Los genes del genio
Si no hay nada con qu¨¦ comparar el ADN es dif¨ªcil identificar al escritor
![Miguel de Cervantes, retratado por Juan de J¨¢uregui.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3QACJOPBZOEAEG3BMV7JUOALAU.jpg?auth=86134312bcfa162edb24ab77d60780f495ed444b5eb60654824046790d891bfb&width=414)
Ahora que los espectaculares avances de la tecnolog¨ªa del ADN obran milagros como la lectura del genoma neandertal y de las mitocondrias del hombre de Atapuerca, ahora que la gen¨¦tica nos concede, como el genio que emerge de la l¨¢mpara, el deseo de viajar hasta las profundidades abisales del pasado sin movernos de la inc¨®moda banqueta de nuestro laboratorio, ahora que de un diente podemos deducir una patolog¨ªa y de un cabello una sociolog¨ªa, ?por qu¨¦ seguimos empantanados en este enredo de criptas oscuras, dientes rotos y tachuelas oxidadas para identificar a Cervantes? ?D¨®nde est¨¢ para guiarnos, ahora que tanto la necesitamos, la luz modern¨ªsima del ADN?
No hay tal. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa los biohistoriadores, los paleogenetistas o como quiera que se llamen sepan leer una secuencia de ADN y deducir de ella si quien la posey¨® fue un entregado recaudador, un osado matamoros o un pr¨ªncipe de los ingenios, pero a¨²n no vivimos en ese tiempo, ni cerca de ¨¦l.
¡°Los promotores del proyecto vinieron a consultarme har¨¢ un a?o y medio¡±, explica Jos¨¦ Antonio Lorente Acosta, director del laboratorio de identificaci¨®n gen¨¦tica de la Universidad de Granada, experto de referencia mundial en el campo del ADN forense y art¨ªfice de la identificaci¨®n de los restos de Crist¨®bal Col¨®n en la catedral de Sevilla. ¡°Tuve que decirles: se?ores, si no hay nada con lo que comparar, no hay nada que yo pueda hacer¡±.
En el caso de Col¨®n, la identificaci¨®n fue posible gracias a que los restos de su hermano Diego estaban localizados fiablemente en la f¨¢brica de cer¨¢micas de la isla de la Cartuja. Como Crist¨®bal y Diego eran hijos de la misma madre, ten¨ªan el mismo ADN mitocondrial, id¨¦ntico al 100%, y esa comparaci¨®n permiti¨® a Lorente demostrar que los huesos sepultados bajo la giralda pertenec¨ªan a Crist¨®bal Col¨®n. Pero en el caso de Cervantes no hay nada con lo que comparar: ni madre ni hija ni otro familiar, cercano o lejano, cuyos restos est¨¦n localizados con la m¨ªnima fiabilidad. Tampoco hay descendientes comprobados que puedan estar vivos actualmente, ya sea por v¨ªa femenina (para comparar su ADN mitocondrial) o por v¨ªa masculina (para hacerlo con su cromosoma Y). Las limitaciones, en este caso, no son de la gen¨¦tica, sino del registro administrativo. O de la fertilidad del Pr¨ªncipe de las Letras.
Hay un punto, pese a todo lo anterior, en que el ADN podr¨ªa ayudar en la investigaci¨®n. A estas alturas no parece probable que los expertos vayan a encontrar un esqueleto completo, aislado y razonablemente bien preservado. Los restos de Cervantes, caso de estar en las Trinitarias, pueden haber sido removidos, desplazados y mezclados con los de otras personas, complicando cualquier intento de reconstrucci¨®n. Y ah¨ª podr¨ªa haber un papel para la gen¨¦tica.
¡°Incluso cuando los restos est¨¦n mezclados¡±, reconoce Lorente, ¡°un buen forense, y Francisco Etxeberr¨ªa es uno de los mejores imaginables, puede reconstruir a cada persona bas¨¢ndose en criterios morfol¨®gicos, como la forma y el tama?o de un f¨¦mur¡±. Pero en el caso de huesos m¨¢s peque?os, como los de la mano o las v¨¦rtebras, esta reconstrucci¨®n forense cl¨¢sica puede resultar complicada. ¡°Ah¨ª el ADN aislado de cada hueso podr¨ªa ofrecer un cuadro muy n¨ªtido sobre qu¨¦ huesos pertenecen a la misma persona¡±.
Si esa persona tiene una mano atrofiada, como se esperar¨ªa de un manco de Lepanto, o las costillas tundidas por el plomo de los arcabuces, o seis dientes mal avenidos en lo que quede de su boca, que ¡ªmire usted, mi se?or¡ª no ha de ser mucho ni muy bueno, el ADN podr¨¢ ser de alguna utilidad. De lo contrario, tendremos que contentarnos con leer El Quijote.
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