Versos cl¨¢sicos contra el dolor
Pablo Messiez estrena en Almagro 'Los brillantes empe?os', obra con textos del Siglo de Oro
Pablo Messiez se estrena como dramaturgo en el Festival Internacional de Teatro Cl¨¢sico de Almagro con una obra que combina pasado y presente, versos cl¨¢sicos de distintos autores del Siglo de Oro para narrar el dolor actual de seis hermanos hu¨¦rfanos. Son los versos y las palabras de Lope de Vega, de Calder¨®n, de Quevedo, Cervantes o Santa Teresa de Jes¨²s los que van guiando el entramado de la obra Los brillantes empe?os, una producci¨®n del certamen que dirige Natalia Men¨¦ndez y Nave 73, que se represent¨® ayer en Almagro y lo har¨¢ hoy de nuevo, y que en oto?o llegar¨¢ a los escenarios de Madrid.
¡°Nunca pens¨¦ que esta propuesta la aceptaran en Almagro. No es una obra cl¨¢sica, es un contempor¨¢neo sobre textos cl¨¢sicos¡±. Parece ya lejano el v¨¦rtigo que Pablo Messiez confiesa que le embarg¨® al inicio del proyecto de la compa?¨ªa Grumelot. Los cuatro meses de encierro en la sala Nave 73, situada en el populoso barrio madrile?o de Arganzuela, con los seis actores de la compa?¨ªa ¡ªJavier Lara, Carlota Gavi?o, Rebeca Hernando, I?igo Rodr¨ªguez-Claro, Jos¨¦ Juan Rodr¨ªguez y Mikele Urroz¡ª para ensayar esta obra llena de sensaciones y emociones, de pocas palabras, algunos versos y m¨²sica evocadora, le han colmado de tranquilidad. La propuesta le lleg¨® a Natalia Men¨¦ndez sin ni siquiera estar escrita. Por no haber, no hab¨ªa ni t¨ªtulo definido. ¡°Era algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Lo que me interesaba fundamentalmente era la mirada de Pablo Messiez, que es una mirada particular, interesante, curiosa y atractiva. Messiez es un dramaturgo que propone preguntas, y eso es la funci¨®n del teatro. El poder de creaci¨®n de Messiez va directamente al ombligo, es un autor y director que no tiene miedo a desnudarse como creador. Esa es su gran arma y el basti¨®n de quien va a llegar a ser muy grande¡±, asegura la responsable de Almagro, para quien el maridaje conseguido con Los brillantes empe?os entre la po¨¦tica de Messiez y la del Siglo de Oro es rotundo. ¡°Mi inter¨¦s al frente de Almagro no es el de generalizar sobre un tipo de obras, sino en concretar en creadores, y eso es lo que voy a seguir haciendo¡±.
Los brillantes empe?os se programa dentro del espacio del Corral de Comedias, precisamente para, seg¨²n Men¨¦ndez, romper los t¨®picos con la cuesti¨®n muse¨ªstica y polvorienta de los cl¨¢sicos.
Considerado una de las voces m¨¢s estimulantes del teatro en espa?ol, Pablo Messiez, argentino de 40 a?os, tiene una obsesi¨®n: las palabras. Esas palabras ¡ª¡°elegidas siempre responsablemente¡±, apunta¡ª que explosionaron en las seis obras (Los ojos, Las criadas, Ahora, La muda, Las plantas y Las palabras) que, desde su llegada a Madrid en 2008, ha conseguido estrenar. Ahora le llega el turno a Los brillantes empe?os, una obra con seis hermanos hu¨¦rfanos, muchos libros, un pasado que se reinventa por momentos y el recuerdo de un padre que ya no tiene ni rostro. Toda una b¨²squeda de la esencia del ser humano dentro de esa familia sin padre ni madre que se busca a s¨ª mismo y a los otros, encontrando en la palabra un remedio contra el dolor.
Messiez, sentado en el suelo, contempla concentrado el ensayo de Los brillantes empe?os. El escenario es sencillo, un oscuro rect¨¢ngulo, con un ventilador a un lado, una gran cazuela sobre un hornillo y patatas y muchos libros en el suelo. Al fondo, un sencillo banco. ¡°Donde hall¨® piedad un infelice¡±. Los versos de Calder¨®n de la Barca surgen de la voz de un hombre en camiseta y calzoncillos que aparece en escena. El ensimismamiento provocado por esas palabras evocadoras se rompe de inmediato ante el grito dom¨¦stico. ¡°?A comer!¡±, lanza una poderosa y en¨¦rgica voz femenina. Surgen entonces tres mujeres y otros dos hombres, todos en ropa interior y camisones, y se dirigen ¨¢vidos ante la cazuela con suculentas aunque sosas patatas calientes. Tienen hambre y comen con ansia esos tub¨¦rculos, mientras una m¨²sica como religiosa suena fuerte. Una siesta, tumbados todos sobre el suelo, y un nuevo despertar. La acci¨®n se apodera entonces de la escena, mientras unos realizan construcciones con los libros, otra salta a la comba de espaldas al p¨²blico, y el resto se acurruca cari?osamente.
?Qu¨¦ les pasa? ?Qu¨¦ angustia atraviesan? ?De d¨®nde les viene ese color compartido? ?Buscan algo? ?C¨®mo vivir? Algo ha pasado en el mundo exterior y estos seis hermanos encerrados, solos y sin contactos fuera, en un futuro indefinido, se pelean, se besuquean, se abrazan y lloran. Poco a poco, uno va intuyendo que unos padres desaparecidos les dejaron all¨ª abandonados con libros y patatas para la supervivencia. Les incomoda hablar y recordar a sus padres. ¡°?Os acord¨¢is cuando naci¨®?¡±, dice la hermana mayor ante el m¨¢s peque?o, al que, tras un ataque de miedo, le han conseguido calmar. ¡°Hab¨ªa un silencio muy bonito¡±, prosigue. Es el ¨²nico momento en el que se atreven a hablar y recordar a sus padres. ¡°Hicimos algo juntos con pap¨¢ y mam¨¢¡±.
¡°Algo pas¨® con las palabras hace tiempo, algo que no nombran pero que temen. Es algo vergonzante, por eso ahora los hermanos hablan menos. Siempre que les hace falta utilizan versos cl¨¢sicos porque les ayudan a calmar el dolor, a entrar en las situaciones en las que no se atreven a entrar con sus propias palabras. Son sus armas¡±, dice Messiez. Unas armas literarias que les dej¨® en herencia un padre que le¨ªa sin descanso a los cl¨¢sicos. Homenaje a todo ello son los nombres que les impusieron; Dmitri, Ivan y Alexei para los varones por la novela de Dostoievski Los hermanos Karamazov, y Masha, Olga e Irina por Las tres hermanas de Ch¨¦jov.
Los brillantes empe?os es, ante todo, advierte su autor y director, una obra de sensaciones, de emociones, tambi¨¦n de intriga y de confusiones sobre el tiempo pasado y presente. ¡°Yo prefiero que el p¨²blico no se pregunte de lo que trata la historia, incluso que sea lo de menos, sino que se deje embelesar por esa atm¨®sfera extra?a y m¨¢gica que ocurre delante de tus ojos. Tal vez se trate de eso. De volver a la sensaci¨®n previa al sentido. Al sabor, antes que al saber¡±.
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