El libro como fetiche vuelve a seducir
Enriquecer el objeto de papel con una edici¨®n cuidada se abre paso ante el imparable 'e-book'
Los escritores de ciencia-ficci¨®n se atreven a imaginar el futuro, y a muchos de ellos ¡ªIsaac Asimov, J. G. Ballard, Philip K. Dick, H. G. Wells¡ª el tiempo les ha dado la raz¨®n. Quiz¨¢ porque ¨¦l es uno de ellos o, simplemente, porque es un buen conocedor de Internet, a Neil Gaiman le piden, con relativa frecuencia, que haga predicciones de futuro. El a?o pasado, en el congreso Publishing for Digital Minds, una de las actividades de la Feria del Libro de Londres, le preguntaron por el porvenir de la edici¨®n. Entre otras muchas cosas, el brit¨¢nico manifest¨®: ¡°Sospecho que una de las cosas que deber¨ªamos hacer es libros m¨¢s hermosos, m¨¢s delicados, mejores. Deber¨ªamos transformar los objetos en fetiches, dar a la gente una raz¨®n para comprar objetos, no solo contenido, si lo que queremos es venderles objetos¡±.
Ese mismo a?o, en esa misma feria, paseando por los stands que ocupaban el centro de convenciones Olympia, Javier Celaya, socio fundador de la consultora editorial Dosdoce, ya atisbaba ese futuro que Gaiman apenas hab¨ªa terminado de esbozar: ¡°Vi una vuelta a los or¨ªgenes del libro, al respeto m¨¢ximo a la edici¨®n, al valor del libro como objeto, que era algo que hab¨ªamos perdido porque se hab¨ªa industrializado demasiado: las editoriales apretaban tanto los m¨¢rgenes que hab¨ªan empobrecido el objeto y, por tanto, la experiencia. La transformaci¨®n digital va a hacer que vuelvan a tomarse en serio la edici¨®n en papel¡±.
La cartera del cretino, de Kurt Vonnegut, o Sobrebeber, de Kingsley Amis, son t¨ªtulos de la editorial Malpaso, que todav¨ªa no ha cumplido un a?o de existencia. Son ediciones en tapa dura, con sobrecubierta y con el canto tintado. Naranja y rojo respectivamente. Son obra de Pablo Mart¨ªn, premio Nacional de Dise?o 2013. ¡°En la tormenta perfecta que vive el sector, con gente que piratea y la competencia del e-book, el libro tiene que estar bien editado, tenemos que aportar un valor a?adido para que la lectura sea una experiencia especial¡±, justifica Malcolm Otero, director editorial de Malpaso. Sus libros presumen de otra innovaci¨®n: si se compra un ejemplar, la editorial facilitar¨¢ un c¨®digo de descarga a quien lo solicite. ¡°Es justo que quien compre el libro en papel tenga tambi¨¦n su versi¨®n electr¨®nica. Dicho esto, el porcentaje de gente que la pide es bajo¡±.
En los ¨²ltimos a?os, el futuro del libro de papel ha oscilado entre los que se lo negaban y los que lo defend¨ªan en una convivencia m¨¢s o menos cordial con el e-book: en Estados Unidos, un estudio reciente de Pew Research ha concluido que cada vez se leen m¨¢s libros electr¨®nicos, pero el papel sigue siendo el formato m¨¢s utilizado y, adem¨¢s, la mayor¨ªa de los que leen en soporte digital, tambi¨¦n lo hace en formato f¨ªsico. En Espa?a, el ¨²ltimo bar¨®metro elaborado por la Federaci¨®n del Gremio de Editores arrojaba que, en 2012, un 11,7% de la poblaci¨®n ya le¨ªa en formato digital, pero la incidencia de las descargas ilegales ¡ªel 84% de los contenidos consumidos es pirata, seg¨²n la Coalici¨®n de Creadores e Industrias de Contenidos¡ª emborrona cualquier intento de obtener una imagen real. Fue Arthur C. Clarke, otro autor de ciencia-ficci¨®n, quien afirm¨® que intentar predecir el futuro era ¡°una ocupaci¨®n desalentadora y peligrosa¡±. Quiz¨¢ tambi¨¦n inevitable. Marta Borrell, directora creativa de Penguin Random House, es optimista. ¡°Con la aparici¨®n del digital, el mundo del libro vive un renacer interesant¨ªsimo, atravesamos un momento muy especial¡±, asegura. ¡°Creo que hay una demanda de libros m¨¢s cuidados, una nueva sensibilidad. El digital y el papel son complementarios, y las editoriales queremos llevar el contenido al mayor n¨²mero de lectores, en el formato que sea, brind¨¢ndoles la oportunidad de vivir distintas experiencias a distintos precios. En Lumen pueden leer a Virginia Woolf en digital, en r¨²stica o en una edici¨®n ilustrada que, en cuanto abres el libro, te transporta a un lugar especial¡±.
