Los muros del exilio
Un nuevo estudio reconstruye la trayectoria por Latinoam¨¦rica y Europa de los 49 arquitectos espa?oles que, con desigual fortuna, abandonaron el pa¨ªs tras la guerra
En 1937, Luis Lacasa (Ribadesella, 1899-Mosc¨², 1966), uno de los arquitectos m¨¢s brillantes del primer tercio del siglo XX en Espa?a, hab¨ªa recibido por parte de la Rep¨²blica el encargo del pabell¨®n de Par¨ªs, que albergar¨ªa el Guernicade Picasso. Trabaj¨® como arquitecto jefe junto a Jos¨¦ Luis Sert, y con Antonio Bonet como asistente. Pero desde su salida, al final de la guerra, a pie por los Pirineos, hasta su muerte, Lacasa nunca m¨¢s volvi¨® a construir, y tampoco logr¨® publicar estudio alguno. "Tuve en contra al talmudista de Trapiesnikov, profesor rojo que se form¨® en una escuela marxista, pero que de urbanismo no ten¨ªa la menor noci¨®n. Ven¨ªa a ser una especie de comisario pol¨ªtico del Instituto de Urbanismo, lleno de recetas y de citas del Bigotes [Stalin], pero vac¨ªo de sensibilidad art¨ªstica, de cultura general y de conocimientos de la especialidad. En el sentido de hacer una disertaci¨®n o publicar un libro, mis a?os de permanencia en la Academia de Arquitectura han sido tirados por la ventana...¡±, escribi¨® en Mosc¨².
Este amargo y est¨¦ril exilio de Lacasa nada tuvo que ver con la exitosa carrera de su compa?ero Sert en Estados Unidos, ni con la fuerza modernizadora que Antonio Bonet impuls¨® a trav¨¦s del grupo Austral en Argentina. Y sin embargo, apenas unas p¨¢ginas separan tan dispares trayectorias en Arquitectura espa?ola del exilio (Lampreave, 2014).
Si Arturo Sa¨¦nz de la Calzada ¡ªarquitecto que colabor¨® con Lorca en La Barraca y con Bu?uel en M¨¦xico¡ª fue fundamental en la difusi¨®n del trabajo de los exiliados, y m¨¢s adelante la exposici¨®n Arquitecturas desplazadas en Madrid en 2008 rindi¨® homenaje a su obra, este nuevo trabajo trata de reflexionar, conocer y presentar las contradicciones de estas historias. El nuevo volumen ¡ªcoordinado por el profesor de la Universidad Central de Venezuela, Juan Jos¨¦ Mart¨ªn Frechilla y el catedr¨¢tico de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Madrid, Carlos Sambricio¡ª analiza la memoria fragmentada y dispersa de los 49 arquitectos que abandonaron Espa?a tras la guerra civil, y se instalaron en Cuba, M¨¦xico, Chile, Argentina, Colombia, Estados Unidos, Rusia y Polonia. Un ¨²ltimo cap¨ªtulo est¨¢ dedicado al exilio interior, que padecieron quienes no marcharon tras la aprobaci¨®n de las Normas de Depuraci¨®n de los arquitectos en julio de 1939, y la consiguiente revocaci¨®n de sus t¨ªtulos.
El amargo y est¨¦ril exilio de Lacasa nada tuvo que ver con la exitosa carrera de su compa?ero
Entre los 140 arquitectos depurados figuraba Fernando Chueca Goitia, que perdi¨® su licencia durante una d¨¦cada, o Secundino Zuazo, autor de la Casa de las Flores de Madrid, que fue forzado a instalarse en Canarias. "El exilio fue una castraci¨®n para todos", afirm¨® Sambricio en la presentaci¨®n del libro en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Su trabajo ¡ªcomo coordinador y autor de varios de los ensayos reunidos en esta obra¡ª trata de romper, por un lado, con el aura m¨ªtica que durante la dictadura rodeaba a los arquitectos exiliados a ojos de los j¨®venes universitarios; y por otro, con el olvido y la falta de informaci¨®n que ha rodeado la trayectoria de muchos de los que se fueron. "La simple menci¨®n a los arquitectos que en 1939 marcharon fuera del pa¨ªs era un gui?o de complicidad, al margen de que supi¨¦ramos poco o nada de su trabajo profesional", recuerda en la introducci¨®n. Pero la realidad del exilio fue mucho m¨¢s compleja de lo que imaginaban en la Espa?a franquista aquellos j¨®venes progresistas, que identificaban de forma casi autom¨¢tica el compromiso pol¨ªtico con pertenencia a la vanguardia arquitect¨®nica.
