Juntas en el Bolsh¨®i
A¨²n estoy conmocionada por la noticia de la muerte de Maya, pues mientras que con otros artistas de cierta edad esperas su deceso, con Maya Plis¨¦tskaya nunca se pensaba en eso, siempre estaba tan vital, y rebosando una energ¨ªa contagiosa. Su car¨¢cter no cambi¨® nada de cuando bailaba a cuando dej¨® de hacerlo.
Cuando Maya lleg¨® al Ballet del Teatro L¨ªrico (antes Ballet Nacional Cl¨¢sico) se produjo una verdadera revoluci¨®n interna (eran tiempos dif¨ªciles que hoy no est¨¢n siendo recordados como debe ser). Aquel aterrizaje repentino de la gran dama del ballet ruso represent¨® un reforzamiento de la tradici¨®n cl¨¢sica y del repertorio, pues eso era lo que se quer¨ªa hacer: ballet. Adem¨¢s, la llegada de nuevos maestros, tambi¨¦n rusos, impuso un ritmo diferente y en cierto sentido cambi¨® nuestros h¨¢bitos.
De la ¨¦poca de Maya Plis¨¦tskaya son t¨ªtulos importantes como Las s¨ªlfides, Carmen, La noche de Walpurgis, Raymonda y La fille mal gard¨¦e, que estren¨¦ en el Teatro de La Zarzuela, de Madrid, y que fue nuestro primer cl¨¢sico completo.
Tambi¨¦n recuerdo perfectamente sus indicaciones en Carmen y en Raymonda, dos papeles en los que ella brillaba especialmente: la Raymonda de Maya era un mito para todas las bailarinas, era imposible emularla; ya tenerla cerca observ¨¢ndote era suficiente. Con Carmen pasaba algo diferente, pues ella lo bailaba todav¨ªa, y compart¨ªa cartel con nosotros en Madrid, en Granada, en Santander, en tantos teatros espa?oles.
Algunas cosas de aquellos tiempos no las recuerdo con precisi¨®n, pero su impronta me acompa?¨® de alguna manera durante toda mi carrera, ya cuando estaba en Copenhague o en Berl¨ªn, haciendo otros repertorios y con otras expectativas. El recuerdo, la fuerza de Maya, siempre estaban ah¨ª, la impresi¨®n poderosa y personal de su Muerte del cisne, en la que opino sinceramente que es y ser¨¢ inigualable.
Tambi¨¦n tengo un recuerdo vivo y muy emocionado de la gala en el Teatro Bolsh¨®i de Mosc¨², donde bail¨¦ Carmen. Se celebraban los 50 a?os de vida esc¨¦nica de Maya y ella quiso que fuera a bailar su Carmen. Maya estaba en una esquina de aquel enorme escenario, observando c¨®mo hac¨ªa la primera variaci¨®n, la entrada de Carmen en escena, el momento m¨¢s comprometido y donde el p¨²blico debe recibir, en esos escasos minutos, toda la personalidad del personaje.
Arantxa Arg¨¹elles es maestra de ballet y fue primera bailarina del Ballet Nacional Cl¨¢sico, el Ballet Real Dan¨¦s y el Ballet de la ?pera de Berl¨ªn.
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