Bocanadas
Los secretos de la circulaci¨®n de la sangre del cuerpo humano se dieron a conocer casi dos siglos despu¨¦s de descubrir que la Tierra se mov¨ªa alrededor del Sol. As¨ª que no por estar m¨¢s cerca conocemos mejor el funcionamiento de los organismos. Quiz¨¢ esto explica que en plena regresi¨®n econ¨®mica europea no tengamos a¨²n una conciencia clara de c¨®mo funciona la circulaci¨®n financiera en nuestro continente. La semana pasada hemos asistido a la muy favorable subasta de bonos del estado griego. En ella se colocaron 3.000 millones de euros en bonos a cinco a?os y sirvi¨® para que los analistas festejaran los inicios de una recuperaci¨®n inducida. Pero los organismos reguladores lograron este ¨¦xito con truco, con lo cual se han abierto m¨¢s interrogantes que respuestas. Se maneja el terror y el est¨ªmulo como si fuera un engranaje estudiado al mil¨ªmetro.
Esta bocanada de aire para la deuda griega ha coincidido con la remodelaci¨®n del gobierno franc¨¦s y el anuncio de un plan de ahorro estatal en el pa¨ªs vecino. Conocemos el funcionamiento de ese mecanismo, porque lo utilizan los partidos en el gobierno para dotarse de ox¨ªgeno, pero finalmente se asfixian en su propia reforma. Las democracias no parecen tener otra opci¨®n que recurrir a esos pulmones artificiales que les ofrece el sistema financiero. Seg¨²n se tercien los intereses, al paciente se le informa de que est¨¢ al borde del precipicio o en el camino de la salvaci¨®n dependiendo de si es m¨¢s conveniente ense?arle el principio del t¨²nel o el final. Los medios, en este juego de perspectivas trucadas, aceptan el papel y presentan como un beso lo que es en realidad un boca a boca.
Los ciudadanos se sienten algo mareados, bamboleados de un extremo a otro de la cubierta de un barco en zozobra. La mayor sorpresa es que casi nadie tenga una receta distinta m¨¢s all¨¢ de discursos tremendistas, nacionalistas o colectivistas. Y en lugar de estudiar, todos andan demasiado ocupados en la pr¨®xima campa?a electoral. M¨¢s temprano que tarde, en lugar de pedirles el voto, ser¨ªa conveniente que ofrecieran un modelo de econom¨ªa social donde las personas fueran devueltas al papel protagonista y no al de figuraci¨®n sin frase como masa movida por ¨®rdenes de meg¨¢fono.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.