Menos es m¨¢s que suficiente
La ¨®pera de cuatro notas es la primera ¨®pera minimalista de la historia. Compuesta en 1972, se adelant¨® cuatro a?os a la celebrada Einstein on the Beach, de Philip Glass. Tom Johnson era entonces un joven creador del efervescente ¨¢mbito neoyorquino. Adem¨¢s del incipiente minimalista, Johnson estaba interesado en el teatro y, en especial, admiraba a Pirandello. Part¨ªa de un gran sentido del humor y la convicci¨®n de que las revoluciones art¨ªsticas surgen m¨¢s f¨¢cilmente de lo simple. Todo esto dio el resultado una operita clara, autorreferencial, sat¨ªrica y pedag¨®gica.
Con estos ingredientes, la ¨®pera no ha dejado de moverse en sus 43 a?os de vida; se ha visto en m¨¢s de 60 pa¨ªses y acumula unas cincuenta versiones. Otro elemento m¨¢gico de esta ¨®pera es que es perfectamente traducible sin que pierda su identidad. En Espa?a, por ejemplo, se ha visto en castellano y en valenciano.
Paco Mir se enamor¨® de ella cuando la vio en la ?pera de La Bastilla de Par¨ªs hace una d¨¦cada y ahora la convierte en caballo de batalla de sus producciones este a?o. En los Teatros del Canal estar¨¢ hasta el d¨ªa 19 de abril y luego va a girar por Espa?a.
Paco Mir aporta una acentuaci¨®n de sus elementos c¨®micos y sat¨ªricos. Para quien conoce esta ¨®pera, a veces encontrar¨¢ algo de sobreactuaci¨®n en esta comicidad mirnimalista, pero en cuestiones de humor cada cual tiene su vara de medir y, desde luego, esta versi¨®n pretende agradar a p¨²blicos numerosos. La adaptaci¨®n comienza algo fluctuante, con unos chistes sobre cantantes a?adidos, a modo de pr¨®logo, que hay que ser algo simple para disfrutar. Pero, poco a poco, se produce el ajuste en esta extra?a pareja y en la segunda mitad se ven momentos sublimes, como el Tr¨ªo, interpretado bajo las s¨¢banas de una cama, o el Cuarteto final, ciertamente irresistible.
El ¨¦xito de esta producci¨®n precisa cinco cantantes y un pianista que hagan muy bien su papel musical y que se comprometan a ser graciosos, en suma, que adem¨¢s sean buenos actores. Y lo consiguen, lo que habla del esfuerzo de mutaci¨®n que est¨¢ atravesando una generaci¨®n de cantantes de ¨®pera espa?oles, que ha tenido que adaptarse a unas nuevas condiciones de teatralidad para sobrevivir en el cambiante mundo de la ¨®pera. En el mismo teatro se ha visto otro ejemplo con El pimiento Verdi, de Boadella. En esta ocasi¨®n se han tenido que convertir en criaturas de Mir, trasuntos de Tricicle, y lo logran cantando muy bien. Maravilloso esfuerzo que no solo merece el ¨¦xito, sino el de insertarse en nuevas condiciones de producci¨®n de ¨®peras en nuestro pa¨ªs. Solo por ello, esta producci¨®n merecer¨ªa el elogio encendido. Pero si adem¨¢s te r¨ªes, a veces mucho, y disfrutas de ese curioso maridaje entre la venerable vanguardia neoyorquina y la risa de arrabal, qu¨¦ m¨¢s queremos. Y todo con solo cuatro notas.
Babelia
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