La vida ocupada de Yuri Mykhaylychenko
El m¨²sico y escritor luch¨® en Afganist¨¢n antes de fundar el grupo Yuri y los Cosmonautas
Esta es la historia de Yuri Mykhaylychenko. Un d¨ªa su abuelo se subi¨® a un caballo, se adentr¨® en la estepa y se peg¨® un tiro. Su padre fue liquidador en Chern¨®bil, su madre naci¨® en un campo de concentraci¨®n. Escuch¨® a los Stones poniendo la aguja del vinilo en radiograf¨ªas de huesos rotos, fue estrella del rock en la perestroika,dirigi¨® un pelot¨®n contra los talibanes en Afganist¨¢n, traspas¨® a Shevchenko al Milan despu¨¦s de ofrec¨¦rselo al Barcelona, sali¨® de gira con el Chaval de la Peca, dobl¨® a los malos sovi¨¦ticos de James Bond y hoy es empresario teatral, poeta y descendiente de cosacos. ¡°Ya sabes lo que dicen de los cosacos¡±, dice abriendo una botella de champ¨¢n a media ma?ana.
?¡ª?Eres nacionalista, Yuri Mykhaylychenko?
¡ª?C¨®mo voy a serlo, si soy cosmonauta!
Yuri y los Cosmonautas, se llamaba el grupo. ¡°El viaje es tan largo que no tiene regreso¡±, dec¨ªa en su manifiesto surrealista, donde llamaba a abolir el coche y exig¨ªa la recogida de cacas de perro. Nunca pudo ser cosmonauta, como Gagarin, pero durante un tiempo en Barcelona, y girando por toda Espa?a, Yuri Mykhaylychenko roz¨® el espacio con su puesta en escena, que recordaba a Rasput¨ªn y Frank Zappa. Y de fondo, como en sus libros de poes¨ªa (Poemas sin m¨¢s, Post), la sensibilidad art¨ªstica de Yuri.
Su abuela fue descendiente de los Vorontsov, arist¨®cratas entre bolcheviques. Pero donde acab¨® fue en Mauthausen, a dos horas de Viena. All¨ª conoci¨® a su pareja, el abuelo de Yuri, que pas¨® por dos desgracias: caer prisionero de los nazis y salir con vida. El estalinismo lo tuvo siempre bajo sospecha. Ese abuelo se dedic¨® al teatro, y el padre de Yuri, Gennadiy Mykhaylychenko, hered¨® su concepci¨®n art¨ªstica.
Cuando el comunista Gennadiy Mykhaylychenko era profesor de M¨²sica le ofrecieron un cargo pol¨ªtico. En el partido era comisario de Cultura en Ucrania, y su vida cambi¨® el 26 de abril de 1986, con el accidente de Chern¨®bil. La URSS tard¨® en admitir la cat¨¢strofe. De hecho, los primeros avisos de que hab¨ªa un gigantesco escape radiactivo vinieron de Suecia, a donde el viento llev¨® part¨ªculas que fueron detectadas a m¨¢s de 1.000 kil¨®metros de Chern¨®bil. El Kremlin acab¨® reconociendo el accidente pero tard¨® en hacer p¨²blico su magnitud. Y para demostrar que la vida en Chern¨®bil era una vida feliz y despreocupada, orden¨® a Gennadiy Mykhaylychenko desplazar compa?¨ªas de danza, grupos de teatro y m¨²sicos que tocasen por las calles.
Su abuela fue descendiente de los Vorontsov, arist¨®cratas entre bolcheviques
El artista Gennadiy termin¨® en Chern¨®bil de liquidador hasta que un d¨ªa se desmay¨® y se despert¨® en un hospital. Gennadiy Mykhaylychenko vive, ha sufrido cinco infartos y tiene el coraz¨®n intervenido. El Gobierno sovi¨¦tico lo expuls¨® del partido tras negarse a desplazar a Chern¨®bil a las compa?¨ªas culturales. Cuando cay¨® la URSS lo primero que hizo Gennadiy Mykhaylychenko fue hacerse otro carn¨¦. Tambi¨¦n vive Svetlana, la madre de Yuri. Cuando cumpli¨® 70 a?os pidi¨® de regalo conocer Viena, la ciudad que no recordaba. Un 2 de septiembre la mujer y sus hijos se despertaron all¨ª, desayunaron con cava y brindaron por el milagro de su supervivencia.
Yuri tuvo otro abuelo, cosaco, al que no conoci¨®. Era m¨¦dico y veterinario. En los a?os cincuenta se produjo una epidemia entre el ganado que lo puso en la diana acusado de sabotaje. La KGB fue a buscarlo, pero antes tuvo tiempo de montar su caballo, galopar hasta meterse en la estepa y volarse la cabeza de un disparo.
