?Escribe el Nobel Patrick Modiano siempre el mismo libro?
El dilema: ?son la novelas del escritor franc¨¦s distintos cap¨ªtulos de una ¨²nica historia?
Lo mismo es diferente
Por Justo Navarro
En una habitaci¨®n de hotel, en Par¨ªs, Rue d¡¯Argentine, alguien lee en el peri¨®dico que el juzgado ha declarado "ausente" a un tal Tarride, uno que se fue de su casa hace 30 a?os y no volvi¨® a dar se?ales de vida. Un hombre y una mujer, j¨®venes, un poco bebidos, abren la ventana, llaman, gritan una y otra vez hacia la noche vac¨ªa: "?Tarride! ?Tarride!". Se saben en la calle donde habitan los extraviados, la gente sin existencia legal. "Yo cre¨ªa que resucitar¨ªamos a todos los ausentes", dice el narrador de En el caf¨¦ de la juventud perdida. Parece una invocaci¨®n, un acto de culto, repetitivo como todos los ritos. En cada una de las novelas de Patrick Modiano se invoca a dioses insignificantes, cotidianos, individuos m¨¢s o menos fant¨¢sticos que se reunieron alguna vez al azar en caf¨¦s y hoteles y se disolvieron pronto en el tiempo. Modiano ha definido sus novelas como fragmentos de un ¨²nico libro: "Uno est¨¢ condenado a escribir siempre lo mismo. No puede cambiar su voz ni su manera de andar". Pero lo mismo es siempre diferente, o muy diferentes son Trilog¨ªa de la Ocupaci¨®n, la gran Calle de las Tiendas Oscuras, Dora Bruder o Un pedigr¨ª.
Modiano es "una manera de ver las cosas", como dijo ¨¦l un d¨ªa: busc¨¢ndolas a tientas para rozar lo que ya no existe, la ¨¦poca de sus padres, los a?os cuarenta, y la de su juventud, los sesenta, tiempos de una ¨¦pica miserable (la Ocupaci¨®n nazi, las ¨²ltimas guerras coloniales) transformados en una trama ¨ªntima de criaturas de la enso?aci¨®n y la memoria, voces, nombres que salen del pasado, inestables, de nacionalidad y pronunciaci¨®n incierta, vol¨¢tiles, falso anuncio de que ¡°todo recomenzar¨¢ como antes, los mismos lugares, los mismos reencuentros. El eterno retorno¡±. ?Tarride! ?Tarride!
El ¨²ltimo impresionista
Por Mar¨ªa Fasce
Alguien recuerda un momento de su vida en el que ha sido feliz. Es un esquema que se repite como en un juego de c¨ªrculos conc¨¦ntricos en el que los personajes buscan llegar al n¨²cleo, all¨ª donde tal vez vuelva a esperarlos la felicidad. Pero la b¨²squeda siempre queda trunca. Modiano no tiene ninguna pretensi¨®n de realismo. El azar es la regla. Los personajes se unen y se separan como bolas de billar impulsadas por un destino ciego. Parejas ab¨²licas; mujeres que aparecen, desaparecen y cambian de identidad; hombres que viven de rentas o de la venta de libros usados, de dinero ganado en un casino o robado en una maleta misteriosa: todos igualmente inveros¨ªmiles. Leen; viven en hoteles decadentes; deambulan por Par¨ªs, Londres, ciudades del sur de Francia, y proyectan viajes a Brasil, Marruecos, Mallorca, Buenos Aires. Mientras se deslizan de fiesta en fiesta, de siesta en siesta, de bar en bar, la vida o la guerra sucede en otra parte.
La estructura de novela policiaca, de aprendizaje, rom¨¢ntica, de aventuras o road movie se desdibuja por el efecto erosivo de la melancol¨ªa y el recuerdo. Un estilo elegante y preciso trabajado palabra a palabra. El resultado no es una escena ni una imagen, sino una impresi¨®n, como en las Gymnop¨¦dies de Satie o los paisajes de Seurat, que tambi¨¦n se funden en una sola obra en la memoria. Las historias de Modiano, con una amplia gama de leves matices, apenas cambian: todas pueden leerse como reescrituras de una ¨²nica historia. He pasado estos ¨²ltimos d¨ªas deambulando de una a otra. La obra de Modiano narra lo que no se puede narrar: una emoci¨®n ambigua, un perfume fugaz. Evanescente y falsamente olvidable, hasta que nos sorprende al regresar. Una vez recuperada, cada novela de Modiano se vuelve ¨²nica y deslumbrante, como la perla de un collar roto.
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