Danza contra el horror
Mar¨ªa Juncal lleva a 'Flamenco on Fire' el estreno nacional de 'El encierro de Ana Frank'
La danza flamenca con historia o narrativa no siempre ha dado buenos resultados. Hay logros interesantes, incluso memorables, pero tambi¨¦n verdaderos tostones. La obra que aqu¨ª comentamos, El encierro de Ana Frank, con direcci¨®n y coreograf¨ªa de la bailarina-bailaora Mar¨ªa Juncal, se presentaba en el festival Flamenco on Fire como estreno nacional en Espa?a. Antes ha recorrido otros pa¨ªses, como Holanda, donde la presentaci¨®n, como es l¨®gico, produjo una especial emoci¨®n en el p¨¹blico.
Pero la tr¨¢gica historia de la adolescente jud¨ªa, que dej¨® escrito un conmovedor diario durante el encierro familiar, huyendo de la barbarie nazi, es ya una historia universal. Y Mar¨ªa Juncal se atreve a meterse en su piel durante hora y media, sin abandonar un momento el escenario, eso s¨ª, arropada por una gran m¨²sica de Basilio Garc¨ªa, interpretada por un grupo excelente de m¨²sicos y voces.
El comienzo de El encierro de Ana Frank asusta un poco, uno espera lo peor, con sinceridad: una lata. Sin embargo, esa sensaci¨®n se disipa r¨¢pidamente. El montaje va de menos a m¨¢s, hasta el final, y va atrapando poco a poco al p¨²blico, que acaba saliendo verdaderamente acongojado.
Hace bien, a mi entender, en no centrar su propuesta Mar¨ªa Juncal en el baile flamenco, ya que ella posee tambi¨¦n una s¨®lida formaci¨®n en danza cl¨¢sica. En realidad predomina el movimiento cl¨¢sico-contempor¨¢neo, pero fundamentalmente el contempor¨¢neo, con el suelo code los recursos dram¨¢ticos.
La danza cl¨¢sica hace tiempo que se convirti¨® en una sucesi¨®n de piruetas medio circenses, y los momentos de tensi¨®n emotiva con los que cuenta su dep¨®sito coreogr¨¢fico han quedado salpicados y olvidados en el repertorio; y el baile flamenco corre el riesgo de padecer una suerte similar por un exceso de compulsi¨®n atl¨¦tica que al final termina en el amaneramiento t¨¦cnico, y ello por no hablar del cl¨¢sico espa?ol.
De manera que hoy la danza contempor¨¢nea parece la ¨²nica capaz de narrar con cr¨¦dito una historia terrible como esta. Durante la primera parte el flamenco es s¨®lo un leve taconeo aqu¨ª y all¨¢, un movimiento de brazos, una determinada actitud al ocupar el espacio o pisar el suelo, como para recordar que Mar¨ªa es tambi¨¦n bailaora y que estamos en un festival de flamenco.
Luego, hacia la mitad, las aportaciones flamencas crecen, los zapateados se convierten en rabiosos, especialmente en ese momento en que suena una hermosa canci¨®n cantada y grabada en los a?os cincuenta por David Hickopf, que narra en yiddish, lengua materna de los jud¨ªos polacos, el horror del Holocausto, que el propio cantante padeci¨®. Es un momento sublime, y como todo lo verdaderamente sublime, conmueve y atemoriza al mismo tiempo.
Casi no hay defensas escenogr¨¢ficas ni luminot¨¦cnicas. Lo m¨¢s llamativo de la luz, a veces, es su casi inexistencia, la penumbra. Pocos elementos: un armario del que cuelgan un abrigo masculino y un vestido de mujer con la estrella de David, una vieja radio que escupe amenazas nazis. Y El diario.
Algunos gui?os de ¨¦poca, como la hermosa canci¨®n Lili Marleen, evocada por la adolescente Ana Frank mientras sue?a con ser ella tambi¨¦n artista y libre.
Los movimientos de Mar¨ªa son a veces fuertemente expresionistas, como en el cine de entreguerras. Su capacidad dram¨¢tica es grande, su baile y sus movimientos logran emocionar y consiguen, al fin, que el p¨²blico la despida con v¨ªtores. En resumen, una propuesta muy interesante y recomendable que, tal vez, tenga m¨¢s ¨¦xito fuera de Espa?a que en nuestro pa¨ªs.
Con la actuaci¨®n este domingo de Estrella Morente junto a la Orquesta Sinf¨®nica de Navarra, espect¨¢culo para el que las entradas est¨¢n agotadas, concluyen diez d¨ªas intensos de flamenco: espect¨¢culos diarios (a veces dos), conferencias, talleres y cursos, proyecciones, debates y ciclos nocturnos. Y todo siempre con mucho p¨²blico e implicaci¨®n de la ciudad. Flamenco on Fire, en tan s¨®lo dos ediciones, parece haberse arraigado ya en Pamplona.
Babelia
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