La rampa de Ivorypress
Admiramos a muchos pintores. A algunos los veneramos y otros nos dejan patidifusos. Menos frecuente es, sin embargo, que esos cuadros frente a los cuales te rindes te hagan pensar que, con suerte, podr¨ªas haberlos pintado t¨². T¨² en la mejor versi¨®n de ti mismo, naturalmente, pero t¨² yo. Que es lo mismo que contest¨® Fran?ois Mauriac cuando le preguntaron que le hubiera gustado ser en la vida y respondi¨®: ¡°Moi m¨ºme mais r¨¦ussi¡± (¡°Yo mismo pero logrado¡±). Logrado o superlativamente realizado. O lo que es, m¨¢s o menos, esto: haber llegado a ser ese ejemplar maduro que el padre exigente habr¨ªa so?ado para su hijo predilecto.
Esta experiencia de necesitar ser m¨¢s que t¨² sin dejar de ser t¨², es la que yo recib¨ª hace unos d¨ªas ante la exposici¨®n de Peter Sacks en el local de Ivorypress. Y resulta, adem¨¢s, que si estas pinturas de tama?o moderado se han realizado sobre cart¨®n, yo mismo sobre cartones semejantes, en talla y textura, vengo empe?ado durante el ¨²ltimo mes. Todas las comparaciones son odiosas y en este caso no vienen en absoluto bien. ?l emplea p¨¢ginas y fotos de Kafka en sus collages y yo empleo garabatos y cintas adhesivas del madrile?o Hipermercado del Embalaje, productos de washi y frusler¨ªas de El Corte Ingl¨¦s.
Conoc¨ª a Peter Sacks horas antes de la inauguraci¨®n de su muestra en la misma rampa de Ivorypress. Parec¨ªa algo m¨¢s joven que yo pero no tanto como para pertenecer a mundos distintos. Es, adem¨¢s, economista y amante de las ciencias sociales como yo; profesor de poes¨ªa en Harvard como me hubiera gustado a m¨ª pero poeta al cabo como siempre me he considerado yo. Admito, sin vacilaciones, que en sus cartones pinta algo mejor que yo (por ahora) y que Ivorypress le procura merecido honor. Habla espa?ol casi de peor manera que hablo yo ingl¨¦s y, efectivamente, como no sabe con precisi¨®n si es un poeta, un soci¨®logo o un pintor coincide con mi propia indefinici¨®n de la que siempre se obtiene libertad, alegr¨ªa, desaz¨®n e incomprensi¨®n.
A ¨¦l tambi¨¦n le descubr¨ª ese lado indeterminado del ser. Parece un esteta por encima de todo pero ?para qu¨¦ servir¨¢ esta amable condici¨®n? En los visitantes de galer¨ªas se encuentra tanta gente con gusto o sin gusto alguno que, al cabo, uno se siente, siendo autor, tan desolado como desfallecido dentro del proceloso mar art¨ªstico. Un espacio donde ¡ªcomo en otros paisajes paralelos¡ª se encienden y apagan las luces mediante un veleidoso interruptor. Buena experiencia, en todo caso. En la reacci¨®n de Peter Sacks a mi apret¨®n de manos advert¨ª ese punto G del genio y del gent¨ªo. Podr¨ªa estar all¨ª o no. Podr¨ªa ser valorado o demediado por la concurrencia. Se trataba en fin de afrontar una tesitura m¨¢s en la incierta vida de la pintura. Con todo y por varios d¨ªas, ya estaba expuesto al final de la prestigiosa rampa de Ivorypress. ?Qu¨¦ m¨¢s puede pedirse como artista turbado en la misma semana de Arco y con Elena Foster auspiciando el vernissage?
Babelia
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