Juan Diego como bandera

Desde sus primeras proyecciones en el Festival de M¨¢laga, Anochece en la India hab¨ªa nacido con un runr¨²n pegado a la chepa: conten¨ªa la interpretaci¨®n de Juan Diego que le llevar¨ªa, de nuevo, a las puertas del Goya. En pel¨ªculas peque?as (de presupuesto, de publicidad, de pretensiones comerciales), y esta lo es, una propaganda de este tipo siempre resulta positiva, pero despu¨¦s de vista, ser¨ªa injusto centrar la parte noble de su an¨¢lisis ¨²nicamente en el actor sevillano. Junto al trabajo de Diego hay otras dos labores sensacionales: la interpretaci¨®n de la coprotagonista, la rumana Clara Boda, a la que hemos visto en Espa?a en algunas de las pel¨ªculas se?eras del Nuevo Cine de su pa¨ªs, y la fotograf¨ªa de ?lex Catal¨¢n.

Mis¨¢ntropo redomado, con el taco y el insulto siempre en la boca, la salud quebrada, la par¨¢lisis en las piernas y la silla de ruedas como acompa?ante, el rol que mueve la pel¨ªcula devuelve casi de modo inevitable la figura del Vittorio Gassman de Perfume de mujer y del Al Pacino de Esencia de mujer. Y, sin embargo, cu¨¢n distintos son sus pasados (jipi y militar, respectivamente) y sus cuidadores (joven de clase alta y mujer inmigrante). Una uni¨®n, un choque, una historia de (des)amor entre dos seres a la deriva, derrotados por el mal fario, donde se hallan precisamente los mejores momentos de una pel¨ªcula rodada en cinemascope con pulcritud y elegancia por Chema Rodr¨ªguez, y visualizada con brillo por Catal¨¢n.

Mientras, el guion, que pasa con fuerza por Espa?a y Ruman¨ªa, se atasca sin embargo en la India, donde quiz¨¢ la peripecia de los personajes desemboque donde debe pero por el camino m¨¢s extra?o, lo que, unido a una reflexi¨®n sobre la eutanasia carente de complejidad, lleva a la pel¨ªcula a un territorio de calidad por encima de la media, aunque sin poder escapar del runr¨²n inicial: Anochece en la India puede ser el filme que lleve al portentoso Juan Diego ya saben ad¨®nde.