La escritora Ana Mar¨ªa Matute muere a los 88 a?os
Premio Cervantes en 2010 y acad¨¦mica, fue una de las grandes autoras de la posguerra y ganadora del Nadal y el Planeta
La escritora Ana Mar¨ªa Matute, premio Cervantes en 2010, acad¨¦mica y una de las grandes autoras de la posguerra, ha fallecido este mi¨¦rcoles en su domicilio de Barcelona a un mes de cumplir 89 a?os.?Hace s¨®lo unos meses, fue la encargada de entregar la ¨²ltima edici¨®n del premio Nadal en su ciudad, donde hab¨ªa nacido el 26 de julio de 1925.
La literatura realista, fant¨¢stica e infantil fueron las tres vertientes que caracterizaron su obra con un estilo de aparente sencillez que escond¨ªa la complejidad del ser humano. Matute acababa de entregar a la editorial Destino su nueva novela: Demonios familiares, prevista para septiembre.
"Su papel fue relevante en la posguerra desde el punto de vista sociol¨®gico, por su condici¨®n de mujer que jug¨® un papel importante al abrirse paso en un mundo machista, y literario al reflejar la realidad a trav¨¦s de l¨ªneas duras y po¨¦ticas con dosis de iron¨ªa", asegura Emili Rosales, editor de Destino.
La tercera mujer que gan¨® el Cervantes fue capaz como pocas, como pocos, de imbricar en su escritura las indispensables dosis de realismo con un irrenunciable h¨¢lito de lirismo. Matute llev¨® a las librer¨ªas novelas de la dimensi¨®n de Los Abel (1948), Peque?o teatro (1954, premio Planeta), El r¨ªo (1973), Olvidado Rey Gud¨² (1996) y Para¨ªso inhabitado, su ¨²ltima novela. Con Primera memoria hab¨ªa ganado en 1959 el prestigioso Premio Nadal.
La traviesa ni?a Ana Mar¨ªa Matute se portaba mal exprofeso para que su madre, en vez de llamarla por el apelativo familiar de Totitos, gritara su nombre real a m¨¢s no poder y la encerrara en el cuarto oscuro de la casa. All¨ª, en la falta de luz m¨¢s absoluta, aguzaba su imaginaci¨®n, en la que aparec¨ªan sobre todo duendes y reyes y ni?os encantados amigos de hadas con los que forjar¨ªa una de las imaginaciones m¨¢s potentes de la literatura espa?ola de postguerra.
Empez¨® r¨¢pida a sacarle r¨¦dito a la riqueza de su mundo interior. Nacida en Barcelona en 1925, a los cinco a?os recordaba haber escrito ya un relato. Se trataba de un ni?o que llevaba un vestido muy muy largo y al que un duende ayudaba a ajustar; pero entonces, ya ajustado, el ni?o crec¨ªa y la vestimenta quedaba corta¡ Su cabeza estaba a punto de estallar con tanta historia de los Andersen, Grimm y Perrault, los grandes cl¨¢sicos, y con las de las criadas, alas que o¨ªa escondida debajo de las tablas de planchar. Por eso a los 17 nac¨ªa su primera novela, Peque?o teatro, que tardar¨ªa mucho tiempo (algo habitual en su manera de trabajar) en dar por acabada y ver publicada, nada menos que como premio Planeta, en 1954. Era la confirmaci¨®n de un aviso que dio ya con Los Abel, que aparec¨ªa en 1948 y que qued¨® finalista del premio Nadal.
Marcada especialmente por los recuerdos de las bombas de la Guerra Civil, episodio que reflej¨® siempre desde la mirada infantil porque quiz¨¢ nunca tuvo otra, sus problemas matrimoniales (se cas¨® en 1952 con el escritor Eugenio de Goicoechea) marcaron tanto su vida como su obra literaria. En este segundo aspecto, la trayectoria fulgurante de una de las mejores voces de las letras espa?olas de postguerra, que ya llevaba consigo el bagaje del Premio Caf¨¦ Gij¨®n por Fiesta al noroeste (1952), galard¨®n al que siguieron los Premios Nacional de Literatura Miguel de Cervantes y de la Cr¨ªtica por Los hijos muertos en 1959 (el mismo a?o en que consigui¨® el Nadal por Primera memoria, se fren¨®. No poder ver a su hijo s¨®lo los s¨¢bados y no obtener su custodia hasta que Juan Pablo no alcanz¨® los 10 a?os despu¨¦s, lo marc¨® todo, en especial un proceso de divorcio, algo inaudito en la machista y retr¨®grada Espa?a de los 60. El resultado fue que tom¨® la decisi¨®n de irse a EEUU como lectora. Ello explica que en la Universidad de Boston est¨¦ hoy buena parte de su legado literario.
Su vida y su obra estuvieron marcadas por? los recuerdos de las bombas de la Guerra Civil, episodio que reflej¨® siempre desde la mirada infantil porque quiz¨¢ nunca tuvo otra, y sus problemas matrimoniales (se cas¨® en 1952 con el escritor Eugenio de Goicoechea)
Fue trampeando su situaci¨®n personal porque, a pesar de todo, fue una mujer dura, a partir de un intenso compromiso personal en lo moral y en lo profesional, Matute nunca ocult¨® sus preferencias intelectuales e ideol¨®gicas. En una entrevista con este diario realizada el pasado verano, confesaba: "Yo siempre he sido de izquierdas, pero no comprometida con ning¨²n partido. Lo que aspiro es al deseo de justicia y a que no me enga?en. Ingenua, inocente, soy, pero tonta, no". Tambi¨¦n se super¨® en lo literario y con m¨¢s ¨¦xito del que las circunstancias hac¨ªan prever. As¨ª, en 1962 cosech¨® el Fastenrath de la Academia de la Lengua con Los soldados lloran de noche y en 1965 se alz¨® con el Premio Nacional de Literatura Infantil Lazarillo por El poliz¨®n de Ulises. En los ochenta fue distinguida con el Premio Nacional de Literatura Infantil por S¨®lo un pie descalzo (1984), tras la que sigui¨® un angustiante silencio motivado por una fuerte depresi¨®n de la que no estaba muy alejado el alcohol.
