Las muchas lenguas de Kundera
Alejado de la prensa desde hace una d¨¦cada, el novelista publica ¡®La fiesta de la insignificancia¡¯. "La vida, cuando uno no puede esconderse de los dem¨¢s, eso es el infierno", ha dicho
La primera novela de Milan Kundera, La broma, es la historia de c¨®mo una iron¨ªa le¨ªda por quien no deber¨ªa ¨Cescribir en una postal ¡°El optimismo es el opio del pueblo¡±¨C arruina la vida de su protagonista en la Checoslovaquia comunista. La ¨²ltima, La fiesta de la insignificancia ¨Cque su editorial en Espa?a, Tusquets, saca a la calle el 2 de septiembre¨C relata en uno de sus cap¨ªtulos como Stalin relata una historia que puede ser, o no, un chiste, aunque descubrirlo no es sencillo: si por casualidad no es un chiste y es un delirio de dictador, puede costar la vida al que se r¨ªa a destiempo. En medio, transcurre la vida de uno de los escritores europeos m¨¢s importantes del siglo XX, cuya existencia podr¨ªa ser definida como una gran lucha contra un mundo que ha perdido el sentido del humor.
Los chistes son un ¨¢ngulo magn¨ªfico para contar la historia del comunismo en Europa Oriental y la URSS: ¡°Qu¨¦ hay m¨¢s fr¨ªo que el agua fr¨ªa en Rumania? El agua caliente¡± ¡°?C¨®mo se llama una orquesta sinf¨®nica sovi¨¦tica a la vuelta de una gira por Occidente? Un cuarteto¡± ¡°?Se puede envolver un elefante con un diario? S¨®lo si recoge ¨ªntegro un discurso de Kruschev¡± ¡°?C¨®mo visitan los rusos a sus amigos? En tanque¡± (este ¨²ltimo es un chiste checoslovaco de 1968). El periodista Ben Lewis escribi¨® un ensayo delicioso sobre el tema, Hammer & Tickle (algo as¨ª como El martillo y las cosquillas, un intraducible juego de palabras entre sickle ¨Choz¨C y tickle ¨Ccosquillas¨C) en el que recoge la historia del escritor checoslovaco Jan Kalina, autor del primer estudio sobre el humor bajo el comunismo, 1001 chistes. Kalina escribi¨® su libro aprovechando la apertura que antecedi¨® a la Primavera de Praga y lo envi¨® a imprenta, pero justo en ese momento no hab¨ªa papel. Cuando por fin lleg¨®, los tanques sovi¨¦ticos ya hab¨ªan arrasado el estallido de libertad checoslovaco, y los impresores se pusieron a trabajar en los libros que ten¨ªan en lista de espera, sin mirar su contenido. El ensayo sali¨® a la calle en 1969, vendi¨® 25.000 ejemplares en dos semanas ¨Cel tiempo que tardaron en darse cuenta las autoridades de que su contenido no les hac¨ªa ninguna gracia¨C y su autor fue detenido y sometido a un proceso, tras el que fue condenado a dos a?os de trabajos forzados por ¡°publicar un libro sat¨ªrico que insulta con crudeza el estado y la sociedad de la Rep¨²blica Checoslovaca y su solidaridad con la Uni¨®n Sovi¨¦tica¡±. Kundera se convirti¨® en un gran escritor y sus libros en el s¨ªmbolo de la Primavera de Praga en aquellos mismos a?os, en ese mismo pa¨ªs absurdo que perdi¨® la batalla del sentido del humor ante los tanques. ¡°El humor es esencial para ¨¦l¡±, explica el escritor y periodista franc¨¦s Jean Daniel, de 94 a?os, uno de los grandes amigos parisinos de Kundera, que escribi¨® el prefacio de su autobiograf¨ªa literaria, Los m¨ªos (Galaxia Gutenberg). ¡°La iron¨ªa est¨¢ en el centro de su vida, la idea de que uno no se puede tomar el mundo en serio¡±", explica el periodista.
