El ¨²ltimo silencio de Claudio Abbado
El director de orquesta milan¨¦s, uno de los m¨²sicos m¨¢s influyentes y extraordinarios de las pasadas d¨¦cadas, fallece a los 80 a?os tras una larga lucha contra el c¨¢ncer
La m¨²sica entona un r¨¦quiem mundial por Claudio Abbado. La muerte de uno de sus hijos predilectos deja atr¨¢s una ¨¦poca. Hoy ya todo es silencio. Esa parte de la m¨²sica que ¨¦l tanto dominaba. Se va uno de los directores de orquesta m¨¢s extraordinarios e influyentes de todos los tiempos. Una leyenda de la batuta. Su fichaje por la Filarm¨®nica de Berl¨ªn a la edad de 56 a?os fue el momento cumbre de una carrera a la altura de los m¨¢s grandes. Ocupaba el lugar de un m¨ªtico Herbert von Karajan, que hab¨ªa aportado a la formaci¨®n berlinesa una cultura del sonido, perfecci¨®n, virtuosismo, marketingy negocio discogr¨¢fico. Donde su antecesor brill¨® como una estrella mundial, Abbado aport¨® conocimiento y sensatez. Di¨¢logo con la orquesta, a quienes ped¨ªa que no le llamasen ¡°maestro¡±. Solo ¡°Claudio¡±, a secas. Afront¨® el reto con ideales s¨®lidos, personalidad equilibrada, gran dominio del repertorio, gusto por los compositores contempor¨¢neos y una inquebrantable apuesta por el talento joven. Este ha sido parte de su gran legado: la cercan¨ªa a la juventud. Desde la renovaci¨®n de los miembros de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, su labor pedag¨®gica, la tutela de estrellas como Gustavo Dudamel o la creaci¨®n de magn¨ªficas orquestas como la Gustav Mahler Jugendorchester o la de Lucerna.
El aura de leyenda que le acompa?¨® se forj¨® en los escenarios. A trav¨¦s de la m¨²sica, pero tambi¨¦n del combate p¨²blico que mantuvo con la muerte enfrente mismo de los espectadores a causa de un c¨¢ncer de est¨®mago. El R¨¦quiem de Verdi que dirigi¨® con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn en 2001, con visibles dificultades f¨ªsicas sobre el podio, son¨® a despedida. Pero venci¨® al destino y le arranc¨® 13 a?os m¨¢s a la vida. Luego, en su regreso definitivo, dedicado por completo a su pasi¨®n por los j¨®venes, son¨® la Segunda de Mahler: La resurrecci¨®n. La suya.
De aquella inesperada pr¨®rroga, con la que ni ¨¦l mismo contaba, sus interpretaciones fueron arrim¨¢ndose cada vez m¨¢s a lo m¨ªstico, a la elevaci¨®n metaf¨ªsica.
De la arrolladora ciudad de Berl¨ªn se desplaz¨® a la tranquila y pl¨¢cida Lucerna. All¨ª construy¨® un proyecto a la medida de sus fuerzas. Vivi¨® a?os plet¨®ricos. La fe en la m¨²sica fue alimento para su cuerpo maltrecho. ¡°Siempre dec¨ªa que era su mejor medicina¡±, explicaba ayer Mart¨ªn Baeza-Rubio, trompeta y director espa?ol que le acompa?¨® en la mayor¨ªa de sus proyectos. ¡°Para ¨¦l todo estaba en la m¨²sica de c¨¢mara. Una orquesta era un quinteto de cuerda un poco m¨¢s grande. Todo el mundo deb¨ªa entender ese di¨¢logo con el del al lado¡±, recuerda.
