Material inflamable
En el verano de un adolescente sobra espacio para todo; todo se ensancha de tal manera que los detalles m¨¢s nimios
En el verano de un adolescente sobra espacio para todo; todo se ensancha de tal manera que los detalles m¨¢s nimios, las conductas de los dem¨¢s, familiares, pr¨®ximos, o de gente de paso, ocasional, se agrandan por el efecto, y, en ocasiones, al calentarse la lente expuesta al sol, a trav¨¦s de la que nos hace mirar el autor, todo aquello corre el riesgo de inflamarse; aunque no del todo en ¡®Instrucciones de verano¡¯, el primero de estos estupendos cinco relatos de Ismael Grasa, que es una muy conseguida estampa de ese tiempo de verano, en donde todo es posible, visto lo posible y lo imposible a partir de la mirada incendiada del adolescente. M¨¢s riesgo de inflamarse ¡ªGrasa maneja material sensible, peligrosamente inflamable¡ª tiene el relato, absolutamente magistral, que cierra el volumen y da t¨ªtulo al libro; en realidad, una novela corta, ambiciosa, que protagoniza otro chaval, un estudiante, tambi¨¦n en ¨¦poca de vacaciones, un tiempo de iniciaciones y de arriesgados pasos en falso (o casi; ojo al fuego). En el segundo relato, de una rara intensidad, es una pareja la que provoca las chispas, en un roce mutuo y con los dem¨¢s, con su entorno: las chispas las produce ¨¦l, ¡®El vigilante¡¯, que ese es el t¨ªtulo.
Avanzamos en la lectura y seguimos movi¨¦ndonos entre materiales inflamables e historias extremadamente originales ¡ªninguna es previsible, de las que se ven venir¡ª. Y como tiene el autor voluntad de seguir con parecidos materiales, para el tercer relato nos presenta a una pareja joven, que va y viene en su relaci¨®n, y de tanto moverse de esa guisa, un tanto desganadamente, el peligro de ignici¨®n se va menguando con el paso del tiempo; a aquello, a esa relaci¨®n, se le va la chispa hasta la inanici¨®n. Pero Grasa tiene la habilidad de dejarnos presenciar c¨®mo se extingue la mecha, de eso trata. El cuarto relato, espl¨¦ndido tambi¨¦n, con hechuras y ambici¨®n de novela corta, es decididamente rural; all¨ª nos traslada el autor, ¨¦l, con sus fuegos de artificio, con sus materiales inflamables, con las mechas preparadas; pero, al final, tampoco aquello arde del todo, o no del todo, por m¨¢s que ella sopla en una misma direcci¨®n, y ¨¦l, desubicado, protegido en esa trinchera rural que ha escogido voluntariamente, no acaba de prender. En fin, Ismael Grasa, un escritor que se mueve muy c¨®modamente en el terreno del relato, ha reunido en El jard¨ªn cinco magn¨ªficas historias hechas con materiales inflamables, aunque, a la postre, aquello no arda nunca del todo, pero, eso s¨ª, prenda ¡ªy de qu¨¦ forma¡ª en el ¨¢nimo del lector.
El jard¨ªn. Ismael Grasa. Xordica. Zaragoza, 2015. 147 p¨¢gina. 14,94 euros.
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