Servillo, en el teatro de la ¡®dolce vita¡¯
El actor interpreta ¡®La gran belleza¡¯, de Paolo Sorrentino, retrato de la Roma m¨¢s hedonista
El cine es lo que hace Toni Servillo (Afragola, 1959) entre obra de teatro y obra de teatro. No es una banalidad, pero s¨ª algo que el actor y director teatral maneja con m¨¢s ligereza que su labor en los escenarios, aunque acude presto cuando quien le llama es Paolo Sorrentino, tambi¨¦n oriundo de la Campania. ¡°Siempre que escribo, pienso en ¨¦l. Toni es uno de mis grandes amigos, y me encanta discutir y compartir aventuras con ¨¦l. Por no entrar en su ilimitado talento como int¨¦rprete¡±, asegura el director de Las consecuencias del amor, Il Divo o La gran belleza. De sus seis pel¨ªculas, Servillo aparece en cuatro. M¨¢s a¨²n, para medir la grandeza de Servillo solo hace falta mirar su curr¨ªculo: en 2008 protagoniz¨® Il Divo y particip¨® en Gomorra, es decir, le llamaron dos directores (Sorrentino y Garrone) que no se llevan precisamente bien.
En La gran belleza, un regodeo en la sociedad romana m¨¢s epic¨²rea, un retorcimiento al exceso de los protagonistas de La dolce vita, un canto a un modo de vida que se est¨¢ despidiendo del mundo, la funci¨®n est¨¢ en manos de Servillo, que encarna a Jep Gambardella, periodista y escritor de grandes fastos y pocas palabras escritas: la pel¨ªcula arranca en la desaforada celebraci¨®n de su 65 cumplea?os. ¡°Jep tiene una melanc¨®lica indiferencia que le lleva a desperdiciar su talento, no tiene nada que ver conmigo. Ahora bien, su iron¨ªa es una caracter¨ªstica de la gente que procedemos de la zona de N¨¢poles, y la combinamos con la pasi¨®n: nos calentamos y a la vez lo vemos todo con distancia. No s¨¦ muy bien c¨®mo explicarlo. La literatura y el arte napolitano son m¨¢s alusivos y cercanos a la met¨¢fora; la cultura romana es m¨¢s concreta, m¨¢s pegada a lo material¡±. En persona, Servillo va tan atildado como su personaje, pero su car¨¢cter recuerda m¨¢s al del comisario de polic¨ªa de No mires atr¨¢s. Y acepta de buen grado mojarse y explicar si se puede aplicar a la situaci¨®n actual eso tan bonito de ¡°melanc¨®lica indiferencia¡±: ¡°Bueno, la pel¨ªcula la crea un artista, Paolo, que refleja el mundo en que vivimos, de decadencia de ciertas cunas de la cultura, y que efectivamente destila este sentimiento¡±.
Hay una mirada de Jep Gambardella, altiva, creadora de distancia con su interlocutor, que podr¨ªa recordar al Andreotti de Il Divo: ¡°Es una impresi¨®n, porque cre¨¦ aquel pol¨ªtico a imitaci¨®n de una m¨¢quina solitaria que habita en el misterio y la insondabilidad del poder. Jep es humano, c¨ªnico, pero emocional hasta a veces llegar a las l¨¢grimas¡±. A cambio, Jep no crea. ¡°M¨¢s que escribir, vive su propia autobiograf¨ªa. Tal vez porque siente que est¨¢ en un mundo cada vez m¨¢s hueco. Prefiere escarbar y encontrar al final del d¨ªa la belleza que se esconde bajo toneladas del bla bla bla que le rodea¡±. Todo lo contrario a la obra con la que est¨¢ de gira desde hace un a?o, la neorrealista Le voci di dentro, de uno de sus dramaturgos m¨¢s amados, Eduardo De Filippo, que Servillo dirige e interpreta: ¡°Habla de la ruina moral que sigui¨® a la ruina material de la Italia de la posguerra. Me tiene viajando por Europa, estar¨¦ en Madrid en 2014¡±. Cree que el teatro es fundamental para el hombre: ¡°No digo que sea m¨¢s importante, cada uno elige su arte, pero desde luego llega al p¨²blico de forma directa, que as¨ª comparte de forma democr¨¢tica los sentimientos¡±.
En La gran belleza Sorrentino y Servillo han trabajado de manera diferente de anteriores colaboraciones: ¡°Es su pel¨ªcula m¨¢s ambiciosa, es un viaje a trav¨¦s de una ciudad y una clase social, con paradas en la mundanidad del arte, por ejemplo. Un fresco complejo. Ambos conocemos mucho y nos ayud¨® mucho conocer a dandis napolitanos como Jep¡±. ?Y Fellini, lo revisaron mucho? ¡°Lo digo con todo respeto, pero creo que ve¨ªa la vida desde una balaustrada, con distancia y ternura; Paolo baja al suelo, se mete en lo retratado; no hay ternura, sino confusi¨®n. Es gracioso: La dolce vita estuvo a punto de titularse La bella confusi¨®n. Hoy seguimos en esa confusi¨®n, pero ya no hay belleza¡±.
Babelia
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