Dos cabalgan juntos
Comenz¨® el oto?o en el Auditorio Nacional con una sesi¨®n que sedujo por su naturalidad
Comenz¨® el oto?o en el Auditorio Nacional con una de esas sesiones que seducen por su naturalidad y su atm¨®sfera casi de sal¨®n al estilo de las schubertiades del siglo XIX. Era una propuesta nada rutinaria, pues se trataba de un recital de principio a fin a cuatro manos. Cabalgaban juntos, es una forma de hablar (ay, las influencias del cine), dos int¨¦rpretes de primera categor¨ªa, el alem¨¢n Andreas Staier y el ruso Alexander Melnikov. Variando su colocaci¨®n conjunta ante el piano, con una complicidad a prueba de bombas, y con una bell¨ªsima m¨²sica de Schubert de su ¨²ltimo periodo, el que se extiende desde 1824 a su fallecimiento cuatro a?os despu¨¦s. Marchas, polonesas, rond¨®s, andantinos, landler, d¨²os, variaciones y la maravillosa Fantas¨ªa en fa menor D940 para concluir. Una fiesta para los sentidos. No son frecuentes estas exhibiciones de piano compartido, lo que redund¨® en cierto aire de sorpresa y hasta de sensaci¨®n de descubrimiento. A Staier le tenemos demasiado encasillado en Bach o, instrumentalmente, en el clave y el fortepiano. De Melnikov nos vienen a la memoria sus preludios y fugas de Shostakovich, o su integral para viol¨ªn y piano de Beethoven con Isabelle Faust. La m¨²sica de Schubert propiciaba un lugar de encuentro m¨¢s que atractivo. Los dos pianistas se fundieron en un sola mirada, que se traslad¨® a la sala como una r¨¢faga de aire fresco. Sonaba todo un poco juguet¨®n, pero el rigor de los int¨¦rpretes permit¨ªa esa chispa de familiaridad. ?Espontaneidad controlada o libertad creativa? Pues una cosa y la otra.
SCHUBERT A CUATRO MANOS
Con Andreas Staier y Alexander Melnikov al piano. 19? Ciclo de Grandes int¨¦rpretes. Fundaci¨®n Scherzo. Patrocinado por EL PA?S, colabora la cadena SER. Auditorio Nacional, 23 de septiembre.
A Schubert le sientan bien los di¨¢logos. De canto y piano, de cuarteto de cuerda, de dos pianos... La m¨¢xima sensaci¨®n de brillantez vino el martes con las dos marchas, especialmente con la n¨²mero 1 en do mayor. La m¨¢xima profundidad ¡ªy fascinaci¨®n¡ª estaba reservada para la Fantas¨ªa final. Ambos artistas se esmeraron y acabaron embelesando. Sin alharacas ni exhibicionismo, transmitieron una sensaci¨®n de serenidad, de pureza sonora, provocando en el p¨²blico m¨¢s la sonrisa de complicidad que el asombro por la faceta virtuosa.
En este Ciclo de grandes int¨¦rpretes quedan dos recitales en 2014 que no conviene perder de vista, el de Mitsuko Uchida en noviembre y el de Javier Perianes en diciembre.
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