Una invitada francesa en el Prado
La pinacoteca acoge una tabla de Jean Fouquet, obra cumbre del arte franc¨¦s del siglo XV El museo de Bellas Artes de Amberes, actualmente en obras, es el prestador
La competencia es dura en las salas flamencas del museo del Prado, donde, ya saben, triunfa la muerte, los pecados capitales se sientan a la mesa y los ancianos cruzan la laguna Estigia una y otra vez con la clase de expresi¨®n desesperada que solo talla la eternidad. Pero incluso entre los bruegels, los boscos y los patinirs destaca poderosamente desde ayer una tabla francesa, enigm¨¢tica, bell¨ªsima, de Jean Fouquet. La Virgen con El Ni?o y ¨¢ngeles llega como pr¨¦stamo, hasta el 25 de mayo, del Real Museo de Bellas Artes de Amberes; su cierre por reforma ha permitido el viaje a Madrid de esta pieza del siglo XV dentro del programa La obra invitada, que, desde 2009 y con el apoyo de los Amigos del Museo del Prado, viene completando temporalmente la colecci¨®n de la pinacoteca con ilustres hu¨¦spedes como Sargent, Caravaggio, Vel¨¢zquez, De La Tour o Picasso.
Por si no fueran suficientes la excepcionalidad de su composici¨®n piramidal, el misterio iconogr¨¢fico oculto en las intenciones de su creador, de quien tan poco sabemos, o lo extraordinario de su paleta de colores, cualidades que literalmente asaltan al espectador seg¨²n pone un pie en la sala 57A, la conservadora Pilar Silva, jefa de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (1400-1600), advert¨ªa ayer de que se ¡°trata de una pieza ¨²nica del arte europeo¡±. ¡°Y tambi¨¦n¡±, a?ad¨ªa, ¡°de la trayectoria de su autor¡±: Jean Fouquet (1420-481), quien, pese a su escasa producci¨®n (superviviente), est¨¢ considerado el mejor pintor y miniaturista franc¨¦s del siglo XV, gracias a sus c¨¦lebres retratos del Louvre o por la serie en peque?o formato Libro de horas de ?tienne Chevalier, atesoradas en el museo Cond¨¦ de Chantilly.
Fue precisamente Chevalier quien encarg¨® la tabla que ahora llega al Prado. Pintada hacia 1452, fue en origen un d¨ªptico destinado a la iglesia colegial de N?tre Dame de Melun, en la regi¨®n de ?le de France. El conjunto se desgaj¨® en 1775.
El panel izquierdo, reproducido en una foto en blanco y negro en la cartela, tuvo como destino final la Gem?ldegalerie de Berl¨ªn, representa al tesorero de los reyes de Francia Carlos VII y Luis XI acompa?ado por San Esteban y palidece en comparaci¨®n con la parte derecha expuesta en el Prado. En esta, una virgen de encarnaci¨®n blanca y tez marfil, muy al gusto de la ¨¦poca, se rodea de seis serafines y tres querubines, rojos y azules como correspond¨ªa al mandato iconogr¨¢fico de entonces. Incluso tenidas en cuenta esas costumbres, es inevitable hallar ecos demoniacos en el primer plano de los ¨¢ngeles bermellones de la tabla, sobre todo en el seraf¨ªn que mira al espectador, a la derecha de la virgen sentada en un suntuoso trono, personaje que, explica Silva, podr¨ªa estar inspirada en Agnes Sorel. Amante y madre de tres de las hijas del rey Carlos VII, fue ¡°la primera reconocida de forma oficial¡±. De ella fue ?tienne Chevalier testamentario cuando muri¨® envenenada con mercurio.
¡°Es una obra tan especial, que no est¨¢ directamente emparentada con ninguna de las del Prado. Primero, porque las coronas de Castilla y Arag¨®n nunca demostraron especial inclinaci¨®n por coleccionar arte franc¨¦s¡±, explica Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservaci¨®n e Investigaci¨®n. Puestos a hallar similitudes a su n¨ªtido estilo, el de un raro caso de pintor de Tours con hechuras flamencas y barniz italiano (vivi¨® en Roma y retrat¨® al papa), cabr¨ªa relacionarlo con La oraci¨®n en el huerto con el donante Luis I de Orleans, tabla francesa concebida probablemente por Colart de Laon ente 1405 y 1408, que, tras ser descubierta en una colecci¨®n privada espa?ola, luce desde 2013 en el Prado un par de salas m¨¢s all¨¢ como uno de los pocos ejemplos de pintura primitiva francesa de la colecci¨®n.
Es cierto que Luis I fue t¨ªo de Carlos VII, pero las similitudes entre una tabla y otra podr¨ªan acabar en esos lazos de consanguinidad; tal fue el salto dado por la t¨¦cnica art¨ªstica en la d¨¦cada de los veinte del siglo XV, cuando logr¨® sacudirse cierta visi¨®n estilizada y apartada del mundo, que ambas obras parecen provenir de dos planetas distantes entre s¨ª.
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