Bohumil Hrabal, rey sin corona
El centenario del creador de ¡®Trenes rigurosamente vigilados¡¯ sirve al autor del art¨ªculo para regresar a su vida y a su obra
Cuando alguien logra que personajes inauditos nos sean hermanos, es que sabe mucho de nosotros. Hrabal escuchaba mucho y fue a vivir entre la gente, a operar maquinarias y vicisitudes; crio un o¨ªdo muy fino, por encima del jaleo del sistema y del trasiego de las cervecer¨ªas.
Hab¨ªa sido un burgu¨¦s a reeducar, gustaba de su mejor traje. Pero bajo el aparato comunista, como el pobre Hant¨¢ de Una soledad demasiado ruidosa, se reeduc¨® veng¨¢ndose, diluy¨¦ndose en el pueblo de verdad, no el del partido: el de la bulla descomplicada y los peque?os deseos incumplidos.
Se dice que Hrabal nace en Brno, meses antes de la Gran Guerra; pero en realidad abre sus ojos d¨¦cadas despu¨¦s en Libe?, un suburbio de Praga. Tambi¨¦n, que naci¨® hace 100 a?os, pero m¨¢s fue cuando, adolescente, irrumpe en su vida su t¨ªo Pepin: su disparatado caleidoscopio ya no abandonar¨¢ su mirada.
Como su t¨ªo, Bohumil Hrabal cuenta con una verborrea inexorable, de vivencias e impresiones: distinto del ide¨®logo que va a confirmar, ¨¦l ve en la vida un jard¨ªn de sorpresas (¡°Cada d¨ªa, un milagro¡±) y su cabeza las escribe autom¨¢ticamente, como un surrealista.
Aunque recordamos como un r¨ªo, por escrito ponemos puntuaci¨®n, pues nuestro flujo no es el del lector: el de Hrabal, s¨ª lo es. Fluye alegre y soleado como la cerveza de la ca?a.
Conmemoraciones
La Casa del Lector acoge en Matadero Madrid hasta el 21 de septiembre una exposici¨®n preparada conjuntamente con el Centro Checosobre Bohumil Hrabal a partir de fotograf¨ªas, textos, libros o carteles de las pel¨ªculas inspiradas en sus novelas.
Galaxia Gutenberg se ha sumado a la celebraci¨®n del centenario del nacimiento de Hrabal con la publicaci¨®n de Tierno b¨¢rbaro, una novela de 1973, traducida por Kepa Huarte, y Los frutos amargos del jard¨ªn de las delicias, una biograf¨ªa realizada por su traductora Monika Zgustova.
En la misma editorial pueden encontrarse Yo serv¨ª al rey de Inglaterra, Una soledad demasiado ruidosa y La peque?a ciudad donde se detuvo el tiempo. Anuncio una casa donde ya no quiero vivir y Trenes rigurosamente vigilados fueron publicados recientemente por El Aleph Editores.
?l ritualiza el absurdo con normalidad, como se hace cada tarde en una hoster¨ªa checa; como al aire pleno del bosque bohemio y al sol que, como una muchacha, peina sus cabellos sobre Praga; pero sus giros chasquean con la maravilla cruel de una bofetada femenina: ¡°Adoraba a las mujeres, pero amaba a la suya¡±, dec¨ªa Arno?t Lustig; ¡°Ve¨ªa el amor como un regalo¡±.
Hrabal no te lanza palabras a la cara, su n¨²mero de p¨¢ginas no impresiona, escribe en primera persona pero ¨¦l no est¨¢ en la historia; y sin embargo es su historia. En un centenar de folios logra lo que tantos intentan en tomos de medio kilo: hacerse valer entre la m¨¢s bella literatura europea.
Escribir, dec¨ªa, s¨®lo requiere un poco de cara para las primeras l¨ªneas y luego ¡°todo se deshila como un viejo jersey enganchado¡±. Y, de repente, la nariz huele ya la cebolla, y el o¨ªdo, la risotada a su vera, y el pensamiento se desliza por una mujer.