Perdemos al m¨¢s grande. Una ¨¦poca se va con ¨¦l¡± TERESA BERGANZA
Criado en una familia de m¨²sicos, estudi¨® piano, direcci¨®n y composici¨®n en el conservatorio de Mil¨¢n. Aprendi¨® de su padre, el violinista Michelangelo Abbado, y del m¨ªtico Carlo Maria Giulini. En Viena, donde complet¨® sus estudios, coincidi¨® con personalidades que le acompa?ar¨ªan en su carrera como Martha Argerich. Siempre rodeado de amigos. No se le conocen grandes rivalidades, excepto aquella, acentuada por los medios y zanjada en los ¨²ltimos tiempos, con Muti, quien le sustituy¨® despu¨¦s de casi dos d¨¦cadas en La Scala. Justo cuando Abbado se march¨® a Berl¨ªn, donde ayer la formaci¨®n lamentaba su p¨¦rdida: ¡°Su amor por la m¨²sica y su insaciable curiosidad fueron una inspiraci¨®n para nosotros y dej¨® su marca en nuestra manera de hacer desde los primeros conciertos en 1966. Estamos orgullosos de contarle entre nuestros directores titulares y de ser parte de su legado musical¡±.
En su vertiente oper¨ªstica tambi¨¦n trab¨® relaciones de fidelidad con cantantes como Teresa Berganza. Juntos hicieron casi todo Rossini. Ayer hablaba de ¨¦l como el m¨²sico m¨¢s influyente y extraordinario que ha conocido. ¡°Cantar con ¨¦l era muy f¨¢cil. No hac¨ªa falta mirarle las manos, con los ojos ya sab¨ªa lo que quer¨ªa. Mi primera Carmen fue con ¨¦l. Han sido muchos a?os de hacer buena m¨²sica juntos. Perdemos para m¨ª el m¨¢s grande. No es solo ¨¦l, es una ¨¦poca la que se va¡±.
Aficionado del AC Milan ¡ªa pesar de Berlusconi¡ª, entre conciertos se las apa?aba para no perderse los partidos de su equipo. Gustavo Gimeno, su asistente y confidente durante este ¨²ltimo a?o, vio con ¨¦l la ¨²ltima eliminatoria entre su equipo y el Bar?a. Perdieron los italianos. Pero le encantaba el buen juego, hablar de Messi y de la era dorada del equipo de Guardiola. O del tenis y Rafael Nadal. Incluso de sus plantas y sus paseos en barca por Cerde?a. Pero al final era un hombre t¨ªmido. Reacio a entrevistas y a hablar en p¨²blico. Parco para expresar sus emociones. Tremendamente exuberante, recuerda Gimeno, cuando comenzaba a mover los brazos.
Su generosidad y amor, un tesoro que guardar¨¦ siempre¡± GUSTAVO DUDAMEL
El a?o pasado fue nombrado senador vitalicio por el presidente de la Rep¨²blica Italiana, Giorgio Napolitano. En diciembre decidi¨® renunciar al sueldo del cargo y donarlo a la Escuela de m¨²sica de Fiesole, en la Toscana. Viv¨ªa horrorizado por la situaci¨®n de la cultura en su pa¨ªs, mutilada por los recortes. Hombre de izquierdas, comparaba a quienes lo han permitido con criminales. A menudo citaba a Alemania y Austria como un ecosistema donde las artes pod¨ªan sobrevivir y desarrollarse en Europa. Todo estaba en la educaci¨®n. Por eso adoraba el Sistema de Orquestas venezolano y su ¡°santo¡± Jos¨¦ Antonio Abreu. Ayer, el icono de ese trabajo, Gustavo Dudamel, lloraba su p¨¦rdida. ¡°Para m¨ª ser¨¢ siempre parte de ese excelso grupo de genios en la historia del Arte. Su infinita generosidad y amor ser¨¢n siempre unos de los m¨¢s valiosos tesoros que guardar¨¦ en esta vida¡±.
Como otras veces, el programa de su ¨²ltimo concierto el 26 de agosto en Lucerna tambi¨¦n fue el subtexto de su propia biograf¨ªa. La Incompleta de Schubert y la Novena de Bruckner, ambas sinfon¨ªas inacabadas al alcanzar la muerte a sus compositores. A ¨¦l tambi¨¦n le sorprendi¨® el final con decenas de proyectos. Estaba ilusionado con retomar la Tercera de Schumann, que cancel¨® el pasado verano y recuperar¨ªa en 2014. Y de completar la integral de Brahms con la orquesta de Lucerna. Siempre sin la partitura. Tanto para la m¨²sica, como para darle esquinazo a su propio destino.
Babelia
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