¡°Detr¨¢s del extremismo religioso no est¨¢ Dios¡±
El historiador brit¨¢nico Peter Watson repasa en ¡®La edad de la nada¡¯ las alternativas a la religi¨®n. Sostiene que los ataques integristas son fruto de la venganza
?Ha muerto Dios, como ha proclamado Occidente, o nunca lo ha hecho, o ha resucitado? ¡°Detr¨¢s del extremismo religioso islamista no est¨¢ la fe en un Dios, sino la venganza por siglos de fracaso absoluto, por personas que no tienen otro lugar a donde ir¡±. Ese es el rumbo que han tomado algunos, a pesar del avance de la secularizaci¨®n de medio mundo, asegura Peter Watson (1943), el historiador brit¨¢nico que ha publicado La edad de la nada. El mundo despu¨¦s de la muerte de Dios (Cr¨ªtica).
Una obra que desaf¨ªa y reabre el debate eterno sobre la necesidad o no de creer en un ser todopoderoso, al tiempo que ayuda a comprender, en un relato fascinante, los derroteros y alternativas de la humanidad, tras el ocaso de la fe en las sociedades modernas desde el siglo XVII, en especial desde el XIX hasta el presente diverso y abierto, a trav¨¦s de estudios, an¨¦cdotas y referencias filos¨®ficas, teol¨®gicas, antropol¨®gicas, art¨ªsticas, intelectuales, literarias y cotidianas. Un debate que revive por los ataques del terrorismo yihadista en Par¨ªs al semanario Charlie Hebdo y al supermercado jud¨ªo, con un saldo, hasta el momento, de 20 muertos.
¡°Donde la fe est¨¢ regresando es una medida del atraso econ¨®mico¡±
Creer o no creer. Ese es el duelo vivido por la humanidad, donde suenan con fuerza los fanatismos. ¡°Gritar ¡®Dios es grande¡¯ cuando se mata a alguien, no es un acto de fe, a pesar de que pueda parecerlo¡±, afirma Watson por correo electr¨®nico. ¡°Ning¨²n pensamiento religioso entr¨® en este ataque de Par¨ªs. Fue algo deliberado contra los valores de Occidente, como el laicismo y la libertad de expresi¨®n. Los asesinos son ejemplo de un enfrentamiento de una cultura musulmana en la que algunos se sienten excluidos y discriminados¡±. Pero considera de que es hora de que Occidente le diga a los l¨ªderes musulmanes de que no es suficiente condenar cualquier ataque, y que deber¨ªan ser m¨¢s proctivos.
Ocurre 133 a?os despu¨¦s de que Friedrich Nietzsche oficializara la defunci¨®n de Dios, y escenifica que este no es un mundo pos-religioso del todo. El fil¨®sofo alem¨¢n (1844-1900) proclam¨® su sentencia en As¨ª habl¨® Zaratustra, en el fervor del legado del Siglo de las Luces, la era industrial, el avance del capitalismo y tras hallazgos revolucionarios como la teor¨ªa de la evoluci¨®n de Darwin y la convicci¨®n de artistas, intelectuales y pol¨ªticos de colocar al propio ser humano en el pedestal de Dios, como se confirm¨® en el siglo XX con la b¨²squeda de la trascendencia fuera de la fe y la construcci¨®n de un sistema de valores m¨¢s all¨¢ de la religi¨®n.
Sucesos como los de Par¨ªs y la actividad en Internet prueban la revitalizaci¨®n de toda clase de creencias. Algo f¨¢cil de entender, seg¨²n Watson, porque la religi¨®n debe ser comprendida antropol¨®gicamente, no teol¨®gicamente: ¡°La fe es m¨¢s fuerte en los pa¨ªses m¨¢s pobres; Estados Unidos es una excepci¨®n solitaria por ser un pueblo con poco recorrido hist¨®rico. Donde la fe est¨¢ regresando es una medida del atraso econ¨®mico de esos pa¨ªses y el fracaso de los organismos internacionales para hacer frente a las necesidades de estas sociedades en quiebra¡±. Cincuenta y tres de las 167 naciones en la ONU son m¨¢s pobres ahora que en la d¨¦cada de 1990, se?ala el historiador: ¡°Ah¨ª es donde la religi¨®n es m¨¢s potente. La vida despu¨¦s de la muerte es la estafa m¨¢s grande jam¨¢s concebida¡±.
El ¨¦xito de la religi¨®n, reflexiona Watson, se debe a que en realidad "es un subproducto derivado del hecho de que algunas naciones hayan fracasado en su malogrado intento de modernizar sus sociedades y reducir las inseguridades de sus poblaciones".
