Palabras en libertad, autores no siempre
El festival literario Centroam¨¦rica Cuenta se consolida como cita literaria del continente. El Gobierno de Ortega impidi¨® la entrada a Nicaragua del caricaturista franc¨¦s Jul
Dec¨ªa Mart¨ªn Caparr¨®s que un festival literario es lo m¨¢s aproximado al pueblo donde habitan los autores que el resto del a?o viven dispersos en su realidad, en su universo, en su pa¨ªs. Por unos d¨ªas, esa comunidad virtual forjada en lecturas mutuas y en sinton¨ªas a distancia toma cuerpo en debates, cenas y un roce que tambi¨¦n ayuda a construir generaciones y tendencias. Ocurre en la Feria del Libro de Guadalajara (M¨¦xico), en el Hay Festival de Cartagena (Colombia) y ahora en Centroam¨¦rica Cuenta, una iniciativa de Sergio Ram¨ªrez que cumple tres a?os, que re¨²ne a decenas de autores en Managua y que adquiere a¨²n m¨¢s valor al realizarse en territorio hostil. Como recado de bienvenida, el Gobierno de Daniel Ortega impidi¨® la entrada de Jul, caricaturista franc¨¦s que iba a participar en el homenaje a Charlie Hebd¨®, y dej¨® claro que las palabras pueden estar en libertad, como dice el lema del encuentro, pero los autores, no siempre.
¡°Que a un caricaturista no le dejen pasar es infame¡±, dice H¨¦ctor Abad Faciolince. ¡°Pero no van a lograr empa?ar el encuentro¡±, afirma Sergio Ram¨ªrez. Y no lo empa?¨®. Por el contrario, Centroam¨¦rica Cuenta se consolida como una de las citas literarias del continente.
La censura de Jul no es gran sorpresa en esta zona donde los autores, aunque lo intenten evitar, aprenden a escribir contra demonios m¨¢s poderosos: desde el propio Faciolince y Juan Gabriel V¨¢squez ante la violencia de Colombia a Fernanda Melchor y Juli¨¢n Herbert ante el desgarro en bucle que vive M¨¦xico o un Carlos Cort¨¦s que en la Costa Rica ¡°donde parec¨ªa que no pasaba nada desde el bigbang¡± sufri¨® el asesinato de su padre 162 d¨ªas antes de nacer.
¡°Escribir es una trinchera contra la orfandad, te permite compartirla¡±, afirma Cort¨¦s, autor de Larga noche hacia mi madre (2013). ¡°Se trata de reemplazar la realidad con la venganza. Vengarte mostrando la maldad de los malos. Y la ¨²nica venganza admisible es la que puedes hacer con la palabra¡±, asegura Faciolince, que conquist¨® a miles de lectores con el relato del asesinato de su padre en El olvido que seremos (2006).
Ni Faciolince ni V¨¢squez (El ruido de las cosas al caer, 2011) hab¨ªan programado escribir sobre violencia ¨C¡°yo estaba llamado a ser un escritor fr¨ªvolo¡±, dice el primero; ¡°nos cambi¨® la vida y por eso nos ocupamos de ello¡±, dice el segundo- pero la literatura detecta al fin y al cabo las grandes convulsiones sociales, los grandes cambios, y a estas generaciones les ha tocado la violencia. ¡°L¨¦rmontov, Dostoievski y tantos autores rusos acompa?aron un tiempo que desemboc¨® en ca¨ªda del zarismo; Vargas Llosa, Garc¨ªa M¨¢rquez y los autores del boom recogieron la era de replanteamientos que desencaden¨® la revoluci¨®n cubana. Los grandes momentos de la literatura siempre han coincidido con momentos de convulsi¨®n¡±, resume V¨¢squez.
¡°Los seres humanos somos muy raros¡±, ironiza Faciolince. ¡°Cuando pasa algo malo queremos saber los detalles, si nuestra mujer nos pone los cuernos queremos saber los detalles, somos masoquistas. Para poder sobrevivir quieres olvidar, pero para reconstruirse necesitas recordar¡±. Por eso ¨¦l afront¨® la muerte de su padre 20 a?os despu¨¦s, por su propia reconstrucci¨®n.
En este pueblo virtual que es Centroam¨¦rica Cuenta, cuando dos amigos se encuentran no hablan de la Liga (o no necesariamente). Esto fue lo que pregunt¨® Faciolince a Carlos Fernando Chamorro, periodista independiente y leyenda en Nicaragua, cuyo padre, due?o y director del peri¨®dico La Prensa fue asesinado durante la dictadura de Somoza en un acontecimiento que marc¨® el inicio de la revoluci¨®n sandinista:
- ?C¨®mo asesinaron a tu padre?
Chamorro y Faciolince se cuentan los asesinatos de sus padres: los cuerpos en el suelo, los tiros de los padres, lo que recuerdan y lo que olvidaron, lo que hicieron para superarlo y las asignaturas pendientes. Y luego cenan, r¨ªen y devoran las sabrosas chuletas que ofrece Sergio Ram¨ªrez. As¨ª es la vida en este pueblo virtual. Violencia obliga.
Centroam¨¦rica Cuenta, que concluye este s¨¢bado, rindi¨® homenaje a Ernesto Cardenal, la leyenda po¨¦tica de Nicaragua y hoy condenado al ostracismo como aquellos que fueron sandinistas y abandonaron sus filas. ¡°Centroam¨¦rica cuenta, y cuenta conmigo¡±, brome¨®, reci¨¦n cumplidos los 90 a?os, con sus vaqueros y boina calada. ¡°Les debo las gracias a muchas gracias¡±.
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