¡°?Terrorismo? En la guerra hay que matar al enemigo: leg¨ªtima defensa¡±
El fundamentalismo isl¨¢mico centra ¡®La lista¡¯, la nueva novela de Frederick Forsyth ¡°Esp¨ªas, terroristas, mercenarios... ese mundo sigue siendo el mismo¡±
En la jerga de los servicios de inteligencia anglosajones un clean skin o lily-white ¡ªdefiniciones ambas que corresponden a un car¨¢cter aparentemente impoluto¡ª es un individuo que nunca se ha unido a un grupo susceptible de ser vigilado, que vive y trabaja en las sociedades occidentales sin llamar la atenci¨®n, que guarda solo en su mente las motivaciones y planes para perpetrar un atentado. ¡°El asesino solitario es el m¨¢s peligroso¡±, subraya durante una entrevista en Londres el escritor brit¨¢nico Frederick Forsyth, uno de los grandes del thriller contempor¨¢neo, que en su ¨²ltima novela La lista aborda ese perfil del terrorista de signo isl¨¢mico que ¡°est¨¢ fuera de radar y es el gran dolor de cabeza¡± para las fuerzas de seguridad.
El t¨ªtulo del libro alude a una lista secreta que se revisa cada semana en el despacho oval de la Casa Blanca y que contiene los nombres de los terroristas m¨¢s amenazadores para Estados Unidos, sus ciudadanos y sus intereses. La misi¨®n de una unidad que opera en la sombra es identificarlos, localizarlos y destruirlos. Forsyth (Ashford, Inglaterra, 1938) recurre a su habitual estilo period¨ªstico, que destila una documentaci¨®n meticulosa, para relatar con grandes dosis de adrenalina la operaci¨®n de caza de uno de esos hombres. No tiene nombre, rostro o paradero conocido, pero los efectos de sus proclamas en la Red son letales. Apodado El Predicador por un exmarine encargado de neutralizarlo (El Rastreador), utiliza Internet como ¡°control remoto¡± para radicalizar a j¨®venes musulmanes e instigarles a matar.
Obra seleccionada
Chacal(The day of the jackal, 1971).
Odessa (The Odessa file, 1972).
Los perros de la guerra (The dogs of war, 1974).
La alternativa del diablo (The devil's alternative, 1979).
El cuarto protocolo (The fourth protocol, 1984).
El manipulador (The deceiver, 1991).
El pu?o de Dios (The fist of God, 1994).
El manifiesto negro (Icon, 1996).
Vengador (Avenger, 2003).
El afgano (The afghan, 2006).
Cobra (The Cobra, 2010).
¡°Primero est¨¢ el odio y luego viene la justificaci¨®n¡±, escribe el Forsyth narrador sobre esos ciudadanos convertidos al terrorismo que en su novela atentan contra personajes de la vida p¨²blica que tienen a su alcance. Y lo hacen a la luz del d¨ªa, al igual que en la vida real dos hermanos sin filiaci¨®n conocida hicieron explosionar dos artefactos caseros en plena marat¨®n de Boston (abril de 2013) o un mes despu¨¦s dos brit¨¢nicos de origen nigeriano asesinaban a machetazos a un soldado en las calles de Londres. Ante sucesos como estos, y que ocurrieron despu¨¦s de que el novelista comenzara a trabajar en La lista, Forsyth no atiende a motivaciones de tipo social o pol¨ªtico: ¡°Todav¨ªa no sabemos por qu¨¦ estos j¨®venes se radicalizan, el secreto sigue encerrado en sus mentes¡±.
De conocido talante conservador, lo cual no le resta un ¨¢pice de independencia en sus opiniones, el escritor que antes ejerciera el periodismo en Reuters y la BBC no comparte los argumentos de la guerra contra el terrorismo que condujeron a las invasiones de Afganist¨¢n e Irak. ¡°La guerra de Irak fue un desastre personal de George W. Bush, que quiso vengarse de Sadam Husein por intentar matar a su padre y adem¨¢s embarc¨® al est¨²pido de Tony Blair¡±. Ese es su veredicto. Forsyth se agita cuando habla del ex primer ministro brit¨¢nico, un pol¨ªtico a quien nunca perdonar¨¢, dice, ¡°por haber mentido al Parlamento¡± (asegurando que exist¨ªan pruebas sobre el arsenal de armas de destrucci¨®n masiva de Sadam) y al que responsabiliza de la enorme desconfianza que hoy suscita la clase pol¨ªtica en el Reino Unido. Igual de contundente se muestra a la hora de calificar a Edward Snowden, el ex analista de inteligencia que filtr¨® miles de documentos sobre el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense: ¡°Es un traidor que revel¨® a Al Qaeda el secreto de los programas de defensa y con ello nos hizo m¨¢s vulnerables¡±.
El autor que consigui¨® el ¨¦xito ya con la publicaci¨®n de su primera novela, Chacal, en 1971, sigue volcado m¨¢s de una docena de libros despu¨¦s (Odessa, El pu?o de Dios, Cobra¡) en ¡°la misma gama de personajes, de esp¨ªas, mercenarios o terroristas¡ Ese mundo sigue siendo hoy el mismo aunque cambien los actores, antes el IRA o ETA y ahora el fundamentalismo isl¨¢mico¡±. Desde los tiempos de aquel asesino a sueldo que intentaba matar al presidente franc¨¦s Charles de Gaulle hasta la presente era cibern¨¦tica, las herramientas que tiene a mano un escritor se han sofisticado mucho, pero Forsyth prefiere seguir ci?¨¦ndose a sus fuentes directas, a sus contactos en los servicios de inteligencia o militares y a los expertos en diversos campos, en lugar de recurrir a Internet para documentarse (¡°En muy contadas ocasiones cotejo fechas en Google¡±, sostiene).
La precisi¨®n en los datos sigue siendo su gran obsesi¨®n, ya sea cuando describe minuciosamente las operaciones de las agencias de inteligencia o la sofisticada labor de uno de los protagonistas de La lista, un joven genio de la inform¨¢tica que ayuda al Rastreador a interceptar en la red al ciberpredicador isl¨¢mico. La lista que tiene como principal objetivo a ese instigador de terroristas es ¡°necesaria¡± en el mundo de hoy, opina Forsyth, quien no apoya la pena de muerte en la jurisdicci¨®n civil aunque s¨ª la ejecuci¨®n de terroristas identificados: ¡°?Terrorismo? En la guerra, hay que matar al enemigo. Leg¨ªtima defensa¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.