Reabrazando el ronlalismo
Ron Lal¨¢ da en la diana con 'En un lugar del Quijote', que destila la esencia del texto cervantino Gracia en la prosa y el verso, energ¨ªa actoral, y m¨²sica
1 El pasado verano, en el Poliorama barcelon¨¦s, abrac¨¦ la fe ronlalera con Siglo de oro, siglo de ahora, donde demostraban que los tiempos del barroco y nuestro desastre actual no andan tan lejos. Anot¨¦: ¡°?Por qu¨¦ habr¨¦ tardado tanto en descubrir a los Ron Lal¨¢? ?Qu¨¦ andar¨ªa yo haciendo? Son unos actores sensacionales, tocan y cantan de f¨¢bula y tienen ingenio por arrobas: algo as¨ª como el resultado de cruzar en una retorta a los Luthiers con los Joglars de la buena ¨¦poca y rociar la mezcla con esencia Monty Python y el salero versificador de Mu?oz Seca¡±.
Tres meses m¨¢s tarde me reafirmo en la creencia porque han vuelto a dar en la diana con En un lugar del Quijote. Talentazo colectivo en estado puro (con Yayo C¨¢ceres a los mandos de la nave) y una versi¨®n en¨¦rgica y respetuosa del cl¨¢sico que roza la proeza: ah¨ª es nada destilar el Quijote en hora y media. Pocos d¨ªas en el Pav¨®n, del 19 de diciembre al 5 de enero, pero con proa hacia una gira por Espa?a que, visto lo visto, pinta exitos¨ªsima. Prueba de fuego: vi la funci¨®n en una matinal de domingo, con mucho p¨²blico infantil y adolescente, y las risas y los silencios estaban en su sitio, y daba gusto mirar al escenario y mirar luego sus ojos prendidos. En dos palabras: me emocion¨¦. Por lo bien hecho que est¨¢ el espect¨¢culo, por la sandunga del verso y de la prosa, por la potencia y claridad de sus voces, por el ritmo constante, por lo pegadizo de las canciones. Hasta los chistes f¨¢ciles, que los hay, tienen gracia porque est¨¢n colocados como Dios manda, con alegr¨ªa y comp¨¢s.
Me emocion¨¦. Por la sandunga del verso y de la prosa, por la potencia y claridad de sus voces, por el ritmo constante
Un muro de hojas de papel y atadillos de libros por el suelo (gentileza de Curt Allen Wilmer) crean la ilusi¨®n de una biblioteca on¨ªrica. En una mesa, a la derecha del espectador, Don Miguel (Juan Ca?as) escribe y escribe. La idea central de la dramaturgia no puede ser m¨¢s cervantina: el Gran Manco pide al Barbero (Miguel Magdalena) y al Cura (?lvaro Tato, que se encarga tambi¨¦n de la direcci¨®n literaria) que entren y salgan del libro, guiando al Caballero de la Triste Figura hasta la casilla de salida. Naturalmente, comparece tambi¨¦n Cide Hamete Benegeli (de nuevo, ?lvaro Tato), el narrador musulm¨¢n inventado por Cervantes, al que los ronlaleros ubican en Lavapi¨¦s. Y Alonso Quijano lee su propia novela.
Sin pedanter¨ªas posmodernas: todo fluye sin la menor afectaci¨®n. Como apuntaba m¨¢s arriba, el texto es un trabajo de amor ganado, con canciones que alternan redondillas y romances, y materiales de muy diversas procedencias, desde los ovillejos (¡°Muerte, mudanza y locura¡±) de La?ilustre fregona hasta fragmentos de la hermosa carta al conde de Lemos, que utilizan para la despedida del Hidalgo. Pero no adelantemos acontecimientos, porque por el patio de butacas entran ya, galopando sobre dos cintas a guisa de montura, I?igo Echevarria, un Quijote ingenuo y apasionado que recuerda a Fern¨¢n-G¨®mez en La otra vida del capit¨¢n Contreras, y Daniel Rovalher, un Sancho leal y jacarandoso que Alfredo Landa hubiera aplaudido. Aqu¨ª se juega como jug¨¢bamos de peque?os: un ventilador se convierte en molino de viento (y en gigante, por supuesto), los duelos a espada se resuelven a un precio m¨®dico, y, lo m¨¢s importante, los pies de Quijote y Sancho chapotean (o sue?an que chapotean), r¨ªo arriba, en las aguas de la edad de oro, ¡°cuando se declaraba el amor del alma simple y sencillamente, sin buscar rodeos de palabras¡±.
