Juan Gelman, una historia argentina
El exilio, el asesinato de su hijo en la dictadura y la desaparici¨®n de su nieta marcaron su vida
El martes, cuando vi el rostro de Juan Gelman en el noticiero, me pregunt¨¦ qu¨¦ nuevo premio le habr¨ªan dado porque, en verdad, ya se los hab¨ªan dado todos. S¨®lo en los ¨²ltimos a?os, y sin ser exhaustivos, hab¨ªa ganado el Juan Rulfo (2000), el Reina Sof¨ªa (2005), el Cervantes (2007). Pero, pocos minutos despu¨¦s, supe que su rostro estaba ah¨ª porque hab¨ªa muerto. Recuerdo vagamente ¡ªy vanamente¡ª mi ¨²nico encuentro con ¨¦l, despu¨¦s de la entrega del premio Cervantes a Jos¨¦ Emilio Pacheco en el paraninfo de la universidad de Alcal¨¢ de Henares. Era un d¨ªa azul, muy tieso. Alguien nos present¨®, diciendo que yo viv¨ªa en Buenos Aires, y ¨¦l, entonces, me pregunt¨® en qu¨¦ barrio. A¨²n a riesgo de que pareciera invento tuve que decirle la verdad: en Villa Crespo, donde ¨¦l hab¨ªa nacido, y, para m¨¢s ay, a tres cuadras de la cancha de Atlanta, el equipo del que era fan¨¢tico, que lo nombr¨® socio ilustre en 2006 y que, en el mismo acto, le regal¨® un trozo de su antigua tribuna. Me pregunt¨®, escueto, lejano, c¨®mo estaba la cancha, mientras fumaba hasta el carozo un cigarrillo y me miraba con unos ojos que parec¨ªan, a la vez, alertas, cansados y burlones.
Hijo de un matrimonio de inmigrantes jud¨ªos ucranianos, empez¨® a escribir poemas de amor a los nueve, para conquistar a una vecina: "Al principio le mandaba versos de un argentino del siglo XIX, Almafuerte, pero no me hizo caso. As¨ª que decid¨ª probar yo mismo. Tampoco me hizo caso. Ella sigui¨® su camino y yo me qued¨¦ con la poes¨ªa". Con la poes¨ªa y con la militancia: en 1945, con apenas 15, ingres¨® a la Federaci¨®n Juvenil Comunista. En 1975 la organizaci¨®n Montoneros, a la que pertenec¨ªa desde 1973, lo envi¨® al exterior para, entre otras cosas, denunciar los delitos contra los derechos humanos que se comet¨ªan durante el gobierno de Isabel Per¨®n. All¨ª estaba cuando, en la Argentina, se produjo el golpe militar que dio comienzo a la dictadura. Y all¨ª segu¨ªa cuando, el 24 de agosto de 1976, los militares secuestraron a su hijo, Marcelo, y su mujer embarazada. Gelman permaneci¨® en el exilio ¡ªentre Roma, Madrid, Par¨ªs, Nueva York y M¨¦xico, donde falleci¨®¡ª escribiendo poes¨ªa, periodismo y buscando a su nieta (o a su nieto: no ten¨ªa forma de saberlo). En 1989, el Equipo Argentino de Antropolog¨ªa Forense encontr¨® los restos de su hijo. Once a?os despu¨¦s, apareci¨® su nieta, Macarena, criada por la familia de un polic¨ªa uruguayo. Hace unos a?os, Luis Fondebrider, presidente del Equipo de Antropolog¨ªa Forense, me dijo que, cuando encontraron los restos de Marcelo Gelman, le dieron la noticia a su padre en persona, en Nueva York, donde estaban por otros asuntos. "Me result¨® una figura muy intimidante, serio, parco. Nos quedamos a dormir en su casa. ?l se qued¨® toda la noche despierto, leyendo el expediente, y al otro d¨ªa nos hizo millones de preguntas". Pens¨¦ muchas veces en aquel hombre insomne, hospedando bajo su techo a esos muchachos j¨®venes que iban a darle una noticia que era, a la vez, buena y mala. Pens¨¦ muchas veces, tambi¨¦n, en ese mismo hombre, ya mayor, recibiendo la noticia de que su nieta hab¨ªa aparecido. Y me pregunt¨¦, muchas veces, qu¨¦ ser¨ªa, para ese hombre, esa patria que produc¨ªa exilios, ausencias, desapariciones, apariciones a destiempo.
Cuando le dieron el premio Cervantes, dijo, en su discurso: "Las heridas no est¨¢n a¨²n cerradas, su ¨²nico tratamiento es la verdad y luego la justicia; s¨®lo as¨ª es posible el olvido verdadero". Ahora, mientras escribo, abro la nota del diario La Naci¨®n, de Buenos Aires, que anuncia su muerte, y veo, al pie, una leyenda: los comentarios est¨¢n cerrados debido a la sensibilidad del tema. Se ha muerto un poeta, me digo: ?cu¨¢l puede ser la sensibilidad del tema? Entonces, recuerdo que el 17 de mayo de 2013, cuando muri¨® el dictador Jorge Rafael Videla, la nota que anunciaba su muerte ten¨ªa, al pie, la misma frase. Es probable que esa espeluznante repetici¨®n, inversa y en espejo, diga m¨¢s que cien p¨¢rrafos como estos.
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