El fanatismo suele hallarse entre los m¨¢s j¨®venes e ignorantes (sobre todo hombres), opina el investigador. Para ellos, la fe extremista es atractiva, explica, ¡°debido a que no requiere ning¨²n trabajo o conocimiento, ofrece la promesa de resultados r¨¢pidos y, claro, promete la camarader¨ªa, la pertenencia. Pero el islam ha perdido su argumento¡±.
En muchas civilizaciones, a lo largo de la historia, la creencia en un Dios ha funcionado como un gran pegamento para unir la sociedad y avanzar. Pero el momento es otro, asegura Watson, autor de otras obras como Ideas, Historia intelectual del siglo XX y La gran divergencia: ¡°Se trata de un mundo que ofrece muchas m¨¢s maneras de encontrar sentido y plenitud, en lugar de la ortodoxia estrecha derivada de una abstracci¨®n desconocida y heredada¡±.
¡°El atentado de Par¨ªs es deliberado contra los valores de Occidente¡±
Es La edad de la nada un fresco de c¨®mo el ser humano empez¨® a abandonar su mundo conocido para aventurarse en uno desconocido. De c¨®mo se liber¨® de los temores y miedos ante su Dios para asumir su propio destino. De c¨®mo ha optado por vivir la vida aqu¨ª y ahora, sin esperar promesas en el m¨¢s all¨¢. De c¨®mo se lleg¨® a la constataci¨®n del ser humano como centro del universo. Una traves¨ªa-b¨²squeda que no termina y que ha dejado extrav¨ªos, ausencias, vac¨ªos, crisis, incertidumbres, desastres colectivos o ¡°estragos pol¨ªticos mundiales que han desfigurado estas d¨¦cadas, pero con logros impagables como la libertad, la p¨¦rdida de miedo, la identidad y los avances cient¨ªficos, art¨ªsticos e intelectuales¡±.
?C¨®mo vivir, entonces, sin una entidad sobrenatural en la cual depositar toda la confianza? ?Qu¨¦ alternativas hay a la religi¨®n? La democracia y la cultura son algunas de ellas, dice Watson, aunque sabe que no tienen el poder emocional de la religi¨®n, pero s¨ª son la v¨ªa para descubrirlo. Para acabar con el luto de Dios sugiere un compromiso personal: ¡°El hombre es libre de tener vidas intelectuales y emocionales muy variadas. Podemos optar por hacer nuestra propia creencia o marca en el respeto. Eso nos arroja de nuevo a nosotros mismos, y s¨®lo los d¨¦biles estamos asustados de eso¡±.
Ante quienes dicen que la muerte de Dios ha tra¨ªdo, entre otras cosas, la p¨¦rdida de la magia de la vida, Peter Watson cree que ¡°el re-encantamiento del mundo es una meta mucho m¨¢s positiva que la de limitarse a vivir el duelo de su desencantamiento¡±.
El deseo, ese gran problema
La aceptaci¨®n de la defunci¨®n de Dios trajo un regalo divino al ser humano: la libertad absoluta, la de ser due?o de s¨ª mismo, tejer su propia existencia y tratar de ser lo m¨¢s grande posible. Aunque fue un regalo envenenado para muchos: la desaparici¨®n de un mundo seguro, la p¨¦rdida milenaria de unidad y de que el sentido de la vida resid¨ªa en descubrir lo que es. De la pugna entre esos dos mundos, afirma Peter Watson, ha emergido con fuerza el deseo (amoroso, pasional, sexual) como lo m¨¢s importante para las personas.
"El deseo es el problema central de nuestra vida emocional. Nunca se va. Es el gran tema pendiente de la ciencia", advierte. Cada individuo, agrega, debe llegar a un acuerdo con su propio deseo, aprender acerca de ¨¦l y respetar los deseos ajenos, pero no regodearse en el vac¨ªo que se pueda sentir y, por el contrario, trabajar para superarlo". El amor duradero, recuerda, es una de las cuestiones m¨¢s problem¨¢ticas, como ya vaticinara James Joyce. "?Por qu¨¦ hay tantos divorcios ahora, tantas personas deprimidas o en psicoterapia?", pregunta el autor de La edad de la nada. El mundo despu¨¦s de la muerte de Dios, y contesta: "Una de las grandes razones es la gesti¨®n de enfermos de deseo. Nos precipitamos alrededor del objeto deseado y terminamos como unos extra?os de nosotros mismos".
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