Una fuerza de superaci¨®n notabil¨ªsima, su riqueza interior sin igual y el apoyo de su c¨ªrculo m¨¢s cercano, sobre todo de su hijo y del staff de su agencia, Carmen Balcells, hizo que lentamente remontara. El a?o m¨¢gico fue 1996, cuando coincidieron la edici¨®n de su majestuoso Olvidado Rey Gud¨², bello cuento de hadas que se convirti¨® en una de sus obras de m¨¢s ¨¦xito y, sin duda, la volvi¨® a poner en primera l¨ªnea en las librer¨ªas, y su elecci¨®n como miembro de la Real Academia Espa?ola de la Lengua para ocupar el sill¨®n ¡°K¡±, instituci¨®n en la que ingres¨® dos a?os despu¨¦s con un discurso muy de su mundo fant¨¢stico, En el bosque. Se convert¨ªa as¨ª en la tercera mujer en ocupar una silla en la alta c¨¢mara de la lengua.
Fue un renacer. Aranmanoth (2000), otra obra de corte medieval y, sobre todo, la edici¨®n dos a?os despu¨¦s de sus Cuentos de infancia, recopilaci¨®n de nueve cuentos e ilustraciones que Matute escribi¨® cuando ten¨ªa entre cinco y catorce a?o, parecieron quitarle, como ratific¨® el Premio Nacional de las Letras Espa?olas en 2007. Ni su hospitalizaci¨®n, en febrero de 2008 a consecuencia de una fractura de tibia, fren¨® su ansia escritora, entonces centrada en la hasta ahora su ¨²ltima novela, Para¨ªso inhabitado. La culminaci¨®n a todo lleg¨® hace tres a?os, en 2010, cuando obtuvo el Premio Cervantes. ¡°La Literatura ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas¡±, reconoci¨®, como gran verdad de su vida, en el discurso de aceptaci¨®n.
En 1996 volvi¨® a la primera p¨¢gina. Fue el a?o m¨¢gico en que coincidieron la edici¨®n de su majestuoso Olvidado Rey Gud¨², bello cuento de hadas que se convirti¨® en una de sus obras de m¨¢s ¨¦xito? y su elecci¨®n como miembro de la Real Academia Espa?ola de la Lengua para ocupar el sill¨®n ¡°K"
Desde entonces fue arrastrando, por culpa de los inevitables achaques de la edad que aun as¨ª no le impidieron entregar el pasado enero la ¨²ltima edici¨®n del premio Nadal, una nueva novela Demonios familiares, que entreg¨® a su editor, Emili Rosales hace poco y que Destino publicar¨¢ en septiembre. En verdad, con ella se va uno de los ¨²ltimos escritores esenciales de los a?os 40 y 50, en especial mujeres, tras la muerte de autoras como Carmen Laforet, Ana Mar¨ªa Moix, Esther Tusquets y Carmen Mart¨ªn Gaite.
La ya novela p¨®stuma transcurre en 1936, inicio de la Guerra Civil, y est¨¢ protagonizada por una joven en un mundo de amor, traici¨®n y sentimientos confusos. El escenario es una ciudad castellana. Una obra, dice su editor, "en la cual ella trabaj¨® animadamente". Aunque dijera que ¡°nunca ha escrito una sola l¨ªnea autobiogr¨¢fica¡±, la mayor parte de sus obras no estrictamente fantasiosas tiene jirones de su piel y de esas historias que le contaba a Gorog¨®, su mu?eco de tez negra que, pacientemente hasta ayer mismo, fue desde los cinco a?os el primer receptor de su imaginaci¨®n ya inmortal.
As¨ª comienza su novela p¨®stuma
¡°Algunas noches el Coronel o¨ªa llorar a un ni?o en la oscuridad. Al principio se preguntaba qui¨¦n ser¨ªa, puesto que hac¨ªa muchos a?os que en la casa no viv¨ªa ning¨²n ni?o. Solo quedaba, en la mesilla de noche de Madre, una fotograf¨ªa sepia, una sonrisa transparente y err¨¢tica ?qui¨¦n sab¨ªa ya si de Madre o del ni?o?, flotando en la noche, como una luci¨¦rnaga alada. Ahora sus recuerdos, incluso los tenebrosos fantasmas de la campa?a de ?frica, se parec¨ªan cada d¨ªa m¨¢s a desperdicios, lo que queda, migas de pan en el mantel, de un antiguo fest¨ªn. Pero su memoria recuperaba una y otra vez la imagen de Ferm¨ªn, su hermano mayor. Encerrado en su marco de terciopelo malva, vestido de marinero, apoyado en un aro de madera, y siempre ni?o. Como un fantasma recurrente ?"qu¨¦ raro, es mi hermano mayor, pero yo tengo m¨¢s a?os que ¨¦l"?, persist¨ªa all¨ª, nadie lo hab¨ªa quitado de la mesilla, ni aun cuando Madre ya no estaba, hac¨ªa a?os que ¨¦l se hab¨ªa casado, hab¨ªa nacido su hija, y Herminia, su mujer, hab¨ªa muerto...¡±
Babelia
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