O me presta 3.000 euros o me acuesto con su mujer
Carlos Hip¨®lito y Luis Merlo encaran la tercera temporada de ¡®El cr¨¦dito¡¯, de Jordi Galceran
El puro teatro puede consistir en una sencilla conversaci¨®n. Es lo que m¨¢s o menos viene a ser El cr¨¦dito,de Jordi Galceran (Barcelona, 1964). Tambi¨¦n una buena amenaza que introduzca su dosis de intriga: o me presta usted 3.000 euros o me acuesto con esa se?ora de la foto, que seguramente es su mujer¡ Si a eso se le a?aden dos actores como Carlos Hip¨®lito (Madrid, 1956) y Luis Merlo (Madrid, 1966), la sencilla pero m¨¢s que adecuada mesa con dos sillas que les coloca como escenograf¨ªa el director de la funci¨®n Gerardo Vera y una trama que desde el principio mete en harina al espectador el resultado son tres temporadas de ¨¦xito en Madrid y por casi toda Espa?a, sin visos de echar abajo el tel¨®n.
Y es que El cr¨¦dito resplandece en el madrile?o Teatro Maravillas como la obra que ha conectado con un incierto estado de ¨¢nimo colectivo. Se revela en sus mazazos, en sus golpes de humor, como un texto que ha contagiado los efectos devastadores y desesperados de la crisis y conjugado sabiamente sus catarsis para re¨ªrse de ellas. ¡°Supongo que respiras un momento y te lanzas a atraparlo. Todos recordamos cuando hace pocos a?os la gente necesitaba el dinero que reten¨ªan los bancos y no se decid¨ªan a soltar, ?no? De ah¨ª nace cierto ambiente humano como el de este hombre que necesita un cr¨¦dito y no se lo dan¡±, afirma el autor.
Galceran ha conseguido plasmarlo a trav¨¦s de dos personajes tan reconocibles como el movedizo suelo que ¨²ltimamente pisamos. De un lado, en corbata, con su lenguaje de tecnicismos bien alambicados que amablemente invitan a salir por la puerta, est¨¢ Hip¨®lito, director de la sucursal. Un educado y correcto vendedor de humo, padre de familia tipo que viste camisa bordada con iniciales, corbata apa?ada en rebajas y chaqueta colgada en el perchero, sin una arruga por fuera, pero llena de requiebros por dentro. Del otro, Merlo, un bala perdida desali?ado, sin avales, oficio ni beneficio. Con aires de kamikaze, maneras bohemias y cuajo para pedir lo que le plazca, incluyendo amenazas, sin nada que perder.
?Qui¨¦n no ha acudido a la sucursal de un banco a pedir un cr¨¦dito y se lo han negado? ¡°Me extra?¨® tanto que no me lo dieran en tiempos, como que s¨ª lo hicieran cuando ya empezaba a ser famoso por aparecer en la serie Aqu¨ª no hay quien viva¡±, comenta Merlo. ¡°Alguna vez ha pasado. No me qued¨® m¨¢s remedio que ir a la sucursal de enfrente. Lo que s¨ª recuerdo es aquella actitud de atenderte sin escuchar, de muy mal rollo¡±, comenta Hip¨®lito.
Quiz¨¢s ya entonces, este radi¨®logo de la vida fijase en su mente maneras para un futuro personaje como el actual. Hip¨®lito es un maestro de los que no se dan importancia. Pero funciona como un inconsciente efecto im¨¢n para actores como Merlo y tantos otros que suspiran por compartir t¨ªtulos con ¨¦l: ¡°No hay nadie que hable por tel¨¦fono en escena de la forma que lo hace este se?or¡±, asegura su compa?ero.
La funci¨®n conecta con un estado de ¨¢nimo com¨²n
Cierto, porque hay momentos en que el m¨¦dium Hip¨®lito lleva dentro de s¨ª, a trav¨¦s del m¨®vil, a otros personajes fantasmas creados por Galceran que adquieren plena transparencia en las reacciones de su voz y los gestos de la cara: su mujer, su hijo, a trav¨¦s de otras dimensiones secretas de la palabra, su cu?ado¡ ¡°Posee la cualidad de la dif¨ªcil facilidad, que dec¨ªa mi abuelo¡±. Lo comenta Merlo, actor de estirpe, nieto de Ismael Merlo, hijo de Carlos Larra?aga y Mar¨ªa Luisa Merlo¡ el ni?o ya crecido que celebr¨® la primera comuni¨®n en el escenario del Bellas Artes y fue dotado de toda una proverbial potencia gen¨¦tica para el oficio.
