El ser flamenco de Francisco S¨¢nchez G¨®mez
El propio artista se encarg¨® a cada paso de subrayar que hiciera lo que hiciera, siempre sonar¨ªa al que era su lenguaje
En una entrevista, a Paco de Luc¨ªa le preguntaron qu¨¦ era el flamenco. Como toda respuesta, el guitarrista tom¨® su guitarra y toc¨® el acorde la-sol-fa-mi, la conocida como escala andaluza, que caracteriza a la mayor¨ªa de los estilos y composiciones flamencas. Con el devenir de los a?os, su carrera y su personal inquietud art¨ªstica le llevar¨ªan a compartir escenarios con destacados guitarristas de otras escenas, principalmente jazz¨ªsticas: Larry Coryell, John McLauglin, Al Di Meola... De ellos y de su disciplina le llamaba la atenci¨®n la capacidad de improvisar, ejercicio que le supuso un calvario, y los desarrollos arm¨®nicos, elementos ambos que consideraba como potenciales enriquecedores de la m¨²sica flamenca y de la guitarra. Por estas relaciones musicales, rompedoras para su tiempo, a Paco de Luc¨ªa se le ha podido relacionar con pr¨¢cticas de fusi¨®n o de hacer m¨²sica no especialmente flamenca. Nada m¨¢s lejos de la realidad. El propio artista se encarg¨® a cada paso de subrayar que hiciera lo que hiciera, siempre sonar¨ªa flamenco. Era su lenguaje, de sus manos dif¨ªcilmente otra cosa pod¨ªa salir.
La formaci¨®n de Paco de Luc¨ªa parte del flamenco, pero profundiza, desarrolla y evoluciona su lenguaje hasta cotas impensables, definiendo a la guitarra del siglo XX. Pero la revoluci¨®n que ejerce la hace desde una tradici¨®n, que conoce y asimila, y a la que nunca traiciona. En su familia, la guitarra era el centro de la casa. Su padre, Antonio S¨¢nchez Pecino, siempre quiso que sus hijos no sufrieran las penalidades que a ¨¦l, como guitarrista, le hab¨ªa tocado pasar y vio en el instrumento un camino profesional para sus hijos. De los tres que le salieron artistas, Paco superar¨ªa todas las expectativas. Su toque inicial, producto de una tremenda autodisciplina, se acerca a los guitarristas m¨¢s influyentes de la ¨¦poca, especialmente Ni?o Ricardo. Luego vendr¨ªa Sabicas, al que conoci¨® en Estados Unidos, y su concepto no dej¨® de evolucionar.
Tras unos discos con su hermano Ram¨®n, Paco despega en solitario en la d¨¦cada de los 70 del pasado siglo con unas grabaciones fundamentales. Fuente y Caudal, de 1973, le supone un reconocimiento popular por medio de la rumba Entre dos aguas, aunque no fuera en ese tema donde se cifraban las verdaderas aportaciones del guitarrista. Para estas, los especialistas suelen apuntar a sus grabaciones de los a?os 80: Castro Mar¨ªn y Solo quiero caminar (1981), Siroco (1987) y Zyryab (1990). En ellas estar¨ªa el coraz¨®n de esa revoluci¨®n, las nuevas armon¨ªas y afinaciones que sorprend¨ªan a los profesionales, por el elevado nivel t¨¦cnico, mientras eran consumidos por los aficionados m¨¢s profanos sencillamente porque eran composiciones genialmente flamencas. Y todo ello lo hace ahondando en la esencia de su cultura, de la m¨²sica flamenca a la que aporta un asombroso desarrollo. Marca as¨ª un punto de inflexi¨®n en la valoraci¨®n del instrumento y del propio flamenco que, con su aportaci¨®n y las de otros, adquiere una consideraci¨®n de m¨²sica universal.
Paco de Luc¨ªa tambi¨¦n revolucion¨® la guitarra flamenca en su faceta de acompa?amiento, especialmente por medio de su asociaci¨®n con Camar¨®n de la Isla. Los dos constituyeron un t¨¢ndem m¨¢gico, una irrepetible sociedad que cambiar¨ªa para siempre las relaciones entre tocaor y cantaor. En esa relaci¨®n, Paco de Luc¨ªa se?ala adem¨¢s el camino de la emancipaci¨®n del guitarrista de su funci¨®n de acompa?ante del cantaor, del que era, ¡°escudero¡±, ¡°h¨¦roe an¨®nimo¡± o ¡°banderillero¡±, seg¨²n lo definan Juan Jos¨¦ T¨¦llez, Dohn E. Pohren o el propio Paco, que reconoc¨ªa que cuando empez¨® a ser famoso le daba verg¨¹enza estar al lado de un cantaor y que le pidieran aut¨®grafos ¡°porque yo era el acompa?ante, ¡®el banderillero¡±. En el camino de esa emancipaci¨®n, a los guitarristas, con Paco abriendo el camino, le ha estado encomendada otra misi¨®n. Ellos, ya sea acompa?ando al cante o al baile o como concertistas, han sido los veh¨ªculos de la evoluci¨®n de la m¨²sica flamenca. Juan Jos¨¦ T¨¦llez ya los calific¨® como ¡°los intelectuales del flamenco¡± en tanto ¡°estiran los l¨ªmites del conocimiento y enriquecen al individuo¡±.
El ser flamenco de Francisco S¨¢nchez G¨®mez rebasa, adem¨¢s, los l¨ªmites estrictamente musicales. ?l, con su arte y con su actitud vital, defendi¨® como pocos la dignidad de su profesi¨®n y del arte flamenco en general. Y no solo porque en aquel concierto de la Exposici¨®n Universal de Sevilla se negase a tocar al ver su nombre empeque?ecido frente a otras figuras del cartel. Lo suyo fue un permanente caso de ¡°honradez interpretativa¡±, como bien lo reconoci¨® el jurado del Premio Pr¨ªncipe de Asturias cuando en 2004 le otorga el mencionado galard¨®n. Por todo ello, en un d¨ªa tan triste y aciago, los aficionados flamencos se siente tan profundamente hu¨¦rfanos como profundamente flamenco fue su guitarrista.
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