Ayudando a apagar la luz
El filme habla de lo innombrable con lenguaje digno, de forma cre¨ªble
Me informan con datos fiables que en los diversos festivales que ha visitado esta original y sentida pel¨ªcula israel¨ª no solo ha establecido comunicaci¨®n con el p¨²blico (los que compran la entrada, sin poseer demasiada referencias, sin resabios, escasamente prejuiciosos), sino que este tambi¨¦n se re¨ªa con ganas en variadas ocasiones. Y, efectivamente, sus creadores, de nombre Tal Granit y Sharon Maymon, no renuncian en su l¨²gubre y generosa historia al sentido del humor, pero ser¨ªa brutalmente inexacto etiquetarla como una comedia, ni siquiera como una comedia negra.
Yo, que la veo en una sala desierta, no consigo re¨ªrme; como mucho, tal vez esbozar en alg¨²n momento un gesto entre la sonrisa y el rictus. Y s¨¦ que la comedia y el cine c¨®mico se disfrutan m¨¢s vi¨¦ndolos en compa?¨ªa, que la risa se contagia, que supone una de las sensaciones m¨¢s gozosas de las que podemos disfrutar los seres humanos, un acto de afirmaci¨®n en la vida.
La fiesta de despedida habla del amor, la amistad, la protecci¨®n del ser querido, la piedad, el autorrespeto, la defensa de la dignidad. Cosas todas ellas muy vitales. Pero material tan exaltante funciona en medio de la devastaci¨®n f¨ªsica y an¨ªmica, el espantoso sufrimiento de la enfermedad letal, la conciencia de que el cerebro ha comenzado un abismo sin retorno, que el ¨²nico consuelo es una muerte pl¨¢cida.
LA FIESTA DE DESPEDIDA
Direcci¨®n: Tal Granit y Sharon Maymon.
Int¨¦rpretes: Z. Revach, A. Rosen, L. Finkelstein, R. Tavor, I. Dar.
G¨¦nero: drama. Israel, 2014.
Duraci¨®n: 95 minutos.
O sea, habla de la eutanasia, ese acto que escandaliza tanto a la miseria moral, a esa gentuza empe?ada en que la ley no permita largarse de su infierno terrenal a los machacados por el sufrimiento de su cuerpo y de su alma, convencidos de que solo los dioses pueden decidir la extinci¨®n de sus acorralados s¨²bditos, y a partir de ah¨ª, destinarlos al cielo o al Averno.
Centrada en una residencia de ancianos, cuenta historias paralelas de met¨¢stasis que ni siquiera alivia la morfina, de la llegada sin retorno de la demencia m¨¢s cruel, de gente que solo anhela que llegue el final despidi¨¦ndose con dulzura de las personas que otorgaron sentido a su existencia.
Pero ayudar a morir al desahuciado o al desesperado, adem¨¢s de revelar compasi¨®n y generosidad, resulta que es un delito en la mayor¨ªa de los pa¨ªses, que el pr¨®jimo puede tener l¨®gico miedo ante el marr¨®n que le va a caer. Aqu¨ª, un anciano imaginativo y bueno inventar¨¢ una maquinita mort¨ªfera en la que el sufriente solo tiene que apretar un bot¨®n para que su desdicha finalice, con su propia mano, apagando voluntaria y definitivamente el interruptor de la luz cuando ya solo existen las tinieblas.
Michael Haneke narr¨® de forma m¨¢s dura y angustiosa en Amor el desarrollo de un alzh¨¦imer especialmente atroz de una anciana y la tr¨¢gica soluci¨®n que encuentra su enamorado marido. ?ltimamente, el cine se atreve a frecuentar un tema tan amargo como tab¨², lleno de aristas, con una m¨¢s que problem¨¢tica carrera comercial. Nadie quiere ser testigo de esas cosas intolerablemente reales que nos provocan tanto desasosiego y miedo. La fiesta de despedida habla de lo innombrable con lenguaje digno, de forma cre¨ªble.
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