Ken Loach: ¡°Desafiar a la ortodoxia es cada vez m¨¢s dif¨ªcil¡±
El cineasta presenta 'Jimmy's Hall' y no aclara si ser¨¢ su ¨²ltima pel¨ªcula de ficci¨®n
Ken Loach habla bajo y despacio. El director parece avanzar por los discursos pisando, una tras otra, las palabras m¨¢s apropiadas. Esa calma, junto con su tono de voz y su sonrisa, tranquilizan al oyente. Y sin embargo lo que el cineasta (Nuneaton, 1936) va hilando es m¨¢s bien una oda a la revoluci¨®n. ¡°Nos repiten que no hay alternativas al mercado libre y las grandes corporaciones. Desafiar a la ortodoxia es cada vez m¨¢s dif¨ªcil¡±, afirma. Aun as¨ª, ¨¦l lleva d¨¦cadas tratando de despertar conciencias en las butacas. El ¨²ltimo intento se titula Jimmy¡¯s Hall, compiti¨® (en vano) en Cannes y ahora llega a Espa?a.
¡°?Es su ¨²ltima pel¨ªcula de ficci¨®n?¡±, fue lo primero que le espetaron a Loach en este encuentro con periodistas celebrado en Cannes. Pero escena y pregunta se repiten, id¨¦nticas, en la mayor¨ªa de las entrevistas que ha ofrecido en los ¨²ltimos meses. Parecida es tambi¨¦n la respuesta del cineasta: ¡°No s¨¦. Lo dije antes de empezar esta pel¨ªcula. Necesitas resistencia f¨ªsica para un rodaje. Por la ma?ana piensas: ¡®No puedo m¨¢s¡¯. Pero a la hora del caf¨¦ ya lo ves distinto¡±. El guionista y colaborador de toda una vida de Loach, Paul Laverty, no ayuda a despejar las dudas en un correo electr¨®nico: ¡°Sinceramente, a¨²n no lo sabemos. Esperaremos hasta el a?o pr¨®ximo para ver c¨®mo se siente [Ken]. Tiene 78 a?os, ha trabajado duro y ha cumplido con todo¡±.
Sea o no su ¨²ltimo filme de ficci¨®n, Jimmy¡¯s Hall sigue en la l¨ªnea actual del cineasta. Porque, pese a su cine de luchas sociales y pol¨ªticas ¨Cese que alcanz¨® la Palma de Oro en 2006 con El viento que agita la cebada- los cr¨ªticos y el curr¨ªculo reciente de Loach sugieren que el director se ha suavizado. ¡°Quiz¨¢s haya que re¨ªrse m¨¢s cuando te quedan menos a?os¡±, responde ¨¦l. As¨ª, Jimmy¡¯s Hall est¨¢ basada en la historia real de Jimmy Gralton, un activista comunista que en la Irlanda de los treinta abri¨® en su comunidad un c¨ªrculo dedicado a baile, clases de poes¨ªa, debates y dem¨¢s gimnasias tanto del cuerpo como del intelecto. Una acci¨®n aparentemente inocua, excepto para la Iglesia cat¨®lica que le declar¨® la guerra a ese club de corruptores de almas.
¡°La historia del filme busca un espacio libre para la diversi¨®n. Esa lucha por la disidencia es muy actual¡±, defiende Loach. Lo que le da pie a analizar, con cierto tinte pesimista, el contexto en el que vivimos. Y a abrir un largo par¨¦ntesis ¨Cque las preguntas de los periodistas van alimentando- sobre el preocupante, a su parecer, estado de las cosas: ¡°Hoy en d¨ªa esos lugares son dif¨ªciles de encontrar. La ideolog¨ªa dominante es muy insidiosa. La gente se cabrea, se desilusiona y acude a las respuestas f¨¢ciles de la derecha: culpar a los inmigrantes, a los vulnerables. Entre crisis econ¨®mica, desempleo masivo y auge derechista, hay muchos parecidos con los treinta¡±.
En la fotograf¨ªa de la actualidad de Loach se mezclan 1984, En un mundo mejor y los telediarios. ¡°El Estado es muy opresivo. Algunos lo son visiblemente, y surgen revueltas, primaveras o lo ocurrido en Ucrania. En Occidente el poder es m¨¢s sutil aunque de alguna manera m¨¢s opresivo. Nos dicen que somos libres pero nos oprimen¡±, tercia el cineasta. Y, acto seguido, lanza una acusaci¨®n contra la emisora quiz¨¢s m¨¢s famosa de Gran Breta?a: ¡°All¨ª decimos que no necesitamos al KGB porque tenemos a la BBC. Manipula tu punto de vista con tanta sutileza que no te das cuenta. Por ejemplo, presentan a los palestinos como terroristas y su lucha con Israel como una guerra entre iguales. O, en una huelga del sector de transportes, siempre se centran en c¨®mo afecta a los pasajeros y nunca en las razones de la protesta¡±.
Contra ello, sostiene Loach, combatir es ¡°cada vez m¨¢s dif¨ªcil¡±. ?Por lo menos cree que sus pel¨ªculas est¨¢n cambiando las cosas? ¡°No. En Londres hay una lucha por salvar un hospital. Y el otro d¨ªa conoc¨ª a dos mujeres que reabrieron una biblioteca que el Gobierno hab¨ªa cerrado. Esa es la gente que cambia las cosas¡±. Loach considera que el cine s¨ª puede servir para apoyar y difundir historias como estas. O como la de Jimmy Gralton.
Para contarla bien Loach y Laverty se desplazaron hasta el pueblo irland¨¦s donde vivi¨® Gralton. All¨ª, hasta consiguieron encontrar a un tipo que hab¨ªa estado en el club de Jimmy. Pero Loach cuenta que a la saz¨®n el hombre ten¨ªa 13 a?os y ahora demasiados m¨¢s como para acordarse de los detalles. O de lo fundamental: ¡°Nos reunimos en su cocina, de esas muy simples, con suelo de piedra. Le preguntamos si recordaba haber entrado en el club. ¡®No¡¯. ?Y de bailar? ¡®No¡±. Pero el hombre s¨ª guardaba en la memoria dos detalles. Primero: que al club estaba prohibido entrar. Y, segundo, la noche en la que las llamas lo devoraron. Regalos ambos de la Iglesia cat¨®lica. No todos aman la disidencia como Loach.
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