Yuri Mykhaylychenko se mueve por Barcelona en un coche color pistacho con los asientos a juego. Tiene un aire vagabundo a Leonardo DiCaprio. Conserva muchas cosas, ninguna como un gran piano que su padre tuvo en Alemania del Este. Quiso ser futbolista, pero lo m¨¢s cerca que estuvo del Bal¨®n de Oro fue como agente del Dinamo de Kiev en Europa. ¡°Yo estuve en el Camp Nou cuando el 0-4 de Sheva (Andrey Shevchenko). Lo quiso el Barcelona pero les pareci¨® caro. Lo vendimos al Milan¡±.
Yuri pas¨® su juventud en la m¨²sica. Para los grupos prohibidos en la URSS su generaci¨®n echaba mano del ingenio cient¨ªfico sovi¨¦tico. ¡°No pod¨ªamos salir del pa¨ªs, pero s¨ª de la Tierra. La informaci¨®n de los discos se grababa en radiograf¨ªas para que no te pillasen. Y ah¨ª s¨ª pod¨ªamos escuchar AC/DC, Talking Heads o Stones en cervicales, f¨¦mures¡ Yo ten¨ªa canciones, por as¨ª decirlo, muy antisovi¨¦ticas, tanto que mi padre se enfad¨® conmigo. No de protesta sino de reflexi¨®n. Le preguntaba a la gente d¨®nde co?o viv¨ªamos y qu¨¦ herencia arrastr¨¢bamos. No pens¨¦ que fuese a desaparecer el pa¨ªs, pero s¨ª quer¨ªa cambiarlo¡±.
Un d¨ªa se present¨® la KGB en su clase, lo llev¨® por los hombros ante el rector, le ense?¨® grabaciones de ¨¦l en un concierto en Checoslovaquia y fue invitado a dejar la Universidad por ¡°amoral¡±. Una profesora, Irina Molostova, intelectual destacada, dijo que si se iba ¨¦l tambi¨¦n se iba ella; los dos se quedaron. ¡°Con los a?os me doy cuenta de que en la URSS no todo era tan malo como se pinta ahora. La gente de entonces no era nada mercantil y cualquiera era capaz de abrirte su casa y darte de comer si lo necesitabas. Hoy s¨®lo piensa en dinero y todos est¨¢n obsesionados en hacerse ricos a toda costa"
A mediados de los ochenta el guapo m¨²sico Yuri Mykhaylychenko fue enviado a Afganist¨¢n a combatir a los talibanes. ?l luch¨® en las fuerzas especiales. Es el ¨²nico momento de la entrevista en que no le apetece hablar. ¡°Yo no estaba all¨ª de forma permanente. Ibas, y si sal¨ªas, sal¨ªas. Nosotros reforz¨¢bamos la defensa de un pueblo que los talibanes quer¨ªan y necesitaban para el narcotr¨¢fico. Pero mira: un soldado nunca termina de saber lo que hace, ¨¦l est¨¢. Y cuando te disparan, disparas, si puedes. Ten¨ªa a 11 hombres a mi cargo. Muchos fallecieron¡±.
¡ªDabas el tipo para que te reclutasen.
¡ªPero mira mis manos: yo soy pianista. Estas manos de dedos largos, fr¨¢giles, sensibles, agarrando un kal¨¢shnikov delante de los talibanes. Los t¨ªos ten¨ªan que estar flipando.
Pudo no haber ido a la guerra, como algunos compa?eros de generaci¨®n. Para eso Yuri Mykhaylychenko necesitar¨ªa haber fingido locura. Si ten¨ªa esquizofrenia lo encerraban. ¡°Yo no sab¨ªa qu¨¦ era peor: si estar dos a?os en un manicomio sovi¨¦tico o ir a la guerra. Los empastillaban con todo. Sal¨ªan zombies¡±. Un d¨ªa una mina le hizo saltar por los aires, le dej¨® gravemente herido y le devolvi¨® a casa.
El deshielo de finales de los ochenta que termin¨® con la ca¨ªda del Muro dej¨® a Yuri y muchos m¨¢s m¨²sicos girando por Europa, ense?ando en las capitales la m¨²sica que se estaba haciendo en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. No fue Par¨ªs sino Barcelona la que le dej¨® paralizado. ¡°Sin mar es imposible que viva. Y adem¨¢s aqu¨ª conoc¨ª a una chica¡±. En Espa?a se rebautiz¨® como Gitanillo de Kiev para triunfar con Marc Parrot, que era El Chaval de la Peca. Acabada la aventura, sigui¨® con Yuri y los Cosmonautas, libros de poes¨ªa y el negocio que abre todos los d¨ªas en medio del Raval, el hist¨®rico caf¨¦ teatro Llantiol; all¨ª en la barra, con el lugar a¨²n cerrado, en esa secreta atm¨®sfera de los locales en penumbra que a¨²n huelen a la noche anterior, Yuri Mykhaylychenko (Kiev, 1967) dice que aunque ha cerrado el c¨ªrculo familiar ¡ªsu abuelo dirig¨ªa un teatro¡ª nada ha acabado. Es necesario ocupar la vida.
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