La historia extraordinaria de un hombre com¨²n
Ma?ana con el peri¨®dico, por 9,95 euros, ¡®Relato de un n¨¢ufrago¡¯, de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez
Cambiar el estilo de una narraci¨®n altera su significado. Cambiar el estilo es contar una nueva historia. Cuando el joven periodista Garc¨ªa M¨¢rquez escribi¨® por primera vez este relato, en 20 entregas publicadas diariamente por El Espectador,casi todos los colombianos cre¨ªan conocer los hechos. La dictadura de Rojas Pinilla hab¨ªa creado y difundido del suceso un cuento ¨¦pico: el destructor escor¨¢ndose en alta mar azotado por la tempestad; dram¨¢tico: los ocho hombres que caen al agua y desaparecen; heroico: el marinero capaz de sobrevivir en una balsa tras pasar 10 d¨ªas sin comer ni beber. M¨²sica militar, fanfarrias, loas a la patria. El protagonista, Luis Alejandro Velasco, hab¨ªa repetido esa versi¨®n en numerosas entrevistas.
La historia que cuenta Garc¨ªa M¨¢rquez, aunque con hechos parecidos, es otra: el destructor se escora demasiado no por la fuerza de los elementos sino porque la carga que lleva de contrabando est¨¢ mal estibada. Adem¨¢s, el superviviente no es el h¨¦roe que han difundido los medios y la propaganda oficial: tiene miedo, est¨¢ confuso, toma decisiones err¨®neas. Sobrevive m¨¢s por casualidad que por su voluntad de hacerlo. El tono intimista y coloquial transforma la narraci¨®n tanto como las nuevas informaciones. En ese tono no se puede contar algo que exalte el orgullo nacional.
Cuanto m¨¢s feroces son los dictadores m¨¢s necesitados est¨¢n de una ¨¦pica patri¨®tica tras la que ocultar su violencia. Rojas Pinilla no se tom¨® bien que ridiculizasen la versi¨®n oficial. Garc¨ªa M¨¢rquez encontr¨® aconsejable abandonar el pa¨ªs y poco despu¨¦s El Espectador fue cerrado por las autoridades.
As¨ª, el ¨¦xito de la nueva versi¨®n del naufragio se debi¨® en parte a que, en el fondo y en el tono, dejaba al descubierto las mentiras del r¨¦gimen. Pero si hoy sigue interes¨¢ndonos, aunque desconozcamos el contexto pol¨ªtico, es m¨¢s bien por razones relacionadas con el estilo y con la habilidad narrativa. Vargas Llosa escribi¨® que lo m¨¢s dif¨ªcil era describir los d¨ªas casi id¨¦nticos y vac¨ªos de Velasco en alta mar ¡°sin incurrir en repeticiones o caer en la truculencia¡±. Garc¨ªa M¨¢rquez lo consigue mediante un personaje que narra en primera persona y con naturalidad, tambi¨¦n con cierta ingenuidad, lo que le ha sucedido, pasando de lo banal a lo tr¨¢gico como quien sabe que la l¨ªnea que los separa es a veces indistinguible, que en la vida real esas etiquetas no tienen sentido.
Sin embargo, detr¨¢s de esa naturalidad hay una cuidadosa composici¨®n: los sucesos que rompen la monoton¨ªa est¨¢n perfectamente dosificados, tambi¨¦n los momentos de esperanza y de desaliento. La lentitud se convierte en ritmo. Pero lo que da aut¨¦ntica fuerza al libro es su peculiar uso del suspense. Un cronista cuenta historias cuyo final el p¨²blico a menudo ya conoce, y por ello debe ser capaz de crear inter¨¦s y tensi¨®n no ocultando el desenlace, sino a trav¨¦s de los detalles que llevan a ¨¦l. Por eso el narrador de este relato anuncia con frecuencia lo que va a suceder antes de contarlo. Ah¨ª est¨¢ la semilla de un estilo y de aquella novela que comenzaba diciendo ¡°El d¨ªa que lo iban a matar...¡±. Pero eso es ya, literalmente, otra historia.
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