Los espacios en los que se mueven las personas
La Fundaci¨®n Mapfre clausura su espacio de Azca con una retrospectiva dedicada a la fot¨®grafa Lynne Cohen
Su intenci¨®n ha sido siempre conseguir que los materiales y los objetos hablen por s¨ª mismos. Las cosas ya parecen suficientemente extra?as por s¨ª mismas. Hay que o¨ªr su historia. Su sala de espera de una peluquer¨ªa de se?oras, la consulta de un dentista, las aguas en reposo de un esp¨¢ o los enchufes desordenados de un rinc¨®n de un laboratorio , pueden narrar m¨¢s historias que las personas que hacen uso diario de todo ello. La fot¨®grafa Lynne Cohen (Racine, Wisconsin, 1944) considera que para contar la vida de las personas no hace falta retratarlas. Basta con conocer los indicios de su presencia.
El resultado de esa manera de entender la fotograf¨ªa, nacida del m¨¢s puro concepto del arte tal como lo entend¨ªa Duchamp, es una inquietante exposici¨®n, la primera que le dedica en Espa?a a esta artista canadiense nacida en los Estados Unidos. La muestra, ¨²ltima que se celebra en las salas de Mapfre en Azca, re¨²ne 86 fotograf¨ªas que recorren medio siglo de profesi¨®n. Delicada de salud a consecuencia de un c¨¢ncer, Lynne Cohen no ha podido viajar a Espa?a para presentar su trabajo, pero en uno de los textos que acompa?a el cat¨¢logo, explica que en sus paisajes de interiores, no hay personas porque no sabr¨ªa que hacer con ellas ni donde ponerlas. En realidad, viene a decir, no aportan nada. Cada espectador puede imaginar perfectamente cuales ser¨ªan las acciones posibles dentro de esos desasosegantes interiores.
Los lugares que han llamado la atenci¨®n de Cohen no se distinguen por su belleza y sin embargo atrapan la mirada del espectador desde el primer golpe de vista. Son interiores en los que predominan los sillones de skay, el nylon y todas las fibras y materiales baratos propios del mobiliario destinado a los unos p¨²blicos en los a?os 70. En sus im¨¢genes no se intuye el sonido de la m¨²sica ni el olor de las plantas. La prisa, el agobio y la preocupaci¨®n son los sentimientos que despiertan esos peculiares decorados.
Nuria Enguita Mayo, comisaria de la exposici¨®n recuerda ante el primer grupo de fotograf¨ªas que Lynne Cohen comenz¨® su carrera en 1971 retratando interiores en blanco y negro, buscando im¨¢genes directas, neutras y an¨®nimas, tres adjetivos que sirven para definir toda su obra posterior, incluidos sus ¨²ltimos trabajos realizados en color. ¡°El anonimato y la neutralidad¡±, explica Enguita, ¡° resultan en cierta medida amenazantes, pero contienen asimismo una importante carga ir¨®nica y cr¨ªtica, propia de la artista¡±. Nunca retoca ni modifica un espacio. Todo lo que se ve en las im¨¢genes est¨¢ tal como ella lo ha encontrado.
A partir de la d¨¦cada de los ochenta, Cohen comienza a retratar aquellos escenarios desde los que se manipula y controla a la sociedad: laboratorios, centros de formaci¨®n, aulas, campos de tiro. Vienen despu¨¦s las series dedicadas a balnearios y esp¨¢s, supuestos lugares de relajo que se pueden confundir con centros psiqui¨¢tricos o lugares de tortura. Por el color no se interesa hasta el 2000, aunque los lugares siguen siendo del mismo tipo.
Enguita explica que el proceso pofogr¨¢fico es esencial para entender el trabajo de Cohen. Utiliza una c¨¢mara de 8x10 pulgadas, que le permite dominar el plano de la lente y el de la pel¨ªcula, lo que le facilita tener un control absoluto sobre la imagen, cuidar la composici¨®n y producir obras de gran nitidez y claridad. ¡°Opta por la luz plana, apuesta por la simetr¨ªa y el distanciamiento del objeto para conseguir que el espectador se adentre en la obra a su conveniencia¡±. Artista de formaci¨®n, Cohen sit¨²a su trabajo entre Jacques Tati y Michel Foucault. ¡°Ahondar en ese desplazamiento es lo que pretende mostrar esta exposici¨®n: desde una cr¨ªtica ir¨®nica de la modernidad a una aproximaci¨®n l¨²cida y comprometida de una contemporaneidad basada en el control absoluto de los cuerpos y de sus acciones¡±, concluye la comisaria.
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