Con Borges, en globo
Mar¨ªa Kodama, viuda del escritor, evoca el vuelo con el autor de ¡®El Aleph¡¯ por California
Mar¨ªa Kodama hizo con su marido, Jorge Luis Borges, uno de los grandes escritores del siglo XX, un viaje en globo que ilustra uno de sus m¨¢s bellos libros, Atlas (Sudamericana, 1984). En el relato de sus viajes, Borges describe lugares extraordinarios que visit¨® con la imaginaci¨®n y el conocimiento que sustituyeron su temprana ceguera. En esta entrevista, la viuda de Borges rememora el cumplimiento de aquel sue?o. El viaje dur¨® 45 minutos, se realiz¨® en el valle de Napa (California) y en ¨¦l siempre estuvo Borges divertido y feliz.
Pregunta. Este es un libro hecho como sonriendo.
Respuesta. S¨ª, la verdad es que s¨ª, ¨¦l se divert¨ªa mucho, le encantaba hacer cosas ins¨®litas. Cuando estuvieron los Reyes de Espa?a en M¨¦xico nos comunicaron que no pod¨ªamos ir por la guerrilla, y ¨¦l me dijo: ¡°Es que no quieren que vayamos, ninguna guerrilla. ?Vamos igual!¡±. Ja, ja, ja. Era divertid¨ªsimo, porque no era miedoso; el miedo es lo peor que le puede suceder a una persona.
P. En este caso deb¨ªa vencer el miedo al globo.
R. ?Ah, no, le encantaba! Estaba ansioso, ?esa noche no durmi¨®! Me pregunt¨® si cre¨ªa que la canastilla iba a ser de pl¨¢stico o de mimbre. Yo no ten¨ªa ni la m¨¢s remota idea. ¡°Supongamos que de mimbre¡±, le dije. Al llegar nos explicaron que un auto iba siguiendo el recorrido y que cuando uno aterrizaba volv¨ªa en ese auto, en el que hab¨ªa que llevar una caja de botellas de champ¨¢n para la gente del terreno donde aterriz¨¢bamos y una botella aparte por haber llegado bien.
P. ?C¨®mo se prepar¨®?
R.En el coche ¨¦l iba fascinado, entusiasmad¨ªsimo. Le explicaron, adem¨¢s, que era muy dif¨ªcil abordar, porque hab¨ªa una especie de estribo. ?l dijo: ¡°Cuando era joven yo era un excelente jinete¡±. Al final le dije al ch¨®fer: ¡°El se?or ha decidido que va a andar en globo y diga usted lo que diga va a subir. Hagamos una cosa: d¨ªganos qu¨¦ necesita para que vaya y yo le firmo un papel en el que me hago responsable de ambos, pero no sigamos discutiendo. Es in¨²til¡±. ?l quer¨ªa ir en globo.
P. ?C¨®mo se sinti¨®?
R. Le dio una alegr¨ªa enorme. Cuando el hombre lo agarr¨® para ayudarlo a subir le dec¨ªa: ¡°Usted es un hombre muy grande, muy fuerte. Usted puede pisarme si no acierto a pasar¡±. Muy divertido.
P. Representa mucho a Borges ese viaje.
R. Imagino que por todas esas historias de los viajes en globo de la literatura fant¨¢stica. Y por el viaje a la Luna tambi¨¦n. Por el alunizaje fue la primera, ¨²nica y ¨²ltima vez que se sent¨® frente al televisor para que le describiera lo que ve¨ªa.
P. ?C¨®mo fue su reacci¨®n ante el televisor?
R. Yo tampoco ten¨ªa televisor; lo trajeron desde la parte del servicio a la parte principal para que ¨¦l pudiera ver el alunizaje. Le iba describiendo paso a paso lo que hac¨ªan los astronautas. Le encant¨®. No le gustaba la tele, pero aquello le gust¨®.
P. ?Ese momento fue para ¨¦l literario, cient¨ªfico, borgiano?
R. No lo s¨¦. No quiero ponerlo en boca de ¨¦l, pero por lo que me dec¨ªa creo que lo viv¨ªa como la victoria de lo que aparentemente, para la gente sin imaginaci¨®n, es algo fant¨¢stico, un cuento, directamente algo que no exist¨ªa. Como la corroboraci¨®n de que ese mundo paralelo descubierto por casualidad o intuici¨®n se hace visible y realidad a trav¨¦s de esa primera proyecci¨®n dada por los escritores, pintores o lo que fuera.
P. Una vez en el globo, ?c¨®mo se sent¨ªa ante el hecho de volar?
R. Estaba realmente fascinado. Aunque uno est¨¦ solo en un cuarto, es otro silencio, es algo muy especial. Es como si flotaras t¨² mismo sin el globo. Ese viento suave. Es un silencio muy muy especial. Algo parecido a lo que sent¨ª en Jap¨®n dando conferencias: sent¨ªa la atenci¨®n y la concentraci¨®n como una presencia f¨ªsica que te exige. Eso, de manera placentera, es lo que uno siente volando.
P. ?Qu¨¦ dec¨ªa ¨¦l?
R. ?l estaba enloquecido. Dec¨ªa: "?Pero, ?se da cuenta? ??Qu¨¦ hacemos?! ?Cu¨¦nteme!" Le dec¨ªa que los autos se ve¨ªan diminutos. Fue precioso, y ¨¦l cumpl¨ªa as¨ª su sue?o de volar: nunca pens¨® que pudiera hacerlo.
