Lee menos, vive m¨¢s

Soltemos la frase ya desde el inicio, porque la van a ver repetida casi en cada cr¨ªtica, seguramente porque es verdad: Le Week-end no es, pero podr¨ªa ser la cuarta entrega de la saga de Richard Linklater sobre la relaci¨®n amorosa entre los personajes de Ethan Hawke y Julie Delpy, y bien se podr¨ªa haber titulado algo as¨ª como Antes del crep¨²sculo. As¨ª que, expuesta la comparaci¨®n, cierta y que puede funcionar como pista perfecta para el espectador interesado, dejemos a Linklater y hablemos de Hanif Kureishi, el escritor, y de Roger Michell, el director, porque ambos tienen inmensas cosas que aportar al debate cinematogr¨¢fico sobre el punto de inflexi¨®n de una relaci¨®n amorosa que puede llevar a su debacle, o a su resurrecci¨®n.

A lo largo de todo un viaje de fin de semana en Par¨ªs, el matrimonio en la sesentena de edad que interpretan con cercan¨ªa, talento y hermosura Jim Broadbent y Lindsay Duncan, va a ver cuestionada su situaci¨®n como pareja, su existencia como seres humanos y su futuro com¨²n a trav¨¦s de una serie de situaciones y conversaciones que podr¨ªan resumirse en una filosof¨ªa que deber¨ªan apuntarse todos los aspirantes a intelectuales: "Lee menos, vive m¨¢s". Kureishi, reputado novelista, dramaturgo y guionista (de Mi hermosa lavander¨ªa a Intimidad), reflexiona con evidente aroma autobiogr¨¢fico sobre las dicotom¨ªas pensamiento-acci¨®n, formaci¨®n-ejercicio, teor¨ªa-pr¨¢ctica, a trav¨¦s de su protagonista masculino, un escritor y profesor universitario, y su esposa, tambi¨¦n profesora. ?Qu¨¦ es la sensatez cuando se est¨¢ al borde de la jubilaci¨®n? ?Qu¨¦ se espera de unos hijos que con toda probabilidad nos han decepcionado? Pero, ?qu¨¦ es la decepci¨®n, es con ellos o con nosotros mismos? En fin, con la ¨¢gil c¨¢mara de Roger Michell como gu¨ªa, aunque fija en la mirada de sus criaturas cuando debe estarlo, Kureishi, previo paso por un maravilloso homenaje al cine de Godard y a la, con toda probabilidad, mejor secuencia de toda la nouvelle vague, nos viene a decir que es momento de dejarse de altares culturales para simplemente echar un baile; unos pasos musicales alrededor de la vida, frescos y sin complejos, armados de sombrero y palmas. La alegr¨ªa de vivir, como una godardiana banda aparte.