Europa por un cochinillo
El ins¨®lito viaje de vuelta al yacimiento italiano de Paestum de una pieza de arte ¨²nica
El a?o 2007 fue especialmente productivo para el patrimonio italiano en cuanto a recuperaci¨®n de bienes arqueol¨®gicos expoliados: 67 piezas fueron restituidas a sus sitios o a museos; entre aquellos tesoros, destacaba uno: la cr¨¢tera firmada por Assteas, del siglo V a. C. y que en una de sus caras representa el rapto de Europa. Al menos parcialmente, se hab¨ªa vencido el incesante saqueo de que es v¨ªctima el sur del pa¨ªs, una exportaci¨®n clandestina de obras ¨²nicas que va desde los etruscos a la Italia griega llegando a los tiempos romanos. La cr¨¢tera de Assteas termin¨® exhibida con triunfo y boato en el Museo de la Villa Getty de Malib¨²; el m¨¦rito es de un departamento especializado de los carabineros. La alarma salt¨® en 1983 con una publicaci¨®n monogr¨¢fica hecha justo en Malib¨² por Marit Jentoft Nilsen.
Desde antes de su recuperaci¨®n, tan compleja que intervinieron los cuerpos diplom¨¢ticos de Estados Unidos e Italia, la cr¨¢tera de marras, dado su excepcional valor, estaba siendo estudiada por un equipo de expertos italianos rastreadores entre los que est¨¢n Marina Cipriani, Maria Luisa Nava y Angela Pontrandolfo, que han sentido, adem¨¢s de la fascinaci¨®n por el objeto, la manera de acercarse a un homenaje a un artesano semidesconocido que ocasionalmente salta en los libros y en la historia, aqu¨ª y all¨¢: Assteas, el que firmaba sus vasos. No era raro que un artista de este calibre signara su obra. Pensemos en un ejemplo que se puede ver en Madrid: la Copa de Aison del Museo Arqueol¨®gico Nacional cuyo motivo son las haza?as de Teseo, tambi¨¦n de la segunda mitad del siglo V a. C. y probablemente la joya m¨¢s lucida de este g¨¦nero en colecciones espa?olas.
En el mismo 2007, el prodigioso e intacto vaso de Assteas se exhibi¨® en Roma en la muestra Capolavori ritrovati [Obras maestras recuperadas] en el Quirinale y ya entonces hab¨ªa mucho rumor en torno sus viajes anteriores. Parece que empez¨® a dar tumbos (pensemos en su fragilidad) alrededor de 1970, pasando por varios anticuarios sin escr¨²pulos y que el origen estaba en un tratante local, que se la compr¨® a un profanador de tumbas por un pu?ado de liras y un cochinillo (vivo). La cr¨¢tera de Assteas viaj¨® oculta a Suiza y permaneci¨® en una colecci¨®n privada hasta que en 1981 los Getty la compran por 380.000 d¨®lares: as¨ª llegamos el¨ªpticamente al peque?o puerco </CF>m¨¢s caro de la historia. Las pesquisas del departamento de defensa del patrimonio hist¨®rico de los carabineros llegaron a la conclusi¨®n que la pieza se excav¨® en los alrededores de Santa Agata dei Goti, un pueblo de la regi¨®n de Sannio que los arque¨®logos identifican como la antigua Saticula.
La firma de la cr¨¢tera ha estado en el eje del encono por la devoluci¨®n: se trata de una obra maestra, no de un c¨¢ntaro m¨¢s. En la memoria de las indagaciones, uno de los anticuarios relat¨® que le hab¨ªan contado que todo el trato se hab¨ªa hecho a la luz del d¨ªa y que al tombarolo [expoliador de tumbas] ¡°le faltaban todos los dientes, dec¨ªa la mitad de las frases en un dialecto incomprensible y no abandon¨® en ning¨²n momento su gruesa garrocha¡±.
Assteas firm¨® otros vasos; en Paestum hay cuatro; uno est¨¢ en Atlanta, otro en Berl¨ªn, y otro en Madrid: el que relata la locura de Heracles y que trajo a Espa?a el marqu¨¦s de Salamanca tras la excavaci¨®n de unas tumbas que patrocin¨® en Licinella. Eran otros tiempos. Pero si por alguna raz¨®n el viajero no se siente atra¨ªdo por las cr¨¢teras, Paestum tiene al menos otras dos cosas capaces de robarle el coraz¨®n a cualquiera, todas arcaicas y misteriosas, todas envueltas en esa nebulosa entre la arqueolog¨ªa y la m¨ªstica de lo mitol¨®gico que pervive. En el mismo museo est¨¢ la hoy por fin famosa Tumba del Tuffatore (470 a. C.), con sus cinco partes (cuatro paneles que hacen caja y la tapa mortuoria), mostrando una escena que no se sabe bien qu¨¦ es y que ha hecho saltar la imaginaci¨®n de literatos y estudiosos. En una de las pinturas, hay un gran vaso sobre una mesa. ?Simposio o procesi¨®n hacia Hades? ?Celebraci¨®n de la muerte o banquete memorial? El nombre de la tumba viene dado por lo que se dibuja en la tapa: el estilizado clavadista que se lanza a las aguas, un s¨ªmbolo del paso de la vida a la muerte. La tumba se descubri¨® en tiempos recientes (1968) y desde entonces, el debate griego est¨¢ abierto, y en lo que todos est¨¢n de acuerdo es que se representa el momento final del banquete y de la existencia, tratada con goce dionis¨ªaco. Si a alguien esto le sabe a poco, enfrente tiene al metopa arcaica del suicidio de Ajax, con su aguda geometr¨ªa, su aparente simplicidad dram¨¢tica y trayendo el hom¨¦rico lamento del hurtado de las armas de Aquiles como la met¨¢fora imperecedera de un robo injusto.
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