¡°Sin el lado oscuro de la vida no habr¨ªa esperanza¡±
El escritor sueco Johan Theorin cierra su tetralog¨ªa con 'El ¨²ltimo verano en la isla'
No son las im¨¢genes m¨¢s n¨ªtidas ni tur¨ªsticas, sin duda, las que ha adquirido el escritor sueco Johan Theorin de la catedral de Santa Mar¨ªa del Mar de Barcelona. Encuadran penumbras y haces de luz espectrales entre los altos vitrales de las b¨®vedas. ¡°Siempre compro las m¨¢s oscuras o m¨ªsticas: en ellas veo el misterio¡±, dice afable pero serio, aspecto que su cabeza rubia casi rapada, barba rala y jersey de cuello alto, como de marinero de permiso, refuerzan. El barco que ha atracado en el muelle es El ¨²ltimo verano en la isla (Literatura Random House), en el que no ha de sorprender la presencia de mylings (ni?os fantasmas), apariciones en los t¨²mulos funerarios, golpes desde el interior de la caja de un muerto, presencias incorp¨®reas¡ Nada que no sea habitual en su particular tetralog¨ªa que ahora cierra y que, ambientada en la inh¨®spita isla b¨¢ltica de ?land en cada estaci¨®n del a?o y alimentada por las leyendas marineras que le contaba su abuelo, le han convertido en una de las voces m¨¢s singulares del boom de la novela negra n¨®rdica.
¡°Suecia debe ser de los pa¨ªses m¨¢s seglares del mundo pero, en cambio, o quiz¨¢ por ello, muchos creen en fantasmas, reencarnaciones; los suecos son aut¨¦nticos buscadores de este tipo de historias que parecen tener un poder m¨¢gico; igual la explicaci¨®n est¨¢ en que apenas hace tres generaciones que hemos salido del ¨¢mbito rural¡±, intenta justificar Theorin esa presencia (y el ¨¦xito) de lo sobrenatural en la avanzada sociedad sueca. Esta entrega es, admite, la que presenta menos componente taumat¨²rgico (¡°tengo pavor a encasillarme¡±, se le escapa), pero el pasado (hist¨®rico, de los personajes) pesa mucho de nuevo. Aqu¨ª ser¨¢ bajo el regreso de un resentido antiguo emigrante que aterrar¨¢ el verano de ?land, el Midsommar, cuando esta isla larga, estrecha, plana y casi sin vegetaci¨®n se convierte en megacentro tur¨ªstico y pasa de 15.000 a 200.000 habitantes (¡°recuerdo los viajes masivos de suecos al sur de Espa?a y los alemanes en Mallorca y c¨®mo se comportan; pues en ?land pasa algo parecido¡±, compara).
El octogenario Gerlof , constante en las cuatro entregas, es quien intentar¨¢ aclarar los sucesos, falso protagonista de unas obras donde la gente de edad tiene notable protagonismo, otra acepci¨®n del peso del pasado. ¡°La misi¨®n de todo escritor es recordar a la sociedad cosas que esta borra; hay una tendencia preocupante a olvidar el pasado y, en cambio, el pasado siempre regresa¡±, dice evocando sus tiempos en que trabaj¨® en una residencia de ancianos, donde quedaba prendado de las historias que le contaban igual, dice, que hacen hoy los estudiantes cuando ¨¦l acude a los institutos. ¡°Si hablo de literatura se duermen pero cuando les narro historias de vida antiguas, despiertan; hay un anhelo secreto del pasado; creo que empieza a haber gente que est¨¢ cansada de Facebook y Twitter, de eso inmediato y constante, y en Suecia puede verse, por ejemplo, con la locura del retorno de los discos de vinilo¡±, ejemplifica.
