?Debe el Cervantes seguir alternando autores espa?oles y latinoamericanos?
El dilema: para reflejar la vitalidad del castellano ?deber¨ªa abrirse m¨¢s al Nuevo Continente?
Paternalismo de la madrastra
Por Elvira Navarro
Nuestros fundamentos est¨¢n en crisis. Las instituciones y los partidos del r¨¦gimen de 1978 se han deslegitimado por sus corruptelas y su incapacidad para adaptarse a las necesidades de los ciudadanos. El primer Premio Cervantes se concede en 1976, muerto ya el dictador y cuando s¨®lo faltan dos a?os para la implantaci¨®n de la Constituci¨®n de 1978, con la que culmina la Transici¨®n. La Constituci¨®n, de hecho, no hace sino instaurar como norma las condiciones que posibilitan la Transici¨®n. Se puede, pues, considerar el Premio Cervantes como fruto de este r¨¦gimen que recoge no pocas inercias franquistas (sabemos que fueron las ¨¦lites del franquismo quienes dirigieron el proceso de reforma). Quiz¨¢ sea oportuno leer como fruto de estas inercias la alternancia entre autores espa?oles y latinoamericanos, norma que, aunque no est¨¢ escrita, parece intr¨ªnseca al galard¨®n, y cuyas excepciones vendr¨ªan a confirmar la regla. Afirmo que quiz¨¢ sea oportuno aplicarle esta perspectiva porque Espa?a sale claramente beneficiada en un premio dirigido a la literatura en lengua espa?ola, estableci¨¦ndose as¨ª una jerarqu¨ªa muy del gusto de la derechona. La cosa empeora si debemos presuponerle a esta alternancia pretensiones igualitarias (el hecho mismo de que haya una alternancia nos invita a hacer esta lectura), pues entonces estar¨ªamos cometiendo el error perverso de considerar a los pa¨ªses latinoamericanos como uno solo. Este tufo anacr¨®nico fruto de dar prioridad a la madre patria e igualar a sus hijos (como si estos no se hubieran independizado y como si no hubiera razones para considerar a la madre como una mala madrastra) aumenta cuando vemos que en 37 a?os s¨®lo cuatro mujeres han sido merecedoras del galard¨®n (cu¨¢nta justicia se habr¨ªa hecho si se lo hubieran dado, por ejemplo, a Rosa Chacel, superior a mi parecer a Gonzalo Torrente Ballester o a Antonio Buero Vallejo).
De las colonias a las facturas
Por Santiago Roncagliolo
La alternancia Espa?a/Am¨¦rica en los Premios Cervantes tiene un tufillo colonial: la Metr¨®polis y los territorios de ultramar. Capital y provincias. Cabe recordar que Am¨¦rica Latina no es un pa¨ªs: son casi veinte. Varios de ellos tienen m¨¢s hispanohablantes que Espa?a, incluido EE?UU. Cuatrocientos cincuenta millones de hablantes no pueden ser considerados en conjunto al nivel de solo un pa¨ªs. Y sin embargo, seamos honestos: Espa?a es quien ha pagado las facturas siempre. Durante d¨¦cadas, los hispanos europeos han tenido la mayor alfabetizaci¨®n y el Estado espa?ol ha sido el ¨²nico que ha mostrado voluntad de promover esta lengua, de la RAE al Instituto Cervantes. Los contribuyentes de este pa¨ªs hacen posible el premio. Es l¨®gico que el jurado, dada su propia composici¨®n institucional, conozca mejor la literatura de la Pen¨ªnsula. Algunas de esas cosas han ido cambiando. La alfabetizaci¨®n en Am¨¦rica aumenta, y la industria editorial mira m¨¢s hacia la otra orilla. Este a?o, el Premio Planeta y el Herralde fueron para dos mexicanos. Paralelamente, las instituciones culturales espa?olas sufren recortes o presupuestos imposibles. Parece que nos encaminamos hacia una relaci¨®n cultural m¨¢s equilibrada entre Espa?a y los pa¨ªses latinoamericanos. En este escenario, el Premio Cervantes sigue siendo el reconocimiento literario m¨¢s prestigioso en este idioma. Lleva casi cuatro d¨¦cadas forjando el canon de la hispanidad. En vez de imponer una cuota bianual de premiados, lo ideal ser¨ªa simplemente incorporar m¨¢s instituciones latinoamericanas en la decisi¨®n de los jurados, lo que implica que los Estados americanos tambi¨¦n destinen recursos a la lengua. Para seguir siendo el gran premio en nuestro idioma, el Cervantes debe abrirse mucho m¨¢s hacia su orilla mayor. Pero ahora mismo no es justo pedir a los espa?oles que lo financien. Si Am¨¦rica es m¨¢s grande, tambi¨¦n debe aportar m¨¢s.
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