Nir Baram: ¡°Vivimos en la paranoia¡±
El escritor lamenta la mentalidad de gueto que ha desarrollado Israel en los ¨²ltimos a?os. ¡°Es la mayor amenaza a la que se enfrenta mi pa¨ªs¡±. Publica 'La sombra del mundo'
La historia de Nir Baram (Jerusal¨¦n, 1976) es la historia de una contradicci¨®n continua: la lucha por escapar del tema israel¨ª sin poder salir de ¨¦l; la libra un creador de novelas con fuerte carga pol¨ªtica que se hunde en las entra?as de la historia de su pueblo, de una joven conciencia de Israel, por salir del estereotipo, superar el clich¨¦, abrirse al mundo. ¡°En Europa se nos ve siempre desde un punto de vista ex¨®tico. O bien unos contra otros, o bien el estereotipo del urbanita de Tel Aviv. Nos piden exotismo en nuestra literatura y yo no quiero ser ex¨®tico, no quiero escribir con Israel en el centro todo el rato¡±, cuenta Baram. Viene a Madrid a presentar La sombra del mundo (Alfaguara), una novela sobre los poderes que gobiernan la globalizaci¨®n y las revoluciones que mueven a las conciencias inquietas, un fresco enorme y ambicioso que se aleja de los c¨¢nones de la literatura israel¨ª.
En un pa¨ªs en el que los escritores son influyentes como en pocos lugares m¨¢s y con una vida cultural gobernada por gigantes como David Grossman o Amos Oz, la figura de Baram lidera una generaci¨®n que busca otros caminos. ¡°La literatura ha cambiado, el pa¨ªs tambi¨¦n ha cambiado en estos ¨²ltimos 15 a?os¡±, resume antes de lanzar la protesta: ¡°La obsesi¨®n por la historia de Israel mina tu imaginaci¨®n. Hay formas diferentes. Como dec¨ªa Robert Musil, la novela hist¨®rica solo interesa si habla tambi¨¦n del presente¡±.
Autor de Las buenas personas (Alfaguara), libro que gener¨® un enorme debate en Israel por su forma de acercarse al Holocausto (exige la misma condena moral a los jud¨ªos colaboracionistas que a los nazis), Baram busca siempre que puede el contrapunto. Prominente columnista en Haaretz, se revela contra la visi¨®n que domina de Israel, exportada y, a su juicio, impuesta por los askenaz¨ªes, israel¨ªes de origen centroeuropeo. La conversaci¨®n llega inevitablemente a Ari Shavit, editor de Haaretz y autor de Mi tierra prometida (Debate), un libro honesto, provocador y complejo sobre Israel. ¡°Mi abuela¡±, asegura Baram en un tono conciliador pero de denuncia contra los clich¨¦s que a su juicio encierra el libro, ¡°era una sefard¨ª muy religiosa, que adoraba al rabino Yosef y que trabaj¨® mucho toda su vida. Pod¨ªa disfrutar de Thomas Mann y admirar a los rabinos. El peligro de los ultraortodoxos para la sociedad y la econom¨ªa israel¨ª es algo enormemente exagerado por los jud¨ªos seculares, que no ven las diferencias en la compleja identidad israel¨ª y solo analizan una oposici¨®n simplista: seculares contra religiosos. Creo que el llamado problema ultraortodoxo es una especie de historia de terror que algunos seculares se cuentan a s¨ª mismos y al resto del mundo¡±.
¡°En Europa nos piden exotismo y yo no quiero ser ex¨®tico, no quiero escribir con Israel en el centro todo el rato¡±
La andanada es caracter¨ªstica de este escritor que no pierde la sonrisa y que parece recuperar fuerzas cuando pasa a hablar del f¨²tbol. ¡°Mi mejor momento como escritor lo pas¨¦ cuando ganamos al equipo de escritores de Alemania¡±, dice medio en broma.
La fuerza de esa misi¨®n autoimpuesta le aleja poco tiempo del tema que ocupa el centro de todo: Israel. ¡°La mayor amenaza a la que se enfrenta mi pa¨ªs¡±, asegura, ¡°es la mentalidad de gueto que hemos desarrollado en los ¨²ltimos 15 a?os. Hemos construido un muro y vivimos dentro con una fuerte sensaci¨®n de paranoia que nos lleva a ver amenazas vitales por todas partes. Esto nos lleva al racismo, al miedo y a la inacci¨®n¡±. Un discurso que suena similar al de la izquierda askenaz¨ª, pero dicho por alguien que tambi¨¦n ataca de frente la visi¨®n que esa izquierda ofrece al mundo sobre Israel.
En un discurso que dispara tambi¨¦n contra el simplismo con el que se ven a veces las cosas desde las comunidades jud¨ªas del exterior ¡ª¡°el 80% de lo que digo sobre mi pa¨ªs no ser¨ªa bien interpretado en EE?UU¡±¡ª o subraya la tremenda capacidad de su pueblo para el optimismo y para cambiar de humor, Baram se declara escritor intermitente. ¡°?Qu¨¦ estoy escribiendo ahora? Nada. No entiendo por qu¨¦ los escritores tienen que estar escribiendo todo el tiempo. No escribir es tambi¨¦n importante. No hay que obsesionarse con lo que se ha creado¡±, asegura.
Inmerso en la escritura de una serie de grandes reportajes para su peri¨®dico sobre la L¨ªnea Verde, relata un mundo que tampoco se suele ver en Europa, fronterizo, sobrepasado, donde la vida no responde a simplismos. Es de las pocas veces en que le cambia la voz.
Aburrido de o¨ªr cosas absurdas sobre Israel, y aburrido tambi¨¦n de que se le pregunte por los problemas de ser israel¨ª cuando viaja por el mundo, Baram no reh¨²ye la cuesti¨®n esencial: ?cu¨¢l es la gran pregunta que debe hacerse la sociedad israel¨ª? ¡°Lo m¨¢s importante es muy simple: ?seguiremos insistiendo en vivir en una sociedad donde los jud¨ªos son inherentemente superiores a otros pueblos, especialmente los palestinos? ?O entendemos que la ¨²nica manera de hacer Israel viable a largo plazo es con una sociedad igualitaria? Si la respuesta es s¨ª, ya se puede pensar en la soluci¨®n: dos Estados, un Estado para todos, una confederaci¨®n u otras ideas¡±, afirma. La lucha interior contra el clich¨¦ contin¨²a.
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