Una orquesta de excelencia que toca entre amigos
Bandart re¨²ne instrumentistas de gran prestigio que llega con un banquete de Beethoven
Cuando los primeros miembros de la orquesta Bandart llegaron al convento dominico de Torrent, en Valencia, se dieron cuenta de que no hab¨ªa banquetas para que se sentaran los contrabajistas. Sin pensarlo, se acercaron a un bar cercano para pedir los taburetes de la barra, prometiendo que los devolver¨ªan al acabar. Para el primer ensayo, a¨²n algunos de los m¨²sicos se encontraban? inmersos en escalas de sus vuelos o llegando a la estaci¨®n de tren de la capital valenciana. Incluso as¨ª, el ensayo dio comienzo. Y todo ese caos aparente, de repente, se transform¨® en disciplina absoluta. Los arcos de la cuerda ejecutaban su baile al un¨ªsono, el sonido envolv¨ªa la sala y los metales sonaban dulces y delicados.
"Siento haber detenido ese pasaje, porque realmente sonaba muy hermoso pero quiero que volvamos a ver esos cinco compases", dec¨ªa desde su silla de primer viol¨ªn Gordan Nikolic. Ahora es el gran arquitecto que se encarga de coordinar esta orquesta ef¨ªmera, que se re¨²ne de vez en cuando, pero su cargo habitual es el de concertino de la excelente London Symphony Orchestra. En Bandart no tienen director en el podio y, a excepci¨®n de los violonchelistas, todos tocan de pie, como lo hac¨ªan las orquestas barrocas. Sin embargo, su repertorio es bien distinto: gustan mucho de interpretar a grandes como Beethoven, del que en este caso han montado la s¨¦ptima y la octava sinfon¨ªa. Tras pasar por Valencia y Alicante, este s¨¢bado recalan en el Auditorio Nacional de Madrid, donde destinar¨¢n todo lo recaudado a salvar el proyecto de Iberm¨²sica, que no pasa por su mejor momento.
Isaac Rodr¨ªguez es uno de los m¨²sicos m¨¢s expresivos del conjunto, quiz¨¢ de los que m¨¢s se mueven y posiblemente el que m¨¢s denota con el rostro lo que quiere decir con cada nota que sale del instrumento. Da clases en el Conservatorio del Liceu y est¨¢ en el proyecto desde el principio, cuando surgi¨® la idea hace 10 a?os en el Festival de Lucena (C¨®rdoba). "Esto no es un trabajo, hay una energ¨ªa que se va creando y que Gordan gestiona. Su personalidad lo hace especial, porque tiene una manera de entender la m¨²sica que es distinta a la que tienen en otras partes", dice. Rodr¨ªguez asegura que tienen tantas ganas de compartir dentro de esta orquesta ¡ªque es un c¨²mulo de amigos y amigos de amigos¡ª que aceptan condiciones que en otros casos no aceptar¨ªan, pero que aqu¨ª lo importante "es que puedes ser t¨² mismo tocando".
En los ensayos se ven chanclas, pantalones cortos y alguna tiranta
En Valencia han tocado con las ventanas del convento abiertas por el calor. Los mosquitos zumban en los o¨ªdos al caer la tarde y quiz¨¢ la ac¨²stica no es la mejor, pero al menos no pasa como sucedi¨® hace unos a?os en un concierto en Segovia, cuando, cuenta el clarinetista, se fue la luz durante el tercer movimiento de la S¨¦ptima de Beethoven y todos siguieron tocando a oscuras hasta que regres¨® la electricidad.
Algunos han tomado aviones desde Estados Unidos o Berl¨ªn para poder venir. Julia Gallego hizo escala en Barcelona el martes desde Estocolmo y lleg¨® justo para entrar al ensayo. Es una de las fundadoras del proyecto, flautista de la orquesta y presidenta de Bandart. "?ramos amigos, quer¨ªamos compartir y recuperar cosas que en el mundo cl¨¢sico se han perdido: comunicarnos con el p¨²blico, hacer m¨²sica de c¨¢mara a gran escala y poder expresarte ante un p¨²blico amplio", dice la flautista de Altea, que ocupa esa plaza en la Mahler Chamber Orchestra. Sabe el potencial que tiene esta orquesta en la que se habla ingl¨¦s, franc¨¦s, espa?ol y algo de serbio. Tambi¨¦n destaca lo importantes que son para esta formaci¨®n los proyectos educativos, impulsados por el ayudante del concertino y fundador, David Ballesteros. Y anuncia que en el verano de 2016 estar¨¢n de nuevo con la Fura dels Baus ¨Cya colaboraron en Granada y Peralada¡ª haciendo La Creaci¨®n de Haydn en Alemania.
En los ensayos se ven chanclas, pantalones cortos y alguna tiranta. Pero aqu¨ª, el h¨¢bito no hace al monje, y cuando se presenten en Madrid lo har¨¢n de negro riguroso. Tampoco implica que el hecho de que esta orquesta fuera creada por el gusto de tocar juntos conlleve menos profesionalidad. Se repiten una y otra vez los mismos pasajes para mejorar detalles que para los profanos son imperceptibles. Una simple nota del fagot y su duraci¨®n y forma de ataque ocupan un par de minutos el ensayo. Es un trabajo colaborativo en el que todos escuchan y aceptan propuestas, como el contrabajista que propone una manera distinta de abordar un pasaje del Adagio de la S¨¦ptima, detalle que Nikolic escucha atento. Un director que dialoga y para el que la flautista solo tiene piropos: "Es el ¨²nico, para mi es como una religi¨®n".
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