido de la circulaci¨®n (por lo menos, desde que se jubil¨® Jes¨²s Hermida). Y resulta que no: todav¨ªa le queda kilometraje al enfrentamiento entre Beatles y Rolling Stones.
Encuentras sus ecos en lugares insospechados. Aparece en uno de los tomos de Sal¨®n de los pasos perdidos, la entrega anual de los diarios de Andr¨¦s Trapiello. Lo plantea un amigo fil¨®sofo en una reuni¨®n nocturna y sirve para que el autor apuntale el altivo personaje que se ha construido con esos libros. Trapiello opta por los Beatles con evidente desidia: ¡°Con ellos ha tenido suficiente, y tampoco le ha salido de dentro ir a la tienda y comprar un disco ni de los Beatles ni de ning¨²n otro".
?Ol¨¦!, dir¨ªa un castizo. Pero la vida parece exigir tomar partido, recrear antiguas batallas, reducir el mundo a dicotom¨ªas. Sale ahora en EE UU un libro al que cabe pronosticar buena carrera comercial: Beatles vs. Stones, de John McMillian. M¨¢s que nada, deber¨ªa ayudar a refrescar los planteamientos. Recordar que la oposici¨®n entre ambos grupos fue inicialmente alentada por sus respectivos managers, que alimentaban as¨ª la caldera medi¨¢tica. Un detalle revelador: la misma persona editaba las revistas del fan club de unos y otros.
Incluso, la lectura del trabajo de McMillian podr¨ªa disipar esos mitos apolillados que todav¨ªa lastran cualquier discusi¨®n sobre el asunto: el (falso) origen proletario de John Lennon, que le atribu¨ªa una misteriosa superioridad moral sobre un hijo de la clase media como Mick Jagger.
Con el tiempo, se ha minimizado la deslumbrante obra de los Stones de 1966 y 1967: evidente que iban a la zaga de los Beatles (como todos los grupos del momento), pero ambos reaccionaban a las influencias estadounidenses, y muy especialmente al mandato de Bob Dylan, que hab¨ªa ampliado el lenguaje y la tem¨¢tica de las letras del pop.
?La diferencia? Los Beatles lo hicieron de forma el¨ªptica mientras los Stones acentuaron los elementos m¨¢s chirriantes del universo dylaniano: metamorfosearon los arreglos de cuentas con antiguas novias en misoginia de sal gruesa, convirtieron el rechazo del mundo adulto en alarde elitista, transformaron el acceso a las drogas en la se?al de los elegidos.
Aunque coincidieran cronol¨®gicamente, la evoluci¨®n fue dispar. A pesar de la grandeza de su etapa pop, los Stones s¨®lo se reconocieron como propietarios de un estilo personal a partir de 1968 (Beggars banquet). A¨²n as¨ª, los exBeatles les consideraban como la competencia a batir. Las agudas maldades de Lennon ¡ªel hombre sab¨ªa zaherir¡ª contra Jagger y los Stones revelan la profundidad de su obsesi¨®n.
En Espa?a, el enfrentamiento era esencialmente una preocupaci¨®n de gente en la periferia: cre¨ªan que los musiqueros siempre se inclinaban por ¡°los chicos malos¡±. En verdad, cuando se nos preguntaba, tir¨¢bamos balones fuera: ¡°Entre los Beatles y los Rolling, yo me quedo con...?los Kinks!¡±. O The Who o The Byrds o cualquier ejemplo que evidenciara que solo los tontos renuncian a disfrutar de la abundancia creativa.
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