Ciencia no-ficci¨®n
?Por qu¨¦ nos fascinan los dinosaurios? La respuesta puede estar en que vienen de otro mundo, del nuestro pero de otro tiempo
Desde el relato m¨¢s breve de la narrativa hasta la pel¨ªcula m¨¢s taquillera de la Historia, los dinosaurios parecen ejercer sobre nosotros un atractivo magn¨¦tico, una seducci¨®n fatal y enga?osa como el canto de las sirenas que a punto estuvo de disuadir a Ulises de su misi¨®n. ?Por qu¨¦?
El tama?o importa, desde luego. Cuando Spielberg estaba preparando Parque Jur¨¢sico, que sali¨® en 1993, se enamor¨® en seguida del velocirr¨¢ptor, uno de los dinosaurios f¨®siles del mundo real que le hab¨ªan mencionado los expertos. R¨¢pido y saqueador, b¨ªpedo, malencarado y dotado de una u?a larga y curvada como una cimitarra, aquel depredador cret¨¢cico promet¨ªa convertirse en el malvado m¨¢s temible que el cine hab¨ªa producido desde Christopher Lee. Pero cuando Spielberg se enter¨® de sus medidas ¡ªmedio metro de altura y 15 kilos de peso, un peso pluma de Hollywood¡ª opt¨® por abandonar el realismo y multiplic¨® sus dimensiones por seis.
La voracidad tambi¨¦n cuenta, por supuesto, pero lo cierto es que el dinosaurio m¨¢s famoso desde el primer cuarto del siglo XX, el brontosaurio que debut¨® en la pel¨ªcula muda de 1925 El mundo perdido, era un vegetariano de gesto torpe y con menos peligro que el inspector Clouseau. Para colmo, en los albores de este siglo se descubrieron unos f¨®siles de mam¨ªferos que, seg¨²n todas las evidencias, se dedicaban a comer huevos de dinosaurio: una indicaci¨®n paleontol¨®gica de d¨®nde se encuentra el verdadero peligro.
Tal vez la gran raz¨®n de nuestra fascinaci¨®n por los dinosaurios es que vienen de otro mundo. No de un planeta remoto en los confines de la V¨ªa L¨¢ctea, ni del agujero negro que mora en el centro exacto de la galaxia de Andr¨®meda. Pero s¨ª de un mundo cuya lejan¨ªa no reside en el espacio, sino en el tiempo. La cuarta dimensi¨®n del cosmos. Y es esto lo que convierte esta rama taquillera de la ciencia-ficci¨®n en el muy noble g¨¦nero de la ciencia no-ficci¨®n: el arte de predecir el presente.
El cerebro del que bebi¨® Spielberg para su primer Parque Jur¨¢sico, el m¨¦dico y escritor de ¨¦xito Michael Crichton, mostr¨® una percepci¨®n extraordinaria en su novela de 1990. Su idea de extraer ADN de mosquitos conservados en ¨¢mbar tan antiguos como para haber picado a los dinosaurios parec¨ªa en aquellos a?os un puro y simple parto mental. Pero henos aqu¨ª en nuestros d¨ªas con el genoma secuenciado del hombre de neandertal, y con las t¨¦cnicas de clonaci¨®n y resucitado de especies extintas avanzando a velocidad de velocirr¨¢ptor.
?Lo m¨¢s terror¨ªfico de los dinosaurios? Que, cuando despertemos, pueden volver a estar aqu¨ª.
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