La vida y la obra del narrador, de 85 a?os, han estado marcadas por aquella represi¨®n, que le llev¨® al exilio, a cambiar de pa¨ªs, de nacionalidad (Fran?ois Mitterand le concedi¨® la ciudadan¨ªa francesa en 1981, a la vez que a Julio Cort¨¢zar, despu¨¦s de dos a?os como ap¨¢trida ya que los checos le hab¨ªan retirado la suya en 1979) y, finalmente, de lengua: sus ¨²ltimas cuatro novelas est¨¢n escritas directamente en franc¨¦s. El autor se fue recluyendo poco a poco desde mediados de los a?os ochenta, cuando el ¨¦xito de La insoportable levedad del ser le hizo mundialmente famoso, apart¨¢ndose de la mirada p¨²blica y de la prensa, de lo que llama los ¡°estragos de la sociedad de la transparencia¡±, un proceso que se ha profundizado desde que fue acusado en 2008 de haber sido un delator bajo la dictadura comunista, un cargo que rechaz¨® rotundamente en su primera declaraci¨®n p¨²blica en 30 a?os (un p¨¢rrafo dictado por tel¨¦fono a la agencia checa de noticias). Pero, como demuestraLa fiesta de la insignificancia, hay algo de lo que Kundera nunca se ha olvidado: ni de la literatura, ni de los buenos chistes. ¡°Aprend¨ª a valorar el humor durante la ¨¦poca del terror estalinista¡±, asegur¨® en 1980 en una entrevista con el novelista Philip Roth, una de las ¨²ltimas que concedi¨® antes de desaparecer de la escena p¨²blica. ¡°Ten¨ªa veinte a?os. Para identificar a alguien que no fuera estalinista, al que no hubiera que tener miedo, bastaba con fijarse en su sonrisa. El sentido del humor era una se?al de identificaci¨®n muy fiable. Desde aquella ¨¦poca, me aterroriza la idea de que el mundo est¨¢ perdiendo el sentido del humor¡±.
Los amigos cercanos del escritor respetan el muro de silencio con el que ha decidido protegerse del mundo exterior y evitan contar cualquier detalle sobre su vida. ¡°Es un hombre muy secreto¡±, asegura Jean Daniel. ¡°Mi amistad con ellos viene del hecho de que soy una tumba, es un pacto de amistad y un pacto de editora¡±, explica por su parte Beatriz de Moura, su editora espa?ola en Tusquets, traductora de sus libros del franc¨¦s y que, junto a su compa?ero ya fallecido, Toni L¨®pez Lamadrid, estableci¨® una profunda amistad con el novelista y con su esposa. ¡°Los periodistas se convirtieron casi en una obsesi¨®n, pensaba que siempre van a la noticia f¨¢cil, ten¨ªa mucho miedo a ser malentendido, tambi¨¦n por los traductores. Pensaba que los medios ten¨ªan much¨ªsimo poder, su postura fue que se hable de su obra¡±, se?ala la traductora y escritora checa Monika Zgustova, que tambi¨¦n trat¨® mucho al autor de El libro de los amores rid¨ªculos. ¡°Su vida es perfectamente normal, pero tiene que defenderse de la sociedad del entretenimiento¡±, asegura Fernando de Valenzuela, periodista, traductor al espa?ol de la obra en checo de Kundera y gran amigo del novelista.
Hace d¨¦cadas que no concede una entrevista y es una pena porque la conversaci¨®n con Roth, publicada en El oficio. Un escritor, sus colegas y sus obras (Seix Barral), es una aut¨¦ntica joya: ¡°El totalitarismo no es s¨®lo el infierno, sino tambi¨¦n el sue?o del para¨ªso¡±; ¡°Una novela no afirma nada: una novela busca y plantea interrogantes¡±. En marzo de 1982, viaj¨® a Madrid para presentar El libro de la risa y el olvido y concedi¨® una entrevista a este diario, a Rosa Mar¨ªa Pereda, en la que tambi¨¦n se muestra un interlocutor l¨²cido pese a que arrastraba una gripe tremenda. ¡°No me siento c¨®modo en el papel de disidente¡±, asegur¨® entonces, cuando la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn y el final del mundo comunista parec¨ªan una quimera. ¡°Me veo a m¨ª mismo como uno de los ¨²ltimos artistas de la gran cultura centroeuropea, que est¨¢ a punto de ser masacrada. Porque lo que est¨¢ pasando en Europa Central es precisamente la masacre de su cultura. Imagine que a principios de siglo la cultura centroeuropea era el verdadero centro de la cultura europea. Todo proviene de all¨ª: el psicoan¨¢lisis, el estructuralismo, la dodecafon¨ªa, el teatro del absurdo... Todo ello est¨¢ a punto de terminar porque esta parte de Occidente est¨¢ incluida en otra civilizaci¨®n, el Este. El choque cultural es a¨²n m¨¢s fuerte que el pol¨ªtico¡±.