Un actor que sabe reconocer la s¨®lida carpinter¨ªa de un texto como el de Galceran, autor de ojo cl¨ªnico y buenas dotes para el ¨¦xito como ya ha demostrado en Burundanga o El m¨¦todo Gr?nholm. ¡°La clave es hallar una an¨¦cdota que te permita llegar de algo peque?o a los grandes temas. En medio no puedes dejar de hablar de lo que te rodea, es inevitable¡±, apunta el dramaturgo.
Devoto tanto de Mamet como de Arthur Miller, heredero de Buero Vallejo o af¨ªn a Alonso de Santos, el teatro de Galceran posee un compromiso de filtro con el p¨²blico que le hace nadar entre la sonrisa amarga y la introspecci¨®n piadosa hacia cada personaje. Sus criaturas nos hacen reconocernos en el espejo con parecida intensidad a las sensaciones experimentadas en Glengarry Glen Ross, Muerte de un viajante, La taberna fant¨¢stica, de Alfonso Sastre, o Bajarse al moro. ¡°Trato de desnudarlos de parafernalia y convertirlos en animales sin rumbo fijo¡±, afirma Galceran.
El autor posee un ojo cl¨ªnico
Pero los resultados se revelar¨ªan inocuos si no contara con el oficio de superdotados como Hip¨®lito y Merlo. ¡°La funci¨®n es mucho mejor ahora. En los ensayos sembramos un buen colch¨®n sobre el que ahora saltamos mucho m¨¢s alto¡±, comenta el primero. Como el de boca en boca sigue funcionando, la reacci¨®n del p¨²blico resulta curiosa: ¡°A veces se r¨ªen antes de tiempo, pero lo que siempre se impone son los efectos del texto. Galceran es un mago, tiene la habilidad de fijarse en situaciones cotidianas, m¨¢s bien tensas y dram¨¢ticas, para convertirlas en pura comedia¡±.
O para tomar el alterado pulso de los contextos. La crisis que afectaba a todo dios con el grifo cerrado a cal y canto de los bancos, la angustia de una encarnizada selecci¨®n de personal, la muerte, defunci¨®n y barrena de una banda como ETA¡ Todo al servicio de ese pacto en grupo que supone el teatro: ¡°Contar un cuento a unos adultos que vienen a cre¨¦rselo¡±, define Luis Merlo.
Hip¨®lito / Galceran, pura dinamita con ¨¦xitos en com¨²n y por separado
Si existe un actor fetiche para un autor y viceversa, es el caso de Carlos Hip¨®lito en combinaci¨®n con Jordi Galceran. Llevan tres obras en com¨²n. Dos de ellas han resultado plenos ¨¦xitos que rozan las 1.000 funciones, como fue el caso de la comedia coral descarnada El m¨¦todo Gr?nholm y ahora este certero vodevil que es El cr¨¦dito.
Su qu¨ªmica comenz¨® antes, con Dakota, una obra que pas¨® m¨¢s desapercibida. Por separado tambi¨¦n han dado en el clavo. Hip¨®lito particip¨® en otro hito teatral que entusiasm¨® a la cr¨ªtica y el p¨²blico: Arte, de Yasmina Reza, bajo la direcci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Flotats, presente tambi¨¦n en escena junto con otro maestro: Jos¨¦ Mar¨ªa Pou.
Galceran prosigue su camino tambi¨¦n de r¨¦cord con Burundanga, una comedia inspirada en algo tan poco habitual en el enredo esc¨¦nico como el terrorismo.
A autor e int¨¦rprete les une adem¨¢s una especial sensibilidad de olfato por el fen¨®meno de taquilla que seguir¨¢: ¡°Quiero escribir un musical para Hip¨®lito; ahora resulta que tambi¨¦n canta de lujo¡±, comenta Galceran. El t¨ªtulo y la trama todav¨ªa se guardan en secreto, aunque seguramente se volver¨¢n escuchar de ambos los sones del ¨¦xito.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.