La ingenier¨ªa son¨¢mbula de Vicente Rojo
Seg¨²n Carlos Monsiv¨¢is, el artista afincado en M¨¦xico logr¨® ¡°el tr¨¢nsito de la vieja a la nueva percepci¨®n¡±. Una amplia exposici¨®n repasa su trayectoria como pintor y dise?ador
En los a?os cincuenta surgi¨® en M¨¦xico una generaci¨®n de artistas que, como observ¨® Jos¨¦ Luis Cuevas en el famoso texto de 1951, La cortina de nopal, quisieron llevar el arte del pa¨ªs por ¡°anchas carreteras que condujeran al resto del mundo¡± y ¡°no por peque?os caminos que s¨®lo conectan aldeas¡±. Es decir, que impulsaron un tipo de arte que rehu¨ªa del sistema de formas muralista, entonces ya muy venido a menos, para insertarse en una discusi¨®n, mucho m¨¢s amplia, que estaba teniendo lugar a escala mundial. Eso, para muchos, signific¨® intercambiar la rigidez del realismo de corte social, que hab¨ªa imperado durante d¨¦cadas, por alg¨²n tipo o grado de abstracci¨®n.
Algunos, como Lilia Carrillo, se inclinaron por la vertiente m¨¢s l¨ªrica o espont¨¢nea de la pintura abstracta. Otros tambi¨¦n tomaron el camino del informalismo, pero llev¨¢ndolo hacia el collage, como hizo Fernando Garc¨ªa Ponce. Y unos m¨¢s, por ejemplo, Manuel Felgu¨¦rez, optaron por un arte mixto: a igual distancia del gesto expresionista que de la abstracci¨®n geom¨¦trica. En esta segunda l¨ªnea, no obstante, ¡°el ge¨®metra m¨¢s riguroso¡± de todos, como lo llam¨® Octavio Paz, fue desde el inicio el barcelon¨¦s afincado en M¨¦xico Vicente Rojo: ¡°Precisi¨®n e invenci¨®n, ingenier¨ªa son¨¢mbula¡±, escribi¨® el poeta. Lo suyo era, y sigue siendo, la serialidad, el arte combinatorio llevado al extremo, donde cada obra representa la posibilidad ¡ªpor m¨ªnima que sea¡ª de volver a pintar lo mismo pero con alguna variante. Una megageometr¨ªa, seg¨²n escribi¨® Salvador Elizondo, cuyas construcciones parecen animadas por un impulso de depuraci¨®n, como si buscaran llegar a la imagen m¨¢s acabada de algo.
¡°No hay formulaci¨®n de juicios¡±, advierte Elizondo, ¡°sino articulaci¨®n de una forma pict¨®rica perfecta¡±. Por ejemplo, la ¡°T¡± que Rojo adopt¨® como motivo de una serie en la que, literalmente, la letra T es una y otra vez vuelta a trazar pero siempre de una manera distinta: cambia, y a veces radicalmente, el color, la textura y el estilo del car¨¢cter, pero nunca tanto como para no dejarnos ver la forma inconfundible de una T may¨²scula (?T de qu¨¦?, podr¨ªa ser la pregunta: ?T de Tiempo, de Trabajo, de Totalidad?).
Lo suyo era, y sigue siendo, la serialidad, el arte combinatorio llevado al extremo
En Negaciones, t¨ªtulo de esta investigaci¨®n, volcada en m¨¢s de cien obras realizadas entre 1971 y 1974, se hace evidente el nexo de la pintura con el dise?o gr¨¢fico, oficios que Rojo ha practicado por igual y que en su obra pl¨¢stica se entrecruzan con frecuencia. Una relaci¨®n simbi¨®tica, la llama ¨¦l, entre el color y la estructura. O dicho de otro modo, un ir y venir entre la pintura, aqu¨ª entendida como campo de color (lo cual se traduce, por momentos, en un ejercicio de pura densidad crom¨¢tica: lograr textura a trav¨¦s de los pigmentos), y el dise?o, que supondr¨ªa una incursi¨®n en un universo ¡°prefabricado¡±: lo que var¨ªa es la pintura, mientras que el elemento tipogr¨¢fico permanece intacto. Lo manual y lo mec¨¢nico. Esa posiblemente sea la negaci¨®n a la que alude el nombre del conjunto, pues se trata, precisamente, de negar la pintura como tal, a partir de hacerla colisionar con un lenguaje que le es ajeno. Y, como dir¨ªa Elizondo, no est¨¢ de m¨¢s hablar de lenguaje a prop¨®sito de la obra de Vicente Rojo, pues no hay otro pintor ¡°que denote con tanta insistencia un trasmundo o un af¨¢n ling¨¹¨ªstico, o l¨®gico (es decir, de congruencia) tan apremiante¡±. Y eso sin duda es producto de su cercan¨ªa con el dise?o editorial, que pas¨®, incluso, por la invenci¨®n de un par de alfabetos.
La exposici¨®n que estos d¨ªas puede verse en el Museo Universitario de Arte Contempor¨¢neo es especialmente relevante porque adem¨¢s de presentar casi al completo algunas de las series tempranas de Rojo, como Negaciones o Se?ales en el pa¨ªs de Alicia (1972), re¨²ne la muestra m¨¢s amplia que se ha visto en mucho tiempo de ejemplares de libros, revistas y peri¨®dicos que Rojo dise?¨®. Empezando por el proyecto, que rebas¨® con mucho las fronteras del libro convencional, e incluso del libro-objeto, con el cual ¨¦l y Octavio Paz rindieron homenaje a Marcel Duchamp.
Adem¨¢s, se pueden ver carteles, logotipos y muchas de las portadas que realiz¨® para Ediciones Era. Y con ello queda perfectamente claro porque Carlos Monsiv¨¢is dec¨ªa que Rojo hab¨ªa logrado organizar en el ¨¢mbito cultural mexicano ¡°el tr¨¢nsito de la vieja a la nueva percepci¨®n¡±.
Escrito/Pintado. Vicente Rojo. MUAC, M¨¦xico. Hasta el 20 de septiembre.
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