Los ronlaleros se multiplican para encarnar a los personajes de un cent¨®n de aventuras, desde el bachiller Sans¨®n Carrasco, luego Caballero de los Espejos y su colega de la Blanca Luna, y Teresa Panza, y Tom¨¦ Celial, y un Vizca¨ªno carlist¨®n y fan del Atleti, nos hacen visitar la cueva de Montesinos, y la ¨ªnsula Barataria, y montar a lomos de Clavile?o, y qu¨¦ s¨¦ yo cuantas historias m¨¢s. Siempre habr¨¢ quien eche en falta otras peripecias, pero ya bien dicen al final, en una tonada concebida como jocosa nota a pie de p¨¢gina: ¡°Como hay tantos personajes?/ y no entran los que uno quiere?/ aunque nos daba coraje?/ tuvimos que hacer un ERE¡±. Quiero aplaudir tambi¨¦n el vestuario de Tatiana de Sarabia, realizado con sencillez, imaginaci¨®n y ¨®ptimo gusto, y, por encima de todo, una voluntad contagiosamente did¨¢ctica que nunca se subraya como tal: En?un lugar del Quijote despierta enormes ganas de correr a zambullirse en la novela.
El texto es un trabajo de amor con canciones que alternan redondillas y romances, y materiales de diversas procedencias
Ah, y una cosa m¨¢s. Pareado: no se vende como tal, pero es un musical. M¨¢s de diez canciones cont¨¦ yo, y varios pasajes instrumentales, igualmente estupendos. Casi dir¨ªa que no se nota cuando cantan porque lo hacen con la misma energ¨ªa y naturalidad con que hablan, y esa me parece a m¨ª una muy hermosa manera de cantar. Vale, El hombre de La Mancha era muy bonito, pero yo me quedo con En un lugar del Quijote. Gracias por tanta alegr¨ªa, tanta entrega y tanto entusiasmo en estos tiempos sombr¨ªos.
2 Atasco de estrenos, y que no decaiga. En estos d¨ªas he visto: Montenegro, en el Valle Incl¨¢n. Muy buena condensaci¨®n de las Comedias b¨¢rbaras de Valle a cargo de Ernesto Caballero, que firma la puesta. Hubiera sido ideal ofrecerlas ¨ªntegras: un Centro Dram¨¢tico puede ¡ªy debe¡ª permit¨ªrselo. Brilla Ram¨®n Barea, poderoso y vulnerable y sosteniendo la funci¨®n con gran autoridad, muy bien secundado por un viv¨ªsimo Janfri Topera como Don Gal¨¢n, al frente de un amplio reparto en el que destacan Mona Mart¨ªnez, Rebeca Matell¨¢n y Yolanda Ulloa. Problemas: fe¨ªsimas composiciones grupales y una m¨²sica subrayante y excesiva. En Barcelona, dos funciones notables en el TNC: La rosa tatuada, un Tennessee Williams con encanto, pero excesiva longitud, muy bien montada por Carlota Subir¨®s, con Clara Segura y Bruno Or¨®, impecables en los roles protagonistas. En la sala peque?a se ha estrenado Fum (Humo), la esperada nueva obra de Josep Maria Mir¨®, el autor de El principio de Arqu¨ªmedes. Buen texto, sutil e inteligentemente armado, sobre las tensiones de dos parejas (una joven, otra madura) atrapadas en un hotel africano durante una revuelta. Destacan Carme El¨ªas y Joan Carreras.
Hablar¨¦ de todos estos espect¨¢culos en los s¨¢bados siguientes.
En un lugar del Quijote. Versi¨®n libre del cl¨¢sico de Cervantes. Director: Yayo C¨¢ceres. Teatro Pav¨®n, Madrid. Hasta el 5 de enero. La obra se representar¨¢ el 24 de enero en Torrelodones, el 1 de febrero en Nar¨®n, el 2 en Orense, el 14 en Fuenlabrada, el 20 y el 21 de marzo en Murcia, el 28 de marzo en Vitoria, el 29 de marzo en Pozuelo de Alarc¨®n, el 30 de marzo en Consuegra, el 4 de abril en Paterna, el 24 y el 25 de abril en Segovia, el 26 de abril en Rivas-Vaciamadrid, el 5 de julio en Getafe y el 12 de octubre en Carballo.
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