En el oto?o de 1983 concedi¨® una serie de entrevistas a Christian Salmon, que publicar¨ªa en The Paris Review y que se han convertido en un cl¨¢sico de los estudios literarios. En 1985 The New York Times public¨® una larga conversaci¨®n con la escritora experta en el mundo sovi¨¦tico Olga Carlisle, que describ¨ªa su domicilio ¡°como un peque?o apartamento con vistas a los tejados de Montparnasse¡±. ¡°Lo que da personalidad a su sal¨®n son las pinturas modernas, surrealistas, que cuelgan de sus paredes. Algunas son de artistas checos, otras del propio Kundera¡±. Describe a Vera, su esposa, m¨²sica y compositora, como ¡°una guapa morena con el pelo corto¡± y asegura que la fama ha irrumpido en su vida en forma de constantes llamadas y peticiones de ¡°televisiones europeas, directores de teatro y de cine¡±. Es Vera quien atiende el tel¨¦fono. ¡°Alto y delgado, vestido con un viejo jersey azul, Kundera parece un hombre que se siente a gusto consigo mismo¡±, prosigue la periodista que relata como el propio novelista le acompa?a caminando al hotel, ¡°un corto paseo en medio de la ruidosa noche parisina¡±. Dos d¨ªas despu¨¦s los Kundera le invitaron a comer codorniz en salsa de enebro al estilo checo. El matrimonio Kundera no se muestra hura?o en ning¨²n momento, m¨¢s bien todo lo contrario. ¡°La vida, cuando uno no puede esconderse de los dem¨¢s, eso es el infierno y lo sabe cualquiera que haya vivido en un pa¨ªs totalitario¡±, confes¨® entonces en una frase que, desde su refugio, tiene mucho sentido. Aquella entrevista, junto a una preciosas im¨¢genes de Milan y Vera Kundera en ese mismo sal¨®n tomadas por el fot¨®grafo siciliano de Magnum Fernando Scianna, fueron los ¨²ltimos momentos p¨²blicos del escritor antes de reclamar su derecho a esfumarse. Le Monde cuenta que todav¨ªa es posible verle pasear por las calles del distrito sexto de Par¨ªs (el Barrio Latino) donde vive, por el Jard¨ªn de Luxemburgo ¨Cdonde transcurre una escena crucial de su ¨²ltima novela¨C o tomando un vodka en el bar del m¨ªtico hotel Lutetia, que acaba de cerrar durante tres a?os para unas largas renovaciones. Pasa tambi¨¦n temporadas en una casa de las afueras de Par¨ªs.
Kundera, nacido en 1929 en Brno, hab¨ªa llegado a Francia en 1975, con su esposa, como profesor invitado a la Universidad de Rennes, en Breta?a, y se qued¨®. En 1979, el a?o en que se convirti¨® en ap¨¢trida, se traslada a Par¨ªs y all¨ª escribi¨® La insoportable levedad del ser. En aquellos a?os tambi¨¦n hizo un descubrimiento extraordinario, cuando Alain Finkielkraut le pregunt¨® durante una entrevista por qu¨¦ el estilo de algunas de sus novelas en franc¨¦s parec¨ªa tan barroco: se enter¨® as¨ª de que sus libros no hab¨ªan sido traducidos, hab¨ªan sido reescritos. ¡°Es muy minucioso con las traducciones¡±, asegura Beatriz de Moura quien explica que hizo retraducir todas sus obras al franc¨¦s, un proceso que le llev¨® dos a?os de trabajo y en el que ¨¦l mismo particip¨®, y tras el que sus obras recuperaron en su lengua de acogida el estilo directo, claro, sin adjetivos, que caracteriza su literatura. ¡°Querer tener una versi¨®n definitiva de sus libros es uno de los privilegios a los que tiene derecho un autor¡±, asegura Fernando de Valenzuela, quien explica que revis¨® sus traducciones del checo introduciendo todas las frases y matices de las diferentes versiones francesas. Cuando volvi¨® a publicar en checo La insoportable levedad del ser en 2008 se convirti¨® en un ¨¦xito de ventas. La edici¨®n iba acompa?ada de una nota del autor que refleja muy bien su forma de enfrentarse a los textos: ¡°Fue necesario reconstruir el manuscrito, perdido parcialmente, compararlo con ediciones anteriores y, por encima de todo, con la traducci¨®n francesa en la que introduje muchos cambios peque?os a lo largo de 20 a?os¡±.
