Vivan las divas
Ma?ana, en ¡®EL PA?S de M¨²sica¡¯, voces femeninas de fuerte personalidad
Son cantantes que imponen respeto: su autoridad sobre el escenario, su natural desenvoltura y la arrolladora confianza en s¨ª mismas resultan apabullantes. Ni siquiera es necesario que gusten a la totalidad de la audiencia; su mera presencia desata pasiones, o, por usar la expresi¨®n con que el diccionario define ¡°diva¡±, dota a estas solistas ¡°de fama superlativa¡±. Tan irreprochable es su carisma, que para poner a estas mujeres alguna pega no queda m¨¢s remedio que recurrir a presuntos talantes extravagantes y comportamientos irascibles, casi nunca contrastados. Lo que ocurre es que como estrellas que son, estas se?oras fastuosas traspasan lo estrictamente musical para importar por lo que dicen o hacen; pasan a ser carne de la cr¨®nica social. Quiz¨¢ por ello algunos diccionarios en la misma definici¨®n apostillan que ¡°diva¡± tambi¨¦n puede usarse en sentido peyorativo (sobre todo cuando se aplica a alguien que no es cantante, habr¨ªa que a?adir).
Fama por encima de gustos y voces reconocibles desde la primera nota son los elementos comunes de estas divas (en el buen sentido) de la m¨²sica espa?ola. Cantantes que mejoran cualquier repertorio y que incluso lo sobrepasan: a menudo son m¨¢s grandes que sus canciones. Las quince m¨¢s rotundas aparecen reunidas en Sal¨®n de la fama: Ellas, cuarta entrega de EL PA?S de M¨²sica (a la venta ma?ana domingo con EL PA?S por 5,95 €), la colecci¨®n que resume el ¨²ltimo medio siglo de m¨²sica en nuestro pa¨ªs en 24 antol¨®gicos libros-CD.
Se trata de una selecci¨®n de artistas de diferentes d¨¦cadas y estilos a veces antag¨®nicos que puede causar sorpresa por su audacia. Una sorpresa pasajera, en cualquier caso: en cuanto se escucha el disco la convivencia de estos nombres dispares queda plenamente justificada. Sara Montiel, quien demostr¨® que no se precisa una gran voz para irradiar poder¨ªo, conecta directamente con Alaska; la elegancia y saber estar de Ana Bel¨¦n y Luz Casal tienen mucho heredado de Mar¨ªa Dolores Pradera y Mari Trini; no se puede entender a Mal¨² sin haber o¨ªdo a Roc¨ªo Jurado o Isabel Pantoja, del mismo modo que uno sospecha que Montserrat Caball¨¦ a la fuerza ha tenido que ser referencia para M¨®nica Naranjo. Y hay muchas m¨¢s (Marisol, Roc¨ªo D¨²rcal, Marta S¨¢nchez, Paloma San Basilio¡), objeto de una admiraci¨®n inalterable con el paso del tiempo, acentuada si cabe por su condici¨®n de iconos para el p¨²blico gay. Como dice Boris Izaguirre en el divertido pr¨®logo del libro: ¡°Un pa¨ªs sin divas es un pa¨ªs aburrido, una cultura incompleta¡±. Por eso este pa¨ªs de aburrido no tiene nada.
Babelia
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