Louise Bourgeois visita el infierno
La retrospectiva que el Museo Picasso de M¨¢laga dedica a la artista francoamericana re¨²ne cerca de 200 piezas, entre esculturas, tejidos y dibujos, de sus a?os m¨¢s fruct¨ªferos
Hubo unos a?os en que Louise Bourgeois baj¨® (o subi¨®) a los infiernos y vivi¨® el goce de los elegidos. No pod¨ªa ser de otra manera. Lo cuenta en una exposici¨®n apta para incondicionales, aunque el marco poco tenga que ver con su obra.
La artista fran?co?ame?ricana (1911-2010), que de joven afirm¨® que quer¨ªa ser escultora para arrancar a la mujer del molde del objeto y convertirla en sujeto del arte, protagoniza hasta finales de verano una retrospectiva en el centro dedicado a uno de los genios de la pintura del siglo XX, el Picasso de M¨¢laga. Y qui¨¦n sabe si llev¨® consigo alg¨²n mensaje al averno, donde tambi¨¦n Picasso debi¨® de pasar largas temporadas con sus mujeres/modelos. I Have Been to Hell and Back. And Let me Tell You It was Wonderful (He estado en el infierno y he vuelto. Y d¨¦jame decirte que fue maravilloso), t¨ªtulo tomado de uno de sus bordados (1996), re¨²ne casi 200 piezas ¡ªentre esculturas, tejidos, dibujos, una ara?a gigante y sus conocidas celdas¡ª procedentes de los dos fondos que gestiona su familia, la Easton Foundation y la Louise Bourgeois Trust, m¨¢s alg¨²n pr¨¦stamo del MOMA y el Pompidou.
Todo en ella es criminal y primitivo. La obra excluye al espectador, pero este no puede evitar sentirse atra¨ªdo por tanta intensidad
La exposici¨®n recorre los a?os m¨¢s fruct¨ªferos de su carrera, a excepci¨®n de los setenta ¡ªla d¨¦cada en que empieza a ser reconocida¡ª, un par¨¦ntesis dif¨ªcil de justificar, aunque los comisarios lo hayan compensado con abundantes dibujos y grabados de los a?os cuarenta, cuando todav¨ªa Louise Bourgeois no hab¨ªa siquiera alcanzado una m¨ªnima popularidad entre coleccionistas y menos en los despachos de direcci¨®n de museos (el entonces director del MOMA, Alfred Barr, adquiere Sleeping Figure en 1951, el mismo a?o en que muere el padre de la artista, Louis Bourgeois, que regentaba un taller de tapices y que fue de importancia seminal en su obra; tambi¨¦n en aquel a?o, comienza a psicoanalizarse tras sufrir una fuerte depresi¨®n).
El paseo de Bourgeois por el infierno pudo haber llegado hasta el noveno c¨ªrculo, al menos eso transmiten sus esculturas y dibujos de finales de los noventa, donde vemos sillas bulbosas, cuchillos, planchas y escaleras; la serie Sublimaci¨®n (2012), con apuntes personales de su pu?o y letra ilustrados con dibujos; estudios del natural (Nature Studio, 2009), sus c¨¦lebres mu?ecas, mujeres-casa, estalactitas pendulares, trozos de carne momificados y el ic¨®nico pene/vagina (Janus Fleuri, 1968). Relevantes y reveladoras son sus cartas y fotograf¨ªas de su ¨¦poca francesa y de sus primeros a?os en Nueva York, donde posa con su familia o aparece trabajando en su estudio.
Todo en Bourgeois es criminal y primitivo. La autosuficiencia de su obra excluye al espectador y este a su vez no puede evitar sentirse atra¨ªdo por tanta intensidad, por aquel infierno donde s¨®lo acaban arrojados los que alguna vez vivieron en ¨¦l, sin saberlo.
He estado en el infierno y he vuelto. Y d¨¦jame decirte que fue maravilloso. Retrospectiva de Louise Bourgeois. Museo Picasso de M¨¢laga. Hasta el 27 de septiembre.
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