Esas ediciones de Un cuarto propio o La fiesta de la se?ora Dalloway est¨¢n pensadas para perdurar. ¡°Son casi de coleccionista, piezas que desear¨¢s tener¡±, apunta Borrell. Son objetos de regalo. Y esa, seg¨²n Celaya, es una de las claves: ¡°En Espa?a hay mucha tradici¨®n de compra de libros como obsequio, y para que estos puedan competir con otros objetos hay que darles un valor sensorial. El 33% de las ventas de las grandes cadenas de librer¨ªas son productos considerados no libros, y dentro de ese concepto entran estas obras m¨¢s esmeradas¡±.
El paisajista Jes¨²s Moraime acaba de autoeditar la primera entrega de la colecci¨®n Jardins de Lisboa: Marqu¨¦s de Fronteira, Ultramar y Gulbenkian. Son libros de peque?o formato, con una cubierta que remite a los azulejos de las fachadas de los edificios de la capital portuguesa. En su interior se suceden estampas de los jardines, un total de 14 fotograf¨ªas, un plano y textos de Ray Loriga. Ahora ocupa un lugar privilegiado en la librer¨ªa Panta Rhei de Madrid, especializada en libros de arte y dise?o. ¡°Cada vez llegan m¨¢s libros autopublicados: los costes de imprenta se han abaratado y los autores no se lo piensan y lo hacen ellos mismos. Al ser proyectos personales, son ediciones cuidadas, especiales¡±, explica Lilo Arcebal, responsable de la librer¨ªa. Para editar los nueve libros de Jardins de Lisboa, Moraime se ali¨® con el estudio de edici¨®n de arte Siete de un Golpe. ¡°Siempre pens¨¦ en hacerlo por mi cuenta, sin recurrir a editoriales; quer¨ªa un producto redondo, no hacer concesiones¡±.
Esa democratizaci¨®n del proceso de edici¨®n est¨¢ en el germen de otro renacer: el del fotolibro. En estos momentos, tres exposiciones (Libros que son fotos, fotos que son libros, en el Museo Reina Sof¨ªa; Los mejores libros de fotograf¨ªa del a?o, en la Biblioteca Nacional, y Fotolibros. Aqu¨ª y ahora, en la Fundaci¨®n Foto Colectania) exploran el pasado, presente y prometedor futuro del g¨¦nero en Espa?a. Jes¨²s Mic¨®, responsable de la sala de exposiciones La Kursala, en C¨¢diz, es el impulsor de obras como Ostalgia, de Simona Rota, elegido como uno de los mejores libros del a?o por la organizaci¨®n D&AD, o Los Afronautas, de Cristina de Middel, uno de los fotolibros de mayor resonancia cr¨ªtica de los ¨²ltimos tiempos: fue galardonado con el Photo Folio Review en los Rencontres d¡¯Arles de 2012 y finalista en Paris Photo, y recibi¨® una nominaci¨®n para la prestigiosa Deutsche B?rse ¡ªentre otras distinciones¡ª. Los Afronautas agot¨® su tirada de 1.000 ejemplares en pocos meses y estos son ahora objeto de deseo entre coleccionistas: el fot¨®grafo de la agencia Magnum Martin Parr se hizo con cinco copias.
¡°El fotolibro da un mayor valor a?adido porque es una obra en s¨ª y ofrece una experiencia de lectura ¨²nica, individual, intimista, que se est¨¢ consolidando en el proceso de promoci¨®n y legitimaci¨®n de la obra fotogr¨¢fica¡±, explica Mic¨®. ¡°Antiguamente un fot¨®grafo solo pod¨ªa ver su obra en un libro si la iniciativa era de una instituci¨®n, pero hoy tenemos una generaci¨®n de fot¨®grafos j¨®venes, con una gran preparaci¨®n acad¨¦mica y t¨¦cnica, que no se han visto apoyados por el sistema y han tenido que apostar por el fotolibro para dar a conocer su trabajo¡±.
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