El nuevo libro ¡ªun trabajo coral de investigaci¨®n en el que participan nueve autores¡ª reconstruye el contexto social y arquitect¨®nico propio de cada uno de los pa¨ªses en los que desembarcaron los exiliados, y al mismo tiempo ofrece informaci¨®n sobre qu¨¦ hab¨ªan hecho los exiliados hasta el momento de su partida.
Los primeros a?os del siglo XX abrieron dos importantes debates arquitect¨®nicos: por un lado, c¨®mo replantear la gobernabilidad y gesti¨®n de las ciudades, que crec¨ªan de forma imparable; y por otro, c¨®mo abordar la construcci¨®n de vivienda social. En Espa?a la bonanza econ¨®mica de la que disfrutaron los industriales ¡ªconsecuencia de la neutralidad de la primera guerra mundial¡ª result¨® en un encarecimiento de los materiales y desemboc¨® en una desornamentaci¨®n arquitect¨®nica, en l¨ªnea con la postura est¨¦tica que avanzaba en el resto de Europa, aunque desde un punto de partida distinto. "Por un lado se apuesta por normalizar lo vern¨¢culo, por prestar atenci¨®n a la cultura popular; por otro lado, se aborda el debate del espacio m¨ªnimo de vivienda", explica Sambricio en su casa de Madrid.
La acci¨®n y el debate en Espa?a estaban casi totalmente concentrados en las escuelas de arquitectura de Madrid y Barcelona. El advenimiento de la Rep¨²blica, sostiene Sambricio, aunque impuls¨® obras de calidad, no acab¨® de cuajar en una gran actuaci¨®n en temas de vivienda social. Y sin embargo, ah¨ª est¨¢ la construcci¨®n de las cerca de 25.000 escuelas que desde el Gobierno impuls¨® uno de los arquitectos que m¨¢s adelante se exili¨®, Bernardo Giner de los R¨ªos.
Los planteamientos de vanguardia propuestos por Le Corbusier ¡ªque pronunci¨® una conferencia en la Residencia de Estudiantes en 1928¡ª calaron en el grupo GATEPAC de Barcelona, del que formaban parte Sert y Bonet, entre otros, pero no acababan de encajar con la realidad de aquel momento que reclamaba soluciones urgentes, y en la que estaban concentrados algunos de los arquitectos que m¨¢s adelante se exiliaron, como Lacasa o Bergam¨ªn.
Cuando estall¨® el conflicto arquitectos e ingenieros ayudaron a dise?ar trincheras, como Enrique Segarra, Otilio Botella y F¨¦lix Candela. Este ¨²ltimo firma los puentes del Ebro, definitivos para las tropas de L¨ªster en la batalla. "En el exilio muchos se diluyen, se desligan de la arquitectura social que estaba siendo impulsada en los pa¨ªses de acogida. Despu¨¦s de haber dado un do de pecho tan monstruoso parece que han perdido la fuerza", apunt¨® Sambricio.
La adaptaci¨®n fue en la mayor parte de los casos complicada, m¨¢s a¨²n cuando a pesar del ¨¦nfasis en la integraci¨®n que preconizaban gente como Jos¨¦ Moreno Villa, muchos de los exiliados imaginaban que su estancia fuera de Espa?a ser¨ªa algo temporal. As¨ª, gran parte de las trayectorias profesionales de los exiliados est¨¢n marcadas por mudanzas y regresos. Ejercer como arquitecto implicaba contar con la confianza de clientes y administraciones. Tal y como advert¨ªa Arturo S¨¢enz de la Calzada: "Un edificio ¡ªa diferencia de un libro, un cuadro, una melod¨ªa o un poema¡ª no puede salvar tiempo y distancias para quedar adscrito, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, a la cultura original, sino que permanece vinculado, de por vida, al suelo que lo sustenta y pertenece a la historia del pueblo que lo posee".
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