P. ?Cu¨¢les eran sus sue?os?
R. Quer¨ªa conocer la India, Egipto. A Egipto fuimos; le fascinaba ese mundo. Tuvimos un ch¨®fer que era copto. Extra?o. Borges quer¨ªa pasar una noche en el desierto. Este hombre nos llev¨® cerca de las pir¨¢mides del Saqqara; era ya tarde, estaba oscuro. Al llegar, el hombre silb¨® y empez¨® a salir gente de las ruinas. Nos hab¨ªan avisado de que algo podr¨ªa pasar, y ah¨ª pens¨¦ yo que yo estaba loca, que no ten¨ªamos que haber ido, no conoc¨ªamos a nadie. De pronto vi que uno de los que se acerc¨® no ten¨ªa oreja. Yo me preguntaba por qu¨¦, ?habr¨ªa matado a alguien? Borges me dijo: No nos preocupemos, ?disfrutemos este momento antes de que nos maten!", ja ja ja. Luego lo llevaron en una sillita de oro, con las manos de los hombres cruzadas. Yo le gritaba a Borges que tuviera cuidado con la cabeza. Y los hombres repet¨ªan: "Cabissa, cabissa!" Hasta que Borges dijo: "Mar¨ªa, no diga m¨¢s eso porque qui¨¦n sabe qu¨¦ palabra obscena ser¨¢ esa".
P. Deb¨ªa ser divertido viajar con Borges.
R. ?Ah, s¨ª! Hab¨ªa dentro de ¨¦l algo fascinante, una fuerza y una alegr¨ªa de vivir. Era una relaci¨®n preciosa, l¨²dica, divina.
P. ?C¨®mo se llevaba con algo tan esencial como la p¨¦rdida de la vista?
R. Cuando lo conoc¨ª no pod¨ªa ver para escribir. Nunca le o¨ª una queja.
Borges, el Premio Nobel y el viaje al Chile de Pinochet
Mar¨ªa Kodama estudi¨® desde los 16 a?os con Borges, y al final de los d¨ªas de este, en 1986, contrajo matrimonio con ¨¦l. Tradujo obras con ¨¦l, es autora de estudios y de cuentos, ha tenido premios en Jap¨®n, en Argentina, en Francia; es conferenciante por todo el mundo, cre¨® y preside la Fundaci¨®n Internacional Jorge Luis Borges, cre¨® el museo del escritor, organiza grandes exposiciones (como la del Pompidou en 1993) y, c¨®mo no, act¨²a en defensa del legado de Borges. Del legado y de su historia. En esta entrevista cont¨® algo poco divulgado: una llamada de Estocolmo antes de que ¨¦l se fuera al Chile de Augusto Pinochet.
"Recuerdo su ¨¦tica. No traicionarse a s¨ª mismo. Ya se sabe que fue candidato al Nobel. Un hombre lo par¨® en la calle una de las veces que no se lo dieron para horror nacional: '?Ay, maestro, cu¨¢nto lamento que no lo haya ganado!'. Borges respondi¨®: '?No, Dios lo libre! ?As¨ª soy el mito escandinavo!'. En otra ocasi¨®n, iba a ir a recoger el doctorado honoris causa en la Universidad de Chile, a¨²n con Pinochet, en 1976. Lo llamaron por tel¨¦fono desde Estocolmo. Yo muy contenta le digo que no nos hagamos ilusiones y que atendiera la llamada. Yo siempre me iba para que ¨¦l estuviera en la intimidad con la persona que llamaba, pero me retiene. Por sus respuestas me doy cuenta de lo que le dec¨ªan y aunque deduje todo despu¨¦s me lo cont¨®. Pero acab¨® diciendo: 'Mire, se?or: yo le agradezco su amabilidad, pero despu¨¦s de lo que usted acaba de decirme mi deber es ir a Chile. Hay dos cosas que un hombre no puede permitir: sobornar o dejarse sobornar. Muchas gracias, buenos d¨ªas'. Fue genial, yo lo ador¨¦ m¨¢s que nunca. ?Qui¨¦n por sus ideas soporta algo tan tentador? M¨¢s all¨¢ o por encima de lo que pod¨ªa ser su inter¨¦s literario estaba la ¨¦tica, no dejarse sobornar".
¡°Ten¨ªa que recoger el doctorado en la Universidad Cat¨®lica de Chile; le dije que si no quer¨ªa pens¨¢rselo, que pod¨ªa alegar que estaba enfermo. ?l me abraz¨® y me dijo: ¡®?Usted har¨ªa eso?¡¯ Yo no, le dije, pero usted es otra persona. '?Por qu¨¦ cree que puedo hacerlo yo?' Y no se habl¨® nunca m¨¢s del asunto¡±.
?Y c¨®mo vivi¨® Borges que se reiterara tanto que ¨¦l fue a ver al dictador argentino Jorge Rafael Videla? ¡°Fue una de las mayores injusticias. Si fue S¨¢bato tambi¨¦n a la misma recepci¨®n, ?por qu¨¦ sale s¨®lo Borges como invitado?¡±.
Babelia
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