Muere Nadir Afonso, pensador de la pintura, a los 93 a?os
Pintor y arquitecto, colaborador de Niemeyer, era uno de los mayores referentes del arte abstracto en Portugal
El pasado 11 de diciembre, justo una semana despu¨¦s de cumplir 93 a?os, fallec¨ªa el pintor portugu¨¦s Nadir Afonso, pionero y paradigma de la abstracci¨®n geom¨¦trica portuguesa y un buscador, a lo largo de toda su larga vida, de la forma perfecta. No en vano lleg¨® a afirmar que odiaba a los estetas y adoraba la geometr¨ªa.
Naci¨® en Chaves, en un municipio del norte de Portugal, fronterizo con Espa?a. Su padre, funcionario del ministerio de Finanzas, poeta y aficionado a los nombres raros (al hermano de Nadir le llam¨® Lereno) fue el que le entreg¨® el primer pincel.
Estudi¨® en Oporto y empujado por ciertas influencias y por haber sacado buenas calificaciones en el bachillerato, entr¨® en la Facultad de Arquitectura y no en la de Bellas Artes. ¡°No me rebel¨¦ contra eso. Aunque yo siempre fui pintor, desde la escuela primaria¡±, lleg¨® a afirmar, seg¨²n un art¨ªculo reciente del Di¨¢rio de Not¨ªcias.
Desde entonces, simultane¨®, la mayor¨ªa de las veces por razones econ¨®micas, el trabajo de arquitecto con el del pintor, su aut¨¦ntica vocaci¨®n. Al terminar la universidad viaj¨® a Par¨ªs con un mont¨®n de telas debajo del brazo que no coloc¨® en ninguna galer¨ªa. Desde all¨ª, en 1951, se traslad¨® a R¨ªo de Janeiro, donde acab¨® trabajando en el equipo del arquitecto Oscar Niemeyer. Con todo, Afonso jam¨¢s se sinti¨® arquitecto. En una entrevista al Di¨¢rio de Not¨ªcias en noviembre de 1983 aseguraba: ¡°El hecho de haber sido arquitecto no influy¨® en nada en mi pintura. Fui siempre pintor, aunque una serie de accidentes me arrastraron hacia la arquitectura contra mi voluntad. Si hay afinidades, sucedieron en el inconsciente¡°.
A mediados de los sesenta, despu¨¦s de haber vuelto a Par¨ªs y a Portugal, decidi¨® dedicarse exclusivamente a los cuadros y a la abstracci¨®n geom¨¦trica. Obsesivo y minucioso, aseguraba que un cuadro no estaba jam¨¢s terminado, que solo se le pod¨ªa poner el punto final con la muerte del autor. Y fue fiel a sus principios: retocaba incesantemente su obra, no solo la que le rodeaba en su casa-taller de Cascais, sino tambi¨¦n el resto: no era extra?o que pidiera permiso a gente que hab¨ªa comprado sus cuadros y a directores de museos que los albergaban para que le dejaran dar una pen¨²ltima pincelada. Como aseguraba una historiadora, ¡°a veces, hab¨ªa que proteger la obra del propio artista¡±.
Ten¨ªa tres hijas de tres mujeres cuando conoci¨® a la que ser¨ªa su ¨²ltima mujer, Laura. Cuando se casaron Afonso ten¨ªa 57 a?os y ella veinte. Desde entonces, como ¨¦l mismo reconoc¨ªa, ella se ocup¨® de todo lo que no era pintar. Tuvieron dos hijos que hace pocos d¨ªas celebraban con una tarta de chocolate, una de las debilidades del artista, su 93? cumplea?os.
Otra era el f¨²tbol. ¡°En el fondo, es un juego de geometr¨ªa¡±, aseguraba.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.