Un altar de Bill Viola en San Pablo
La catedral de Londres exhibe de forma permanente un v¨ªdeo del artista sobre el martirio Es el primer creador contempor¨¢neo en intervenir en el templo
La catedral de San Pablo ya tiene su altar del siglo XXI, su ¡°Caravaggio de alta tecnolog¨ªa¡±, como la ha definido un cr¨ªtico: M¨¢rtires (tierra, aire, fuego, agua), la ¨²ltima obra del videoartista estadounidense Bill Viola (Nueva York, 1951). Cuatro pantallas conjuntas proyectan el lento, impert¨¦rrito y casi dulce martirio de tres hombres y una mujer que se someten a la crueldad de los elementos para llegar a un final que se asemeja a un ascenso a los cielos, a un encuentro con la luz que a muchos evocar¨¢ la idea de Dios.
La filmaci¨®n dura siete minutos, pero ha tardado 11 a?os en convertirse en realidad desde que los rectores de la catedral anglicana de Londres empezaron a acariciar la idea de tener una obra del m¨ªstico Viola. ¡°Ha sido un viaje muy, muy largo para Kira y para m¨ª. Creo que este es uno de los momentos m¨¢s grandes de nuestras vidas. Es un sentimiento muy especial estar en un lugar como este, tan esencial para todos los seres humanos para ayudarnos a entender qui¨¦nes somos en este planeta y cu¨¢l es nuestra tarea aqu¨ª¡±, declar¨® Viola al presentar la obra junto a Kira Perov, su colaboradora y compa?era sentimental de toda la vida.
Las filmaciones reflejan ¡°la idea de energ¨ªa colectiva que sale desde dentro de nosotros en los momentos m¨¢s negros y explota frente a la injusticia, frente a la estupidez, frente al enga?o¡±, coment¨® un Viola tan emocionado que tuvo que tomar aire para no llorar mientras Kira le recordaba que hab¨ªan escrito unas l¨ªneas y era momento de leerlas. Unas notas que arrancan con la descripci¨®n de la obra de labios del artista. ¡°Al principio se muestra a cuatro individuos inm¨®viles, en una pausa de su sufrimiento. Poco a poco hay movimiento en cada una de las escenas, a medida que los elementos empiezan a interrumpir su sosiego¡±.
Pionero y gur¨² del videoarte, los trabajos de Viola se interrogan sobre el sentido de la vida y est¨¢n impregnados de espiritualidad hasta el tu¨¦tano. No es la primera vez que sus obras se exhiben en una iglesia. En 1997 cre¨® El mensajero para la catedral de Durham, en Inglaterra, y en 2007 sus v¨ªdeos sobre la resurrecci¨®n se exhibieron en los altares de la iglesia de San Gallo, en Venecia. En esta ocasi¨®n, el objetivo es que la obra permanezca de forma permanente como donaci¨®n de la Tate Gallery, que se encarga de su mantenimiento.
El reverendo Mark Oakley, responsable de la colecci¨®n de arte de San Pablo, compar¨® la obra y el marco que la sujeta, dise?ado por Norman Foster, a un altar. ¡°Creo que es una maravillosa obra espiritual, en la tradici¨®n del arte cristiano aunque sea de un artista moderno, en un marco que hace que m¨¢s bien parezca un altar, utilizando una herramienta art¨ªstica del siglo XXI que a menudo controla la cultura de masas. En este caso modera el medio y nos dejar a solas con nuestras almas y preguntas punzantes: ?Hay algo en este mundo por lo que valga la pena morir? ?Conciencia, fe, justicia, los que amamos¡? Para m¨ª eso es muy profundo y se dirige a todos los visitantes, creyentes o no. Por eso estoy encantado de tener esta obra en San Pablo¡±.
Viola ya trabaja en una segunda obra para la catedral, Mar¨ªa, que deber¨ªa exhibirse a partir de 2015. ¡°Mar¨ªa y M¨¢rtires simbolizan algunos de los misterios profundos de la existencia humana¡±, reflexiona el artista. ¡°Uno se refiere a la vida y otro a la muerte; uno al confort y la creaci¨®n y otro al sufrimiento y el sacrificio. Si tengo ¨¦xito, las obras tendr¨¢n la doble funci¨®n de ser objetos est¨¦ticos de arte y objetos pr¨¢cticos de contemplaci¨®n y devoci¨®n¡±.
M¨¢rtires est¨¢ situada debajo de uno de los enormes ventanales que convierten San Pablo en una catedral luminosa. ¡°Tradicionalmente el ala este de las catedrales tiene dos altares, uno dedicado a Mar¨ªa y otro a los m¨¢rtires. Y al traer aqu¨ª el trabajo de Viola damos una idea de continuidad¡±, razona el sacerdote.
Babelia
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