La bella durmiente

?ltima novela de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que el autor escribi¨® como homenaje al cl¨¢sico del premio Nobel japon¨¦s Yasunari Kawabata ¡°La casa de las bellas durmientes¡±, ¡°Memoria de mis putas tristes¡± parte de una idea, en apariencia, radicalmente provocadora ¨C¡°El a?o de mis noventa a?os quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen¡±- para acabar haciendo fina orfebrer¨ªa verbal del tiempo y el deseo. La novela cuenta, en definitiva, la historia de la construcci¨®n de un ideal rom¨¢ntico sublime entre los flujos y reflujos de una memoria carnal irrecuperable. Las diversas pol¨¦micas generadas por el libro y el hecho de que el rodaje de esta adaptaci¨®n fuese, en su momento, paralizado por las amenazas de una ONG que hablaba de apolog¨ªa de la pederastia y la prostituci¨®n infantil demuestra que no estamos en tiempos afines para sutilezas.

Dirigida por el dan¨¦s Henning Carlsen con gui¨®n de Jean-Claude Carri¨¨re, ¡°Memoria de mis putas tristes¡±, la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica, no es una pel¨ªcula precisamente sutil y quiz¨¢ est¨¦ m¨¢s en sinton¨ªa con los tiempos que la propuesta intemporal de Garc¨ªa M¨¢rquez. Que Paola Medina Espinoza, la actriz que encarna a la adolescente virgen, aparente haber cumplido varias primaveras tras el margen de seguridad de la edad adulta tergiversa el sentido del original. No es menos discutible que Carri¨¨re haya convertido a quien, en la novela, era una figura casi inasible en una insistente merodeadora enamorada: as¨ª, la pel¨ªcula se olvida de contar la construcci¨®n de una fantas¨ªa rom¨¢ntica privada ¨Csu posterior destrucci¨®n y una suerte de acuerdo final en forma de puntos suspensivos- para narrar una historia de amor que la est¨¦tica algo folklorista del conjunto acaba acercando casi a los tonos de un culebr¨®n desencajado. Quedan, eso s¨ª, el sentido del humor que Geraldine Chaplin imprime a su papel y la impecable l¨®gica de casting que lleva a ?ngela y Olivia Molina a compartir un mismo papel.