?Y qui¨¦n no lo ha pensado?
Es transparente la inteligencia de Dami¨¢n Szif¨®n, un director tan original como perturbador
Se puede buscar la identificaci¨®n emocional del espectador con lo que est¨¢ viendo y escuchando en la pantalla de muchas formas. A trav¨¦s de f¨®rmulas previsibles, con estudios de mercado sobre la oferta y la demanda, con guiones al servicio exclusivo del aura de las estrellas. El ¨¦xito nunca est¨¢ garantizado, hay pel¨ªculas en las que todos los elementos est¨¢n perfectamente engrasados para conseguir la aceptaci¨®n de infinitos receptores y que sorprendentemente se estrellan en la taquilla.
Esa metodolog¨ªa precisa en la mayor¨ªa de los casos recursos muy f¨¢ciles, t¨®picos infalibles, una computadora con ¨ªnfimo margen de equivocaci¨®n. Y luego est¨¢n los artistas, los aut¨¦nticos narradores de historias, los que imprimen su sello a todo lo que hacen en presupuestos grandes o peque?os. Su lenguaje puede ser cl¨¢sico o barroco, espectacular o intimista, aparentemente sencillo o revolucionario con causa, pero siempre ara?a las fibras ¨ªntimas del receptor con paladar, transmite, deja poso. Y, c¨®mo no, ning¨²n gran director decide hacer cine de espaldas al p¨²blico. O act¨²an como farsantes al proclamar su desinter¨¦s hacia la aceptaci¨®n o el rechazo de la gente. Cuando ese arte es poderoso, complejo y veraz conectar¨¢ con la sensibilidad de muchas personas o su eco ser¨¢ minoritario y prestigioso, pero dejar¨¢ huella en los sentimientos de todos ellos.
Hay humor en estos sucesos b¨¢rbaros, pero es una gracia muy negra
Hay que ser un marciano para no identificarse con alguno de los personajes en situaciones extremas que pueblan la m¨¢s que interesante pel¨ªcula argentina Relatos salvajes. Y lo haces con rubor, sabiendo que no actuar¨¢s como ellos, pero no por falta de ganas. Nacen de la imaginaci¨®n perversa del guionista y director Dami¨¢n Szifr¨®n. Se permiten la libertad y las soluciones que ofrecen las ficciones y que el orden social no permite o castiga en la vida real. Pero todo lo que plantean estas tremebundas y crueles historias demuestran un conocimiento l¨²cido y despiadado de la naturaleza humana. Es muy goloso pensar que puedes agrupar en un espacio sin salida a todas las personas que perpetraron tu desdicha para ejercer la venganza. Que una vulgar discusi¨®n de tr¨¢fico, en esos veh¨ªculos que facilitan la explosi¨®n de lo peor de la gente, se salde con ira homicida. Que una noche de lluvia y despu¨¦s de tanto tiempo aparezca en el lugar de trabajo el villano que destruy¨® a tu familia. Que un ciudadano que comienza a sentir v¨¦rtigo ante la impotencia de reclamar justicia a la g¨¦lida e implacable burocracia, a esa ley que desprecia las quejas de los inocentes, decida utilizar su habilidad como dinamitero para darle un susto cojonudo al poder institucionalizado. Que la codicia de leguleyos, representantes de la ley y parias se cebe con un millonario que intenta salvar de la c¨¢rcel a su hijo comprando a un falso culpable. Que en tu felic¨ªsima fiesta de bodas descubras que tu mod¨¦lico marido ha invitado a su amante a la celebraci¨®n.
Hay humor en estos sucesos b¨¢rbaros, y siempre es liberador re¨ªrse, pero es una gracia muy negra. Y es transparente la inteligencia, la osad¨ªa y la crueldad de un director tan original como perturbador.
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