Rond¨¦ a Hrabal por sus lugares, hasta que una ma?ana me sorprendi¨® su muerte; te arrepientes de no haberte acercado a su mesa en el Tigre Dorado, bajo la cornamenta de venado.
Coincid¨ª con Clara Jan¨¦s en que nos daba aprehensi¨®n: su irascible don de la ebriedad entre amigotes. Planeamos mejor ir a su bosque, en Kersko, con sus gatos; sin atrevernos. No daba entrevistas, no conceb¨ªa hablar con segundo prop¨®sito.
Nos asustaba la complicaci¨®n de su simplicidad. No era campechano, pues eso es una actitud. Era un hombre que te pasaba su plato y su tenedor, me ha contado Monika Zgustova: ella s¨ª se atrevi¨® y puso un peque?o pie en su vida.
En la estirpe de Kafka y de Ha?ek, anota su bi¨®grafa, y frente a la rebeli¨®n por el absurdo de un Havel, o m¨¢s racional de un Kundera, Hrabal se defiende del mundo por el amor y el arte: aquel es una gran taberna, a la que ¨¦l arrebata un poco de horror.
Para ello, va de la bufonada al pathos y a la er¨®tica y a la violencia y a la ternura, en una confesi¨®n exc¨¦ntrica y sofisticadamente en capas, que le es liberadora.
Bajo el comunismo se reeduc¨® veng¨¢ndose, diluy¨¦ndose en el pueblo de verdad
Un d¨ªa dice: ¡°Yo en realidad soy ya los dem¨¢s¡±, de tanto escuchar y tan bien. Se ha convertido en su propia literatura; una sensual, bufa y melanc¨®lica, que para el mundo es ya el sello de lo checo.
Tambi¨¦n entre los espa?oles, que lo acogen como un cl¨¢sico. ?Qu¨¦ vital sensualidad les ense?a un checo? Bohemia ha sido agreste al espa?ol, desde Guillem de San Clemente, el embajador barcelon¨¦s del emperador hispano, a los exiliados. Pero esa es la universalidad de los personajes inveros¨ªmiles de Hrabal.
Escribe en primera persona pero ¨¦l no est¨¢ en la historia... aunque es su historia
Le ayuda a aterrizar en Espa?a el Nobel a Seifert, el Oscar a Menzel por Trenes rigurosamente vigilados, el descubrimiento de La insoportable levedad del ser de Kundera, y la ¨¦pica subida de Havel al castillo, al caer del comunismo.
Pero la gratitud ha de ir a Mlejnkov¨¢ y Ortiz con su detonante traducci¨®n de Yo he servido al rey... y, sin duda, a Zgustova con sus posteriores, am¨¦n de lazarillo de Hrabal por las Espa?as de Mir¨® y Tapi¨¨s; y por esa biograf¨ªa entrecosida de charlas.
Los nuevos checos celebran su centenario, entre sellos, monedas, exposiciones y charlas; tambi¨¦n el Cervantes de Praga. Y se rescata la cr¨ªtica: acat¨® la triste Normalizaci¨®n; no se fue. De irse, se habr¨ªa perdido: ¡°Lo que se cocina en casa ha de comerse en casa¡±.
Se autocensur¨®, pero fue impermeable; habiendo nacido bajo Francisco Jos¨¦ y vivido cinco reg¨ªmenes, cre¨ªa que en Centroeuropa es mejor ¡°no estar nunca muy sobrio y aguardar pacientemente el final de la pel¨ªcula¡±.
Bohumil Hrabal es posiblemente el rey no coronado de la literatura centroeuropea; pero hace siglos que los reyes de Bohemia ya no se coronan. La duda que deja recorrer su raro mundo es que, si fu¨¦ramos verdaderos de verdad ?no ser¨ªamos todos personajes de Hrabal?
Ramiro Villapadierna es director del Instituto Cervantes de Praga.
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