Radiograf¨ªa de la feria del libro del futuro
Pese a los recelos, las plataformas digitales multiplican las posibilidades de la industria editorial, seg¨²n los profesionales del 'ebook'
Libros. Monta?as de libros. Estantes repletos de libros. Peque?os, grandes, delgados, de bolsillo, de pasta dura, de colecci¨®n. La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la m¨¢s grande en castellano, debe de albergar cientos de miles, quiz¨¢ hasta millones de ellos. Pero es un hecho que desde hace por lo menos 10 a?os, el libro (y la industria impresa en general) se ha enfrentado a una seria crisis de identidad: ?Hay futuro para el papel? ?Estamos destinados a leer en tabletas? ?C¨®mo ser¨¢n las ferias del libro del futuro? ?Existir¨¢n las ferias en s¨ª?
La edici¨®n de este a?o de la Feria del Libro, que concluye este domingo, ha incluido por primera vez un pabell¨®n dedicado al libro electr¨®nico. Algunos de los expositores ofrecen t¨ªtulos hasta un 70% por debajo de su valor en papel. Pero, contrario a la creencia, un libro electr¨®nico no ¡°debe¡± forzosamente ser m¨¢s barato que su equivalente en papel. Al menos as¨ª opina Ian McCullough, experto en consumo de medios electr¨®nicos. ¡°El coste es irrelevante. El mayor valor de un libro no est¨¢ en lo que es f¨ªsicamente, sino en el contenido: el trabajo de editores, escritores, promotores, etc¨¦tera¡±.
Adem¨¢s, la capacidad de la plataforma convierte al libro en un objeto con muchas mayores posibilidades. Robot Media es una editorial con sede en Barcelona que produce libros electr¨®nicos infantiles. Su director, Hermes Piqu¨¦, opina que el ebook est¨¢ en fase experimentaci¨®n, en especial en su campo. ¡°Todavia seguimos pasando p¨¢gina en muchos dispositivos, cuando el concepto de p¨¢gina no hace m¨¢s que restringir el lienzo infinito que ofrece el digital. Adem¨¢s, hablar del libro digital es tambi¨¦n restrictivo. La palabra describe al continente y no al contenido. Nuestros ¡°libros¡± tienen animaci¨®n, ?son pel¨ªculas?; narraci¨®n, ?es audio?; interactividad, ?son juegos?, y por supuesto: texto. Es muy divertido cuando los abogados intentan describir el libro digital en un contrato editorial¡±.
El lector cambia, pero no dejar¨¢ de existir. Brian Wong, el joven fundador de la plataforma Kiip -que utiliza un sistema de recompensas a trav¨¦s de juegos electr¨®nicos para usos comerciales-, opina que el libro y la industria del papel en general seguir¨¢n existiendo pese a los cambios. ¡°La necesidad de informarse no desaparecer¨¢ de la noche a la ma?ana. Los contenidos se especializan, eso s¨ª. La gente es mucho m¨¢s espec¨ªfica para el consumo editorial. Pero el inter¨¦s no se va a extinguir¡±.
"Es muy divertido cuando los abogados intentan describir el libro digital en un contrato editorial"
Y es precisamente eso, los h¨¢bitos, lo que est¨¢ en constante evoluci¨®n y marcar¨¢ la pauta para los a?os a seguir. Esta semana, en el pabell¨®n infantil de la FIL de Guadalajara, abundaban los ni?os que hojeaban libros al mismo tiempo que tomaban con seguridad las tablets que se hallaban por ah¨ª. ¡°Tenemos apenas nociones del vocabulario del lenguaje digital y queda mucho camino hasta que podamos establecer su gram¨¢tica. ?Cu¨¢les ser¨¢n los contenidos que prefieran los beb¨¦s que crecieron con una tableta? En unos a?os ya lo sabremos¡±, recuerda Piqu¨¦.
El libro, o lo que entendemos por el libro, no est¨¢ en peligro de muerte. Lo que cambiar¨¢, asegura Matt Cable, de la compa?¨ªa de software Rosa Labs, es el camino de difusi¨®n y consumo. Cable descarta, por el momento, un sistema similar al de los sitios que comparten en l¨ªnea m¨²sica o pel¨ªculas (como Spotify o Netflix) para la industria editorial. ¡°El material audiovisual se puede consumir en minutos. Los libros llevan mucho m¨¢s tiempo y no es probable que se adapten f¨¢cilmente a una plataforma basada en un modelo tan abierto¡±. Piqu¨¦ coincide: ¡°La distribuci¨®n est¨¢ lejos de ser conveniente. En los dispositivos de Apple, por ejemplo, el App Store se utiliza tanto para distribuir contenidos como para bajarse una app para pedir taxis. Muchos usuarios nunca han abierto iBooks o Newsstand (las apps dise?adas para libros y revistas) y sin embargo consumen aplicaciones vorazmente¡±.
Pese a que el modelo de negocio es un aut¨¦ntico quebradero de cabeza para la industria editorial, la buena noticia (por lo menos) es que ahora es consciente del cambio. ¡°Aunque eso no implica que les sea f¨¢cil cambiar. El valor que tradicionalmente aportan las editoriales ha disminuido, y esto requiere redefinir su papel en la cadena de valor¡±, opina Piqu¨¦. ¡°Las editoriales hist¨®ricamente han destacado en cuatro funciones: descubrir talento, prepararlo para su publicaci¨®n, distribuirlo y m¨¢s recientemente vender sus derechos¡±.
Un libro electr¨®nico puede ser difundido en cuesti¨®n de minutos a una audiencia global
Y las redes sociales han volado por los aires ese status quo, recuerda Wong. ¡°Para las empresas tradicionales es muy dif¨ªcil acostumbrarse al cambio porque implica una revisi¨®n de su propia identidad¡±, comenta. Un usuario en Twitter con un gran n¨²mero de seguidores gana el ¡°prestigio¡± para estar en una librer¨ªa. Esta semana, por ejemplo, tambi¨¦n en la FIL, la escritora Merlina Acevedo present¨® Relojes de arena, peones de Troya, un libro que compila buena parte de sus tuits: complicados pal¨ªndromos y aforismos que le han ganado admiradores dentro y fuera de la industria editorial. ¡°Es cada vez m¨¢s com¨²n que los autores lleguen a las editoriales con su propia audiencia¡±. El caso de Acevedo es, nunca mejor dicho, de libro. Y de la distribuci¨®n, ni hablar. Un libro puede ser difundido en cuesti¨®n de minutos a una audiencia global a trav¨¦s de Amazon o Play de Google.
Pero no todo son p¨¦rdida de funciones para las editoriales: un escritor no necesariamente tiene un esp¨ªritu comercial, afirma Piqu¨¦. ¡°Y es aqu¨ª donde creo que as editoriales tienen mucho valor qu¨¦ aportar. Cada vez hay una mayor oferta de contenidos y no solo se necesita calidad para destacar. Las editoriales tendr¨¢n cada vez m¨¢s participaci¨®n en el marketing on line y la gesti¨®n de fans¡±.
La feria del libro del futuro, entonces, no solo permanecer¨¢ sino que ser¨¢ una convivencia mucho m¨¢s cercana entre escritor y lector. Piqu¨¦ recuerda el ejemplo del autor de Juego de Tronos, George R. R. Martin, que adelanta cap¨ªtulos de sus pr¨®ximas novelas en su p¨¢gina web. ¡°Quiz¨¢ en 50 a?os las ferias del libro [como las conocemos] no ser¨¢n necesarias: ser¨¢n ferias de lectores¡±.
Babelia
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