Si la existencia de una Suecia tur¨ªstica es una sorpresa, tambi¨¦n lo es constatar que el pa¨ªs padeci¨® un notable ¨¦xodo en el siglo XIX y principios del XX. ¡°Emigraron cerca de un mill¨®n de suecos, b¨¢sicamente a EE UU, Australia y la Uni¨®n Sovi¨¦tica; Suecia fue muy pobre y es bueno recordarlo ahora porque el mundo puede cambiar muy r¨¢pidamente¡±, apunta Theorin, que cita como aliado en su pa¨ªs el ¨¦xito de la serie televisiva Los emigrantes, a partir de la obra del cr¨ªtico escritor sueco Vilhelm Moberg. Pero piensa tambi¨¦n en clave pol¨ªtica inmediata: ¡°Tenemos el partido nacionalista Dem¨®cratas de Suecia, que propone cerrar las fronteras a los extranjeros, que son ya un 10 % de la poblaci¨®n; recordar es bueno porque tenemos elecciones en septiembre¡±.
Viaja Theorin (Gotemburgo, 1965) acompa?ado de un mapa desplegable de la filiforme ?land tan alto como ¨¦l y fotograf¨ªas con parajes ¨¢ridos de su amada isla donde veraneaba de chico. ¡°En toda la serie los personajes marchan de la isla pero regresan a ella; siempre vuelves donde has nacido, es el poder m¨¢gico de la infancia¡±, dice quien en todo personaje oscuro o maligno acaba siempre hallando un origen de bondad, generalmente vinculado a alg¨²n episodio de la infancia. ¡°Quiz¨¢ soy un poco rousseauniano y creo que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad el que lo corrompe; b¨¢sicamente, en todos nosotros rige el bien: queremos que ganen los buenos y justos de las pel¨ªculas y en el g¨¦nero negro nos sentimos decepcionados si el malo sale con bien; y esos es as¨ª incluso en los peores momentos: el piloto Hugh Thompson interpuso su helic¨®ptero en la matanza de My Lai entre un grupo de campesinos vietnamitas y soldados norteamericanos que iban a asesinarlos¡ Incluso en plena oscuridad hay esperanza; sin la oscuridad no habr¨ªa luz¡±.
No es el escritor amante de soltar mensajes en sus novelas (¡°el punto de vista ha de quedar siempre camuflado entre los personajes y las situaciones¡±), pero es evidente que el anciano Gerlof, claro trasunto de su abuelo, es la mirada a la vida de Theorin, personaje que dar¨ªa para una serie. ¡°Nunca olvido a mi abuelo; seguir¨¦ siempre busc¨¢ndole y encontr¨¢ndole a partir de mis historias, basadas en las que me cont¨®¡±. ?Y Gerlof? ¡°Tiene 85 a?os, le cuesta caminar, no es un superhombre y es extra?o que se vaya encontrando con cr¨ªmenes por resolver; pero no descarto nada, depender¨¢ del caso¡±, dice sobre el hilo conductor de una tetralog¨ªa que solo ha tenido un salto a la pantalla, la primera entrega, La hora de las sombras, que tuvo una acogida en su pa¨ªs ¡°solo correcta: coincidi¨® con el estallido de la narrativa de humor tipo Jonas Jonasson¡±, reconoce.
Ya sea alargando o no la vida detectivesca de Gerlof, Theorin cree que podr¨¢ mantener ese thriller suyo pespunteado por lo fant¨¢stico y las leyendas n¨®rdicas. ¡°Me interesa, me obsesiona, me fascina todo aquello que no tenga explicaci¨®n¡±, argumenta. Por ahora, sin embargo, est¨¢ centrado en la segunda parte de El guardi¨¢n de los ni?os, thriller m¨¢s psicol¨®gico y cl¨¢sico, mientras contempla con distancia prudencial la novela negra n¨®rdica que sigui¨® tras la estela de Stieg Larsson (¡°la eclosi¨®n es fruto de la muerte de Olof Palme, fue la manera de gestionar el trauma de un crimen a¨²n por resolver; ser la consciencia del mundo tiene un precio¡±) y en cuyo pelot¨®n de cabeza figura. ¡°El fen¨®meno nos coloc¨® en el mapa pero nos falta perspectiva a¨²n para valorar la calidad de la novela negra n¨®rdica, lo publicado es muy diverso; veremos¡ Yo siempre me acuerdo de lo del tenis cuando apareci¨® Bj?rn Borg: salieron de golpe un mont¨®n de notables jugadores suecos y ahora llevamos ya bastantes a?os que no ha hay ni uno de potable¡¡±.
Babelia
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