El ¨¦xito de la edici¨®n checa de La insoportable levedad del ser parece contradictorio con la frialdad, incluso hostilidad, con la que muchos intelectuales acogieron la acusaci¨®n, basada en un presunto documento de la polic¨ªa secreta, de que hab¨ªa denunciado en 1950, cuando ten¨ªa 20 a?os, a un hombre que pas¨® 14 a?os en un campo de trabajos forzados. Kundera lo neg¨® rotundamente y recibi¨® el apoyo p¨²blico de autores de la talla de Philip Roth, Salman Rushdie, Nadime Gordimer, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Orhan Pamuk, Jorge Sempr¨²n, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo y J.M. Coetzee. Los autores de la revelaci¨®n, en cambio, han mantenido siempre su veracidad. ¡°Le afect¨® much¨ªsimo la historia de la denuncia checa, se sinti¨® traicionado por los checos y creo que fue as¨ª realmente. Muy poca gente intent¨® comprender lo que hab¨ªa ocurrido entonces¡±, se?ala Monika Zgustova, que tambi¨¦n sali¨® p¨²blicamente en su defensa con un art¨ªculo publicado en EL PA?S. ¡°La acusaci¨®n destila el rechazo que todos los pa¨ªses del mundo muestran por sus exiliados¡±, asegura Fernando de Valenzuela, quien cree que todo fue una burda manipulaci¨®n. Sin embargo, su traductor asegura que el cambio de lengua, similar al que experimentaron otros grandes escritores como Nabokov, Beckett, Cioran o Ionesco, no se debe a una buena o mala relaci¨®n con su pa¨ªs. ¡°Es l¨®gico. Si est¨¢s fuera del pa¨ªs donde vive tu lengua, acabas por escribir un checo de hace 40 a?os. Kundera no solo reflejaba el idioma que se hablaba en la calle sino que, durante la Primavera de Praga, la calle hablaba como Kundera¡±, explica.
Sus ¨²ltimas cuatro novelas, La lentitud, La identidad, La ignorancia y La fiesta de la insignificancia, est¨¢n escritas en franc¨¦s, al igual que su obra de teatro Jacques y su amo; y cuatro ensayos: El arte de la novela, Los testamentos traicionados, El tel¨®n y Un encuentro. No ha recibido el Nobel pero en 2011 se le concedi¨® un honor igual de importante (o m¨¢s): se convirti¨® en el duod¨¦cimo escritor que entra en vida en la colecci¨®n que marca el canon de la literatura mundial, La Pleiade, la cuidada colecci¨®n en papel biblia de Gallimard que re¨²ne las joyas de la literatura universal. ¡°Es curioso que despu¨¦s de haber sido alzado a los altares de la Pleiade se descuelgue con un libro tan particular, tan peque?o. Demuestra que est¨¢ muy joven¡±, asegura Beatriz de Moura. El quebequ¨¦s Fran?ois Ricard, el profesor de la Universidad McGill de Montreal que se ocup¨® de la edici¨®n definitiva en La Pleiade, as¨ª como del prefacio y la biograf¨ªa, asegur¨® en una entrevista en un n¨²mero especial del Magazine Litt¨¦raire sobre el escritor: ¡°Kundera puede ser de origen checo y puede haber adoptado la nacionalidad francesa, pero su obra no es ni francesa ni checa. Pertenece a otro territorio, a otra historia, a otro corpus que el de las lenguas en la que ha sido escrita: el espacio transnacional y transling¨¹¨ªstico de la novela. Y hay muy pocos escritores contempor¨¢neos de